Cataluña

Nació en Barcelona de extranjeros  oriundos de una provincia del Cantábrico. Allí pasó su infancia. Recuerda aquellas calles en los años setenta: via Laietana, plaza Urquinaona, calle Trafalgar. Recuerda su luz y sus atardeceres: sin historia, sin batallas perdidas, sin tumbas que adornar con ofrendas florales. Luego se marchó de allí y no regresó jamás. Pero le queda un profundo afecto por aquella tierra.
      En cuanto a los nacionalistas de todo pelaje: que monten en la silla turca de sus propios cráneos y sigan tan idiotas como siempre. Seguimos levantando muros en el tercer planeta del sol.

Algunos epitafios

Lo pasé relativamente bien

No me acuerdo de mí

Pasa de largo, amigo, y no me apures

Este cansancio no es normal

Me quedé sin cobertura

¡Por fin!

Decidle que la quise

Oigo tu corazón, ¿me vas a despertar?

He perdido de vista a cuatro imbéciles

Me importa todo tanto como nada

No aspiré a la santidad ni al socialismo

Perdono todo el daño que me hice 

Confieso que me aburrí bastante

Acabo la casa de mis sueños y me pasa esto

Y pensar que me indignaban las injusticias

Seguid sin mí como yo sin vosotros

Todos los que me lloraron están ya como yo

Para haber sido un don nadie no lo hice tan mal

Coleccioné decepciones

Que llueva o haga sol me da lo mismo

Mi médico me trajo aquí 

Ya no me da miedo morir

Jamás olvidaré el sabor del agua

Estoy mucho más muerto de lo que crees

Sinceramente, no era para tanto

Nadie me echa de menos, menos mal

Morí viejísimo: duré un momento

Ni el paraíso ni el infierno existen

Me salí por la tangente de la esfera del reloj

Si aún puedes leer mi nombre bórralo

¡Qué tropiezo más tonto!

Tu situación es rara, no la mía

De pronto, qué pereza dió existir 

Museo de Anatomía

En el museo de Anatomía de la facultad de Medicina de Oviedo, en la novena planta, se exponen en vitrinas, dentro de frascos de formol, embriones y fetos malogrados. Semillas que no llegaron a realizarse, muertos antes de nacer, se exponen en la embrioteca. Criaturas anónimas, formas que la naturaleza rechazó. No conocieron la luz, ni las pasiones, ni el lenguaje. Se quedaron a medio hacer en el dulce claustro materno. La naturaleza es una gran derrochadora de vidas. Acerco la cara a una de estas criaturas abortivas y le susurro: "fuiste listo, no quisiste venir al mundo, ya sabías los males que la vida te preparaba". Lessing, el ilustrado alemán, le dijo algo así al hijo que nació muerto.
         Qué fastidio nacer, ¿verdad? Crecer, socializarse, exprimirse entre congéneres, apretujarse en la multitud. Pocos amigos. Muchas facturas. Pocos recursos. Muchas tentaciones. Como dijo Luis Cernuda: "por todas partes el hombre mismo es el estorbo peor para su destino de hombre".

Kant y el cielo estrellado

Al final de su "Historia natural y teoría general del cielo", una obra precrítica, Kant dice en la Conclusión: 

En efecto, después de llenar su ánimo con éstas y las anteriores consideraciones, el aspecto del cielo estrellado en una noche serena procura una especie de deleite que sólo sienten almas nobles. En la tranquilidad general de la naturaleza y el reposo de los sentidos, la oculta capacidad cognoscitiva del espíritu inmortal habla un lenguaje inefable y ofrece conceptos sin desarrollar que bien pueden ser sentidos pero no descritos. Si entre las criaturas pensantes de este planeta hay seres viles que no obstante todos los alicientes con que un tema tan grande puede atraerlos, se aten firmemente a la servidumbre de la vanidad ¡cuán desgraciado es este globo de haber podido producir criaturas tan miserables! 

Esta tarde de diciembre brillaba la luna creciente y justo debajo Venus. Era maravilloso. La contaminación lumínica, el resplandor de las televisiones, el fútbol, el repugnante Trump, los sloganes publicitarios, la miseria económica del seguro más barato y la cháchara telefónica apenas nos permite contemplarlos. 

Pero la luna y Venus siguen estando. Y estarán. 

Engels y la gran ciudad

Engels describe así la masificación de Londres, hacia 1845:

La multitud tiene algo repulsivo, algo que indigna a la naturaleza humana. Estos cientos de miles de personas, de todas las clases sociales, que se apretujan al pasar, ¿no son todos hombres con los mismos atributos y capacidades? ¿No tienen todos el mismo interés en ser felices? ¿No ambicionan todos su felicidad por los mismos medios y caminos? Pero pasan corriendo unos junto a otros como si no tuvieran nada en común y parece que el único acuerdo entre ellos es el tácito acuerdo de que cada uno se mantenga del lado derecho de la acera para que las corrientes de la multitud no se detengan una a otra, y a nadie se le ocurre dignarse mirar a los demás. La brutal indiferencia, el insensible aislamiento de cada individuo en sus intereses privados es tanto más asqueroso e hiriente cuanto más pequeño es el espacio al que están reducidos y cuando sabemos, además, que este aislamiento del individuo, este egoísmo estrecho de miras, es el principio fundamental de nuestra sociedad. Esto no ocurre en ninguna parte de una forma tan descaradamente evidente, tan clara, como precisamente aquí, en la multitud de la gran ciudad. La desintegración de la Humanidad en mónadas, cada una con su principio vital y su fin aparte; el mundo de los átomos ha alcanzado aquí el grado más extremo.

Friedrich Engels, La situación de la clase obrera en Inglaterra

Cualquier parecido con la realidad

Fue hace millones de años. Por lo que hemos descubierto en este planeta hubo vida. Vida multiforme y una especie con cierta habilidad técnica que fue la causa de la destrucción de este planeta gris. En el momento del desastre, según revelan nuestros estudios, se dividían en dos grupos: una minoría de ellos acaparaba todas las riquezas y la inmensa mayoría sobrevivía penosamente. Entonces, la nación más poderosa, que estaba en su momento de declive, eligió como jefe de Estado a un hombre riquísimo, zafio, astuto, ignorante y cruel. Lo que queda de la vida que hubo en este planeta es esta muestra contaminada con un mínimo de radioactividad (debieron de conocer esta energía).

Ciencia ficción. Viejo truco del Planeta de los Simios: tomar distancia en el tiempo y el espacio, usar el estilo indirecto, para comprender mejor, para satirizar una sociedad o una época, para burlarnos de nosotros mismos, para deplorar nuestra condición. 
      Montesquieu, Cadalso, Luciano, Voltaire, Leopardi o Swift echaron mano de este recurso. 

Mejor no pensarlo

La esperanza es la cosa más ilusoria del mundo. Si nos diéramos perfecta cuenta del torbellino que es la Historia, de los peligros que nos acechan continuamente, de lo frágiles que somos, de las mil maneras que existen de arruinarnos la vida no nos moveríamos de un rincón. Pero no hay criatura más inquieta y más gallarda que el ser humano. Nos afanamos bajo una estrella que corre cada día por el cielo a toda velocidad, en una naturaleza que es totalmente indiferente, si no es hostil y no barre de un manotazo a millones de criaturas. Tarde o temprano acabaremos y acabaremos mal. Sería un detalle que nos desintegráramos como pompas de jabón, dejando un dulce perfume. Si somos finitos que el final sea una evaporación, sin dolor ni agonía. Pero la muerte no es agradable nunca. Rarísimas veces es un quedarse dormido. Siendo así de desagradable muchísimas veces la muerte es la terrible y fútil liberación a una vida de alcohol, suciedad, tristeza, marginación, soledad, locura, violencia, enfermedad, degradación, pobreza. Acabaremos mal, hagamos lo que hagamos, por muy prudentes que seamos, por mucha vida sana que llevemos. El enemigo es demasiado poderoso, nuestra naturaleza demasiado miserable. Pero el amor, la ilusión, la esperanza, la resistencia, el olvido y las ganas de comer son nuestras armas.

El europeo ideal

Hoy hace 300 años que murió Leibniz. Me han encargado que pinte a lo Rafael en un muro de la catedral de Hannover (si es que existe y si no existe alguna razón suficiente habrá para que eso suceda) un fresco representando a la Filosofía desnuda y pobre. Alguna vez he pensado que Leibniz fue, es y será el europeo ideal.

Conversación interior

L'homme est ainsi fait qu'à force de lui dire qui est un sot, il le croit. Et à force de se le dire à soi-même, on se le fait croire. Car l'homme fait lui seul une conversation intérieure, qui'il importe de bien régler.

"El hombre está hecho de tal manera que, a fuerza de decirle que es tonto se lo cree. Y a fuerza de decírselo a sí mismo, se lo cree. Pues el hombre tiene una conversación interior que importa ordenar bien"

¡Así es, monsieur Pascal! ¡Ha dado usted en el clavo! Nuestra vida auténtica no son los sucesos exteriores, sino esa conversación secreta, mental, que tenemos continuamente con nosotros mismos. Importa ordenar esa conversación. Nos va la vida en ello. Otra genial intuición de Pascal, que era un extraordinario psicólogo.

Emilio Lledó

Soy poco dado al elogio pero a veces no hay más remedio. No hace mucho caí por puro azar en un encuentro de Emilio Lledó con estudiantes de filosofía. Este hombre que nació el mismo año que se publicó "Ser y Tiempo" (1927) es un octogenario apasionado, lúcido, juvenil, elocuente. No todo es una ciénaga de desmoralización. Estando en la sala tuve la sensación de encontrarme ante un "gran hombre": un fenómeno raro. Un mortal cuya presencia carnal, concreta, provoca una impresión profunda. El auditorio escuchaba con emoción las palabras de este sabio que se expresaba sin pedantería, con claridad. Sentir admiración por ciertas personas nos eleva; nos hace mejores, más ágiles, más alegres, más luminosos. Emilio Lledó es una de esas personas.

La última ilusión

De todas las ilusiones la última que se pierde es la del amor. De decepción en decepción, o tal vez con un amor correspondido, edificado día a día, con la dulzura y la vulgaridad de las cosas cotidianas, fortalecido por el tiempo. No hay mayor felicidad al alcance de los mortales que el amor correspondido. Sin embargo el amor se termina, más pronto o más tarde. Quisiera creer con el poeta que la muerte no interrumpe nada. Pero cada uno de nosotros bajará solo a las tinieblas.

Sublime silencio

Schopenhauer se toma la vida muy en serio, no hace bromas con el dolor del mundo. En el capítulo que dedica a la muerte en El mundo como voluntad y representación (que se lee con los labios apretados, en estado de trance, como lo leyó cierto personaje de Thomas Mann) aparece lo siguiente:
 
Klopfte man an die Gräber und fragte die Todten, ob sie wieder aufstehen wollten; sie würden mit den Köpfen schütteln.
 
"Si se llamara a las tumbas y se preguntara a los muertos si quieren volver a levantarse dirían que "no" con la cabeza".
 
Es una frase fascinante que recuerdo a menudo. Los muertos niegan con la cabeza. Nada más. -"¿La Vida? No queremos saber nada de ella"
       En un pasaje de la Odisea Ulises baja al infierno y se encuentra con Ájax, al que ofendió gravemente. Ulises le dirige la palabra y Ájax, rencoroso, no le contesta. A veces el silencio es la respuesta más elocuente.

Esto es gratis

Todo lo que quieras lo tienes a tu alcance. Eres joven y lo serás siempre. Somos sinceros como tú lo eres. Te han hablado alguna vez del pasado; por aquí ya han caminado muchos millones de humanos, pero no pueden comprar cosas, no tienen un cuerpo, su nombre lo ha borrado el olvido. Da igual. Tú eres joven y lo serás siempre. 
      La puesta de sol que no tienes tiempo ni ganas de ver, el viento que mueve las hojas, el canto de los pájaros y las sirenas, el olor de la tierra, las montañas de basura, la radiación nuclear que se filtra entre los bloques de hormigón, el aire contaminado, el miedo al extranjero, la guerra lejana y atroz, tu tarjeta de crédito, el rastro que dejas en el ordenador y el inevitable fracaso final.
           Todo esto te lo ofrecemos gratis.

Sobreponerse es todo

El 9 de octubre de 1906, tal día como hoy, un joven de 19 años, de rancia estirpe nobiliaria, Wolf Graf von Kalkreuth, extraordinariamente dotado para el arte y los idiomas, habiendo elegido, a pesar de su pobre constitución física, la carrera militar y seguramente abrumado por la dureza y la brutalidad de la disciplina castrense (la vida es eso) puso fin a sus días. Este suceso inspiró a Rilke un tremendo poema "Requiem" -Oh, vieja maldición de los poetas, que se quejan donde deberían cantar- que termina con uno de los versos más conocidos suyos: Wer spricht von Siegen? Überstehn ist alles. "¿Quién habla de victorias? Sobreponerse es todo." Rilke se dirige con simpatía al muchacho difunto y le dice que no se avergüenze cuando le rocen los otros muertos, los que soportaron hasta el final. Es un poema estoico. 

Machtergreifung

Distinguido y querido amigo:

Estoy aquí desde hace dos semanas con objeto de colocar a un pequeño negro francés. Entretanto sabrá usted que nos aproximamos a grandes catástrofes. Aparte de lo privado -nuestra existencia literaria y material queda aniquilada- todo conduce a una nueva guerra. No doy un céntimo por nuestras vidas. Los bárbaros han conseguido gobernar. No se haga ilusiones. Gobierna el infierno.
     
        Cordialmente, su viejo amigo

Joseph Roth, carta a Stefan Zweig, febrero 1933

Nuestro sombrío presente

Primero el Brexit. Ahora Colombia. En noviembre, ¿Trump? Si gana este enemigo de la razón y la justicia lo tendré claro: existirán síntomas evidentes de que la especie a la que pertenecieron Darwin, su abuela y San Francisco de Asís se está imbecilizando, muy democráticamente, a marchas forzadas. No sé, a lo mejor estoy exagerando.

Iván Illich

El hombre muerto, el que hizo lo que había que hacer, el que ahogó su potencial por adaptarse al medio social (el medio puede ser insuperable por estúpido). Sus compañeros se enteran de su muerte. Nadie se conmueve. Lo único que les preocupa es quién ocupará su puesto. Su matrimonio ha sido una farsa. No hubo amor. Nadie le echará en falta. Charlas insustanciales, tópicos y lugares comunes. En la soledad de la agonía y la muerte Iván Illich, como Don Quijote, recupera el juicio: descubre que su vida ha sido mecánica, inerte y ve la muerte como una liberación. Qué pálido resumen. Es mejor leer el libro.

El perdurable esfuerzo

Me pregunto si San Agustín sabía que los bárbaros -los vándalos- estaban a las puertas de Hipona cuando murió. Esto me recuerda otra muerte en circunstancias terribles, la de Unamuno en su arresto domiciliario de Salamanca, el 31 de diciembre de 1936. La muerte le ahorró ver del todo el horror en que España se precipitó. Si no me equivoco Pablo Neruda murió pocos días después del golpe militar de Pinochet. Otro personaje que recuerdo es Henri Bergson, que falleció cuando París había caído ya bajo la invasión hitleriana. Bergson, que preparaba convertirse al catolicismo, rechazó finalmente bautizarse para seguir siendo judío.  Antonio Machado murió agotado, extenuado, en el exilio de Colliure. Son cinco ejemplos de hombres que llegaron a la meta al tiempo que su mundo se desmoronaba. Contribuye a la civilización, a lo más noble que hay en nosotros (me dice el Espíritu) aunque el incendio de la Historia reduzca tu esfuerzo a cenizas. Porque tu esfuerzo perdurará.

Una hora antes del Pesimismo

¿Acaso yo como y bebo para volver a tener hambre y sed y así comer y beber de nuevo, hasta que se abra bajo mis pies la tumba que me devore y yo mismo sirva a la tierra de abono? ¿Engendro seres semejantes a mí para que también coman, beban y mueran y para que dejen tras de sí seres semejantes a ellos que harán lo mismo que yo hice? ¿Para qué sirve este ciclo que se repite perpetuamente, este juego que recomienza una y otra vez de la misma manera, donde todo existe para perecer, y perece sólo para volver a ser como ya era; este monstruo que se devora a sí mismo sin cesar para poder volver a alumbrarse, que se alumbra para poder volver a devorarse?
 
Es como si Fichte describiera la Voluntad de Schopenhauer. Se rebela contra este sinsentido atroz. Da un puñetazo en la mesa y añade:
 
Jamás podrá ser este el destino de mi ser, de todo ser. Debe haber algo que es porque ha devenido; que ahora subsiste y que nunca más podrá devenir una vez que lo ha hecho; eso que subsiste debe engendrarse en la mudanza de lo efímero, y perdurar en medio de ello y avanzar ileso sobre las olas del tiempo.
 
Fichte continúa, apretando los labios, con la mirada puesta en un porvenir maravilloso:
 
Ninguna obra que lleve el carácter de la razón y que hubiese sido emprendida para expandir el imperio de la razón puede perderse sin más en el transcurso del tiempo. Esas víctimas que la brutalidad impredecible de la naturaleza arranca a la razón deben cuando menos fatigarla, saciarla, aplacarla. Esa fuerza que ha dañado sin medida no puede volver a darse de esa manera, no puede estar destinada a renovarse, debe consumirse en su primer arrebato de una vez para siempre.
 
Ojalá fuera cierto.

Y para terminar, un poco más adelante, dice el bueno de Fichte:

Pero no es la naturaleza, es la libertad misma la que causa en nuestra especie la mayoría de los desórdenes y los más terribles de ellos. El enemigo más cruel del hombre es el hombre.

Estamos de acuerdo.
 
 
Johann Gottlieb Fichte, El destino del Hombre
 


Olvido

Entonces, antes de la Gran Guerra (...) no era indiferente que uno viviese o muriese. Si uno era borrado de la fila de los mortales, no entraba otro en seguida en su lugar para hacer olvidar al difunto, sino que permanecía un hueco en el que aquel faltaba y tanto los testigos cercanos como lejanos de la pérdida enmudecían cada vez que miraban ese hueco. (...) Así era entonces. Todo lo que crecía necesitaba mucho tiempo para crecer, y todo lo que perecía necesitaba mucho tiempo para ser olvidado.
 
Joseph Roth, La marcha Radetzky
 

La grey de Rajoy

No fue la sociedad atenta (dicho sea con sarcasmo) la que forzó la renuncia al puesto en Washington en el Banco Mundial del exministro Soria. Fue -dice un diario- una rebelión interna en su propio partido. Todo sea por el bien de España, a la que tanto invocan estos señoritos ladrones; grey de Rajoy, el idiota máximo, el inútil ejemplar. ¡Oh sociedad atenta y libre, cada vez te retratan mejor Los Caprichos de Goya!

El último gesto

Díme tú que ya sabes: ¿qué nos pertenece si todo se nos ha dado prestado 
y duramos tan poco? 

Crítica

Con la muerte en los talones. Todo en esa película es odioso: la música orquestal (pastiche de la clásica), los actores (insoportables), la trama pseudokafkiana, la grotesca historia de amor (con una belleza, por supuesto), los muebles de lujo en mansiones suntuosas, los esperables golpes de ingenio del guión, la multitud filmada con malicia, el comercial director inglés naturalizado en Hollywood,  las cabezas colosales del monte Rushmore, la escena del aeroplano agorafóbico que no despeina a un héroe que va teniendo cada vez más cara de idiota.

Obras de reforma (II)

La instalación provisional que han armado para ejecutar las obras de reforma en la oficina podría pasar perfectamente por una obra de arte contemporáneo. Si se expone en la Tate Gallery sería un éxito. Un gran telón gris de 5 metros de altura, desde el suelo al techo, forma un pasillo angosto con el búnker ante el cual los clientes se detienen, vacilantes y tímidos.. La obra produce desconcierto: esto es lo artístico de la obra. ¿Estamos en un banco? ¿Estamos en un laberinto? ¿Ha habido un atentado? Hay algo de belleza en este intervalo de transformación. Entre el principio y el fin de la obra nos sorprende lo insólito. Si es cierto que el arte sucede, aquí ha sucedido.

Obras de reforma

Las obras (que vienen como caídas del cielo) se realizan de acuerdo a un plan fríamente calculado, trazado en el plano por arquitectos, aparejadores, técnicos, directivos y otras eminencias. Inocentes, jóvenes, sonrientes obreros (no hay chicas en estos oficios) tiran los tabiques, abaten los muros, mueven las mesas, cambian el sistema eléctrico, reorientan las cámaras de seguridad. Se tiende un plástico de color gris, un gran telón gris, para aislar la zona de obras. No se ve la calle, ni rastro del cielo. Es una operación en el quirófano. Todo es aséptico. Se reordenará el espacio de acuerdo a las novísimas orientaciones del sector. Razón instrumental. Es la geometría perfeccionada del capitalismo con operadores remotos y zonas de autoservicio. Aquí la muerte pierde su sentido. ¿Instalarán por descuido alguna fuente de mármol? ¿Respetarán a las moscas y las arañas que se queden a pesar de las obras? 

La especie

Miembros, producidos en serie, de la especie. La pulgada de carne que viene al mundo. Una especie que apareció en un planeta extraño en un universo frío y moribundo. Una aventura cósmica. Nuestros son el vértigo, la desesperación y el éxtasis.

La visita

Esta mañana entró un cóndor en la oficina. El pájaro se posó encima de un armario, defecó, giró la cabeza. Parecía tranquilo. Abrió las enormes alas negras y levantó una corriente de aire que arrastró varios folletos publicitarios. Ni los clientes ni los ordenadores se asustaron. El cóndor alzó el vuelo y dió cuatro vueltas alrededor de la columna. Como la mosca que busca la salida dió unos topetazos contra los altos cristales blindados hasta que se marchó de vuelta a los Andes.

De la ambigüedad

-No sé si me explico. Probablemente no.
-¿Probablemente, qué?
-¿Cómo?
-¿Probablemente no sabes que te explicas o probablemente no te explicas?
-No sabría explicarlo.

Samuel Johnson

He who makes a beast of himself gets rid of the pain of being a man.

El que se convierte en bestia se libra del dolor de ser hombre.

Poeta bielorruso

Del poeta bielorruso Sergei Kutznevsov (1950) traigo el siguiente poema de su libro El topo y la estrella (1981) en la traducción de Marina Fernández Muñiz:

HUMILDAD

"La innumerable cantidad de mundos
de algún modo aniquila mi importancia",
escribió el viejo Kant en la costilla
de un cetáceo varado en una playa báltica.

Triste verdad

Después del golpe de Estado fallido en Turquía los insurrectos vencidos son arrastrados y humillados, golpeados y escupidos por la chusma. El eufórico Erdogan propone la pena de muerte. Esto me hizo recordar una frase de Spinoza (no recuerdo si está en la Ética o en el Tractatus): "los hombres son más inclinados a la venganza que a la misericordia".

Fascismo

Al patio romano de la sede de una sociedad científica en la Italia de Mussolini llega un paquete por correo. El paquete contiene una publicación de otra sociedad hermana del norte de Italia, igualmente enemiga del régimen. Dentro del sobre hay además una chocolatina. 

Farsa

La vida es una farsa. La misma multitud que incendia la casa protesta al día siguiente contra el fuego. 

Chistosos

No entiendo qué quería decir Pascal cuando escribió: "amigo de frases ingeniosas, mal carácter". Dicho en pascaliano: Diseur de bons mots, mauvais caractère. ¿Quizá porque no se puede confiar en una persona que se distingue por ser chistosa
     ¿Y qué son la mayoría de las relaciones sociales más que un festival de chistes?
    Sea como sea me parece una observación psicológica tan oscura como interesante.

Juicio final

Si un dios tuviera que pedirnos cuentas al final de la vida es posible que le molestaran más las cosas que no nos atrevimos a hacer por cobardía -y que pudieron darnos felicidad- que las cosas malas que hicimos.

Vota Partido Jansenista

Condition de l'homme. Inconstance, ennui, inquiétude.

Inconstancia. Aburrimiento. Inquietud.
Inquietud. Inconstancia. Aburrimiento.
Aburrimiento. Inquietud. Inconstancia.

Y así barajando, hasta agotar todas las posibilidades.  

Un gato tenaz

Georg Büchner fue un gran escritor a pesar de su brevísima vida. Es milagrosa la madurez de Büchner, Leopardi, Rimbaud o John Keats. Puede entenderse la precocidad en la música o las matemáticas -que no requieren experiencia- pero no en la literatura. A menudo recuerdo esta frase que Büchner pone en boca de Danton:   

Das Nichts hat sich ermordet, die Schöpfung ist seine Wunde, wir sind seine Blutstropfen, die Welt ist das Grab, worin es fault. 

La Nada se ha suicidado, la Creación es la herida. Nosotros somos las gotas de sangre y el mundo la tumba donde la Nada se pudre. 

Esto es digno de Shakespeare. Macbeth o el Rey Lear podrían hablar así. La humanidad es un gato tenaz. Mientras la guillotina corta cabezas, una pareja copula bajo el cadalso. Convendría tener presente de cuántas catástrofes somos descendientes. Me temo que las catástrofes no son cosa del pasado. Se nos ha olvidado ya que hace 70 años Europa era un campo de ruinas, no un campo de fútbol. Divertimentos, que diría Pascal.

¡Más masacres!

¡América! ¿Qué nombre tiene un contenido igual a éste? Quien no nombra cosas del mundo pensable, no puede nombrar algo más alto en el mundo real. El individuo dice: mi mejor Yo; el globo terráqueo dice: América. Es la conclusión y la gran cadencia en el concierto de la perfección humana. Lo que en Europa es imposible, es posible en América; lo que no es posible en América es del todo imposible. Aquí veo el más alto y sano desarrollo de fuerza del cuerpo humano maduro; aparte de esto no hay más que convulsión y delirio. 

Ferdinand Kürnberger, El cansado de América (1855)

Historia

La facultad principal para el estudio de la Historia no es la memoria sino la imaginación.

Piero della Francesca

Este pintor y matemático del Quattrocento murió ciego el mismo día que se descubrió América. Hace tiempo que no me paro a mirar sus pinturas porque, como a todo el mundo, me arrastra la poderosa marea de la actualidad, la inquietud, la prisa. Qué suerte nacer en fecha incierta y que apenas se sepa nada de su vida. Qué suerte no dejar más rastro que esas pinturas intemporales que se desvanecen y que transmiten un orden, un silencio y una serenidad que no pueden expresar nuestras manoseadas y envilecidas palabras.

La pantera de Rilke

 DER PANTHER

Im Jardin des Plantes, Paris

Sein Blick ist vom Vorübergehn der Stäbe
so müd geworden, dass er nichts mehr hält.
Ihm ist, als ob es tausend Stäbe gäbe
und hinter tausend Stäben keine Welt.

Der weiche Gang geschmeidig starker Schritte,
der sich im allerkleinsten Kreise dreht,
ist wie ein Tanz von Kraft um eine Mitte,
in der betäubt ein großer Wille steht.

Nur manchmal schiebt der Vorhang der Pupille
sich lautlos auf -. Dann geht ein Bild hinein,
geht durch der Glieder angespannte Stille -
und hört im Herzen auf zu sein. 


LA PANTERA

Su mirada, del pasar ante los barrotes,
se ha vuelto tan cansada que no retiene nada.
Para ella es como si hubiera miles de barrotes
y tras los miles de barrotes ningún mundo.

El andar flexible de pasos elásticos y fuertes
que gira en círculos cada vez más pequeños
es como un baile de fuerza alrededor de un centro
en el que estuviera aturdida una gran voluntad.

Sólo a veces se alza el telón de las pupilas,
silencioso. Entonces entra una imagen
que atraviesa la tensa calma de los miembros
y se apaga al llegar al corazón.

Hace 92 años

Hoy 3 de junio de 2016 hace 92 años que murió Kafka. En la agonía le dijo a su amigo Klopstock, que era el único que lo acompañaba: "no te vayas". Respuesta: "no me voy". Y Kafka: "soy yo el que se va".  Kafka que medía 1,80 pesaba en ese momento 45 kilos. Era un esqueleto.

El Ártico se derrite

Una greguería de Gómez de la Serna dice, o mejor decía: "el hielo sólo es inmortal en el Polo Norte".

Chesterton

Hoy hace 142 años que nació Chesterton. Conocida fue su corpulencia (se cuenta que una vez cedió su asiento en el autobús a tres señoras) y su monumental despiste. A menudo se perdía y le enviaba telegramas a su mujer preguntándole dónde estaba (dónde estaba él, no su mujer). Para celebrar su nacimiento he aquí una anécdota de las miles que dejó este hombre excepcional. Mirando al muy delgado George Bernard Shaw le dijo: "al verte cualquiera diría que hay hambre en Inglaterra" Y Shaw, que no era manco, le respondió: "y al verte a tí, cualquiera diría que la has provocado tú".

Vuelta a Brines

Un día no serás, y nunca el mundo
sabrá que pudo ser siempre más bello
con sólo retenerte. Yo soy ese testigo
que canta, sin furor, tanta demencia.
Soy yo quien ha vivido
la desventura de tu muerte. Eso que nadie,
ni tan siquiera tú, sospecha que ha ocurrido.


Cuando pensamos en alguien queridísimo que hemos perdido estos versos de Brines son muy emocionantes. Pero cambiemos ese "tú" amado del poema por otra clase de sujeto mortal. Imaginemos que ese "tú" se refiere a Donald Trump o Vladimir Putin o Tayyip Erdogan o el rey de Arabia Saudí, por citar a cuatro antropoides tan poderosos como asquerosos y repugnantes. Entonces el poema suena a chiste. Entonces la elegía se convierte en parodia: Un día no serás, y nunca el mundo sabrá que pudo ser siempre más bello con sólo retenerte. 
         Si se cambia el verbo "retener" por "eliminar" el poema deja de provocar carcajadas.

Aquí viven leones

Hojeo en una librería el último libro de Fernando Savater. Es un libro dedicado a los escritores admirados por su mujer y él, un libro de las peregrinaciones que hicieron juntos a los lugares asociados a esos escritores. Aparecen Alfonso Reyes, Edgar Allan Poe, Leopardi, Valle Inclán, Shakespeare, Stefan Zweig, Flaubert y quizá algún otro más que se me olvida. Es un libro emocionante y hermoso, porque es un homenaje a su compañera fallecida. El libro se cierra con una Despedida, que contiene un fragmento de un poema de Francisco Brines: 

Un día no serás, y nunca el mundo
sabrá que pudo ser siempre más bello
con sólo retenerte. Yo soy ese testigo
que canta, sin furor, tanta demencia.
Soy yo quien ha vivido
la desventura de tu muerte. Eso que nadie,
ni tan siquiera tú, sospecha que ha ocurrido.

No conocía estos versos que me tocan de lleno, en lo más hondo. Como este libro de Sara Torres y Savater. Nessun maggior dolore...

Rusia

El  Poder siempre es peligroso. Con la caída de la URSS llegó el capitalismo a Moscú, a Bakú, a Georgia, a Vladivostok pero es evidente que la democracia no llegó ni a Rusia ni a sus repúblicas socialistas. En Rusia sigue el tenebroso Putin gobernando, no hay rastro de oposición. El que se atreve a levantar la voz muere en extrañas circunstancias o lo destruyen de otra forma (es fácil destruir a un ser humano, no hace falta matarlo para eso). Vladimir Putin es lo más parecido a un tirano que conozco.

Animales del Vesubio

Me entretengo esta tarde de domingo en apuntar los animales que aparecen en el poema "La Ginestra" de Leopardi, uno de los poemas más bellos de toda la literatura. Son, por este orden, si no me equivoco: la serpiente, el conejo, los bueyes (armenti), la hormiga, la cabra y el murciélago. Ninguna criatura exótica: animales humildes, viviendo sin cuidado su l’arida schiena del formidabil monte sterminator Vesevo. Desde luego a la lista habría que añadir otro animal, un poco más complejo pero no menos triste y vulnerable: el hombre.

El estoico Albert

Nun ist er mir auch mit dem Abschied von dieser sonderbaren Welt ein wenig vorausgegangen. Das bedeutet nichts. Für uns gläubige Physiker hat die Scheidung zwischen Vergangenheit, Gegenwart und Zukunft nur die Bedeutung einer, wenn auch hartnäckigen, Illusion.

Ahora resulta que él se me ha adelantado un poco en la partida de este mundo extraño. Eso no significa nada. Para nosotros, físicos creyentes, la separación entre pasado, presente y futuro no es más que una ilusión, por muy tenaz que sea. 

Carta de Einstein a la viuda de Michele Besso, 1955

Tres semanas después de escribir esta carta de consuelo a la viuda de Michele Besso, su amigo desde la juventud, Einstein también se despidió de este mundo extraño. 

Sueltos

El sol es secreto.
La mitad de la vida ocultando la verdad y la otra mitad distorsionándola.
La muerte es la realización del hombre.
Tirar una piedra al agua y formar elipses, triángulos.

Galicia

Un par de noches en Galicia. Paseos por Santiago. Te sientas en un banco de granito. Una pareja pasa a tu lado: ella está enferma, el marido la cuida. Un hombre de tu edad se sienta en el parque, se mueve lento como  un viejo de ochenta años. Al verlo te viene una palabra a la mente: "hermano". La noria, la tómbola, los niños. Sales de noche: después de tres ribeiros vuelves al cuarto (al cuarto de la pensión). Cruzas la región de punta a punta, en diagonal: desde Ribadeo hasta la ría de Vigo. Paseas por un pueblo costero. Los perros se meten en el agua.

Einstein

En Alemania, además del físico, hay más personas que se apellidan Einstein. Una de esas personas fue Carl Einstein, escritor y crítico de arte, anarquista, combatiente en la Guerra Civil en las filas de la CNT con la que acabó teniendo sus diferencias, igual que otro voluntario llamado George Orwell. Einstein pronunció el discurso fúnebre de Durruti. En su época fue bastante célebre (forma indirecta de decir que hoy ha caído en el olvido). Georges Braque fue su padrino de boda. Carl Einstein fue amigo de artistas como Picasso y colaboró con Georges Bataille. Como judío sufrió la persecución de los nazis. Se refugió en Francia. Cuando los alemanes entran en el país Einstein huye al sur. En la misma situación desesperada se vió Franz Werfel, que tuvo más suerte y logró escapar a América. Si se salvaba le prometió a la virgen de Lourdes escribir una obra sobre sus apariciones en la cueva, cosa que hizo. Pero Einstein no gozó de ese beneficio celestial y se tiró, en  julio de 1940, por un puente en Pau. Walter Benjamin escapó de modo semejante en la ratonera de Port Bou en setiembre del mismo año. 
         Cuenta Cicerón en De la naturaleza de los dioses que un sacerdote enseñó al filósofo ateo Diágoras de Melos, para probar la providencia divina, los exvotos de los que se habían salvado de algún naufragio. "¿Y dónde están los exvotos de todos los que perecieron?" contestó Diágoras.

Enmienda a Chateaubriand

En traçant ces derniers mots, ce 16 novembre 1841, ma fenêtre qui donne à l'ouest sur les jardins des Missions étrangères, est ouverte : il est six heures du matin; j'aperçois la lune pâle et élargie; elle s'abaisse sur la flèche des lnvalides à peine révélée par le premier rayon doré de l'0rient; on dirait que l'ancien monde finit, et que le nouveau commence. Je vois les reflets d 'une aurore dont je ne verrai pas se lever le soleil. Il ne me reste qu'à m'asseoir au bord de ma fosse; après quoi je descendrai hardiment, le CIGARE à la main, dans l'éternité.
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 Chateaubriand, Mémoires d'Outre-Tombe

Dos destinos

El 11 de marzo de 1938 Egon Friedell escribió a Ödön von Horvárth: "en todo caso siempre estoy, en todos los sentidos, listo para partir". Se refería a la inminente llegada de las tropas alemanas a Viena; de hecho entraron en Austria al día siguiente. El 16 de marzo este escritor se arrojó al vacío desde el tercer piso de su vivienda en Viena, huyendo de la persecución. Antes de saltar tuvo la delicadeza de avisar a los viandantes: "¡Vorsicht, bitte!". El destinatario de la carta, von Horvárth, había conseguido ponerse temporalmente a salvo en París, via Budapest, después de la anexión de Austria. El 1 de junio de ese mismo año Ödön von Horvárth murió en los Campos Elíseos, mientras caminaba, alcanzado por la rama desprendida de un árbol.

Descartes, luego existes

Hoy hace 420 años que nació René Descartes. Este señor, orgulloso y desconfiado, taló el árbol seco de la Escolástica pensando junto a una estufa en la ciudad de Ulm, en una Europa convulsa. Y todo empezó porque se encontraba perdido en la vida. Eso nos pasa a todos (salvo a los muy burros) al menos una vez. Fue devoto católico mientras -sin darse cuenta- contribuía decisivamente a borrar a Dios del horizonte. Extraño caso de escisión espiritual. Sostengo que murió asesinado por la reina Cristina de Suecia, pues invitar a Estocolmo a un hombre de salud frágil y hacerle levantar a las 5 de la mañana, en pleno invierno, para las clases particulares (cuando a él le gustaba quedarse en la cama hasta el mediodía) es una maniobra homicida. La aventura hiperbórea fue fatal. Si Descartes -que fue uno de los mayores genios- fue así de ciego con lo que más apreciamos -que es la propia vida- entonces, ¿qué vamos a decir de la pobre Humanidad?

Ese señor del Instituto que lleva su nombre

Siguiendo con la manía o costumbre de recordar aniversarios hoy hace 184 años que, muy a pesar suyo, abandonó este mundo Johann Wolfgang Goethe. Se dice que sus últimas palabras fueron: "¡¡¡mehr Licht!!!". "Más luz" pedía el pobre moribundo. Un escritor austríaco dijo "¡Vorsicht, bitte!" antes de tirarse por la ventana. Era judío y los nazis acababan de entrar en Viena.

La embajada de Siria

La embajada de la "República Árabe de Siria" en Madrid está enfrente del museo del Prado. Cada vez que paso por allí hay, a una discreta distancia, un furgón de policía estacionado. Las ventanas del primer piso están cerradas. La bandera ondea sin sentido. De esas ventanas cerradas, de ese piso abandonado, se nota que emana el olor de la putrefacción. Cinco años de guerra civil mientras los turistas esperan a que el semáforo se ponga verde.

Experiencia del odio

En 1916 el filósofo Max Scheler escribió sobre la guerra que entonces asolaba Europa y otras partes del mundo: la Primera Guerra Mundial. Según Max Scheler lo que se esperaba del progreso y las comunicaciones: ser vehículos de amistad entre los pueblos, resultó lo contrario. Lo que unió a todas las naciones, metiéndolas en la Historia Universal, fue, paradójicamente, no el amor sino el odio. 

En la situación general moral en la que la guerra ha desplazado al conjunto de la Humanidad civilizada hay una paradoja poco señalada. Esta paradoja consiste en que esta situación combina dos cualidades que a primera vista parecen excluirse. La guerra que brama en torno nuestro representa la más concentrada y profunda unidad de Experiencia que hayan alcanzado las más variadas partes de la Humanidad (Razas, Pueblos, Estados, Naciones, etc). Es el primer acontecimiento de la Historia que puede denominarse una experiencia total de la Humanidad. La "Historia Universal", una palabra que hasta ahora sólo designaba un compendio artificial, conceptual de Historias de Pueblos por separado y sus interacciones, se ha convertido en esta guerra, por primera vez, en un suceso real. Incluso la revolución de 1789 en comparación con este acontecimiento fue llevada sólo por una determinada parte de la Humanidad. Esta guerra, sin embargo, es el suceso más lleno de odio de toda nuestra Historia conocida; el suceso en el que la Humanidad, con el veneno del odio, se ha degradado y ensuciado más profundamente. La primera experiencia total de la Humanidad ha sido la experiencia del odio total. 

Max Scheler, Las causas del odio a los alemanes, 1916

Georg Heym

3.II-1908. Dimos un paseo en trineo. En el ocaso se elevó una gran nube, con la forma de una cabeza de toro que miraba el suelo, densa se desplazaba despacio bajo una brillante estrella solitaria. También pensé qué hermoso sería dar este paseo en compañía de una querida muchacha. En un segundo trineo quizá Ernst Balcke o Werner Glimm con sus chicas. Viajando así por la tarde invernal. 

Georg Heym, Diario
 
El 16 de enero de 1912 este poeta expresionista y su amigo Ernst Balcke se ahogaron en el río Havel cuando patinaban sobre el hielo. Balcke cayó en una brecha y Heym intentó salvarle. Tenían 24 años. Zbigniew Herbert dedicó a este suceso un hermoso poema. No llegaron a ver la Primera Guerra Mundial en la que es muy probable que hubieran caído.

Tempestades del Destino

Hoy hace 217 años que murió Lichtenberg. De tantos aforismos fabulosos como escribió recuerdo el que viene a continuación. Tal vez un soldado alemán llevara su librito en el bolsillo de su uniforme, en Verdún, antes de entrar en combate y de que un obús lo hiciera pedazos.

Ein Grab ist doch immer die beste Befestigung wider die Stürme des Schicksals.

Una tumba siempre es la mejor fortaleza contra las tempestades del Destino. 

La batalla de Verdún

-El 21 de febrero de 1916 (hace ahora cien años, un siglo) empezó la batalla de Verdún.
-Pues vale.

Diario Romano, de Bruno Mesa


Me preguntas si en las dos semanas que llevo en Roma he gozado siquiera un momento de fugitivo placer, de placer robado, previsto o imprevisto, exterior o interior, turbulento o pacífico, o vestido bajo una forma cualquiera. Te responderé en buena consciencia y te juraré que desde que puse el pie en esta ciudad jamás ha caído sobre mi ánimo una gota de placer, excepto en aquellos momentos en que he leído tus cartas"  Traigo esta cita de Leopardi (de una carta del poeta a su hermano Carlo escrita en 1822) porque quien lea "No guardes nada en tus bolsillos" puede llevarse la impresión de que Bruno Mesa no lo pasó en Roma mucho mejor que Leopardi.

En principio que un escritor todavía joven tenga que pasar nueve meses en Roma como becario de la Academia de España sin otra obligación que la de realizar un proyecto literario más o menos vago suena de maravilla, es un regalo de la diosa Fortuna. Pero como Bruno Mesa es un poeta y no un apresurado redactor de folletos turísticos veremos que Roma, con todas sus maravillas, también contiene tedios y miserias. Para una persona de viva imaginación Roma puede ser un suplicio, pues todos los horrores de la Historia han pasado por ella. No todo son Berninis en la Roma de Mesa. Además está el problema de la convivencia: "Los nueves meses en Roma son un proyecto saludable, pero la estancia tenía una condición enfermiza: debía hacer la terapia en solitario, bajo el tinglado hipotético de los otros becarios y tal vez amigos" La convivencia, como se verá, no estará libre de conflictos. 

Roma fue durante siglos objeto de la codicia de muchísimos pueblos que soñaron con saquear sus riquezas y entregarla al pillaje; fue objeto de la ambición de sus propios caudillos y césares que quisieron poseerla sin rival posible. (En el Diario Romano Bruno Mesa menciona a Julio César un par de veces como precursor de los políticos italianos de nuestro tiempo y también aparecen Calígula y Caracalla). Pues bien, según iba leyendo el libro se me ocurrió invertir los términos y preguntarme si Roma sería capaz de conquistar a Bruno Mesa. Dejo la pregunta, que me parece oportuna, sin responder y que el lector conteste si quiere cuando termine el libro.

"Vagabundear por la ciudad se convirtió en una obsesión" dice Bruno Mesa en el prólogo. Y añade: "el único protagonista de estas páginas debería ser la ciudad, y en ella los que escapan y vuelven, ese desfile que nunca se agota". El ir y venir de las gentes se le antoja a Mesa una puerta giratoria. "El que vagabundea por una ciudad no busca nada, dice Mesa, solo encuentra. Por eso durante meses me he dejado llevar por el azar, empujado por unas calles a otras como hechizado por sus historias. Por más que vagabundeo e insisto, no es posible aquí repetirse. Roma se reinventa en cada esquina" Desde la llegada a la ciudad en octubre de 2010 hasta la partida en junio de 2011 asistimos al encuentro de un escritor de Tenerife, suficientemente exótico ("una especie de escarabajo africano" como se define a sí mismo), con una de las ciudades más grandiosas de este minúsculo planeta. ¿Qué cuenta un indígena cultísimo de las Islas Afortunadas (para Bruno Mesa más bien "Desafortunadas"), que ha vivido toda su vida con el rumor del turismo de masas en el aire, de una ciudad que ha sido y es imán de millones de turistas y peregrinos? 

Lo singular de este Diario es que Bruno Mesa ofrece cualquier cosa menos la perspectiva de un turista. De hecho, Bruno Mesa me parece la antítesis de esta singular especie migratoria. Quizá porque procede de un territorio donde el turismo es la principal fuente de ingresos y una religión del culto a Helios cada vez más agobiante, Bruno Mesa ha desarrollado anticuerpos que le protegen de la mirada superficial, la prisa, el repentino e inexplicable interés por los monumentos y el instinto de rebaño que caracteriza a esta especie. Pasar nueve meses en Roma sin seguir las huellas de ningún cicerone parece una proeza y desde luego es una extravagancia. Una extravagancia del vagabundo que fue. Se equivoca quien espere en este Diario Romano una guía al uso porque no encontrará tal cosa. El libro comienza significativamente con un timo. Recién llegado a Fiumicino Bruno Mesa cae en las garras de un taxista que le pide por el trayecto del aeropuerto a la Academia 50 euros y le acaba cobrando 70.

El 1 de noviembre de 1786 un alemán llegó después de muchos días de viaje a esta misma ciudad: "por fin he llegado a esta capital del mundo". Ese alemán era Goethe. Bruno Mesa es menos solemne. Goethe llegó en varias etapas, cambiando muchas veces de coches de caballos, y con el aire de Italia ya metido en los pulmones. El viajero moderno que se baja del avión aterriza después de un salto. Hemos ganado en rapidez, pero hemos perdido tiempo. La Roma de nuestros días no es la Roma de Goethe, sino la de Fellini o Sorrentino. Hoy la visitan a miles japoneses y coreanos y existe muchísimo menos peligro de morir apuñalado en la calle.

Nueve meses dan para conocer con relativa profundidad el carácter de un pueblo y sus costumbres. Aunque en este libro no aparecen retratados solamente el camarero que trabajó en Madrid o el peluquero de Caserta al que Bruno Mesa escucha con arrobo porque habla con acento del sur o el político aventurero que hizo carrera pasando de un partido a otro hasta fundar el suyo. Tambíen asoman sus compañeros becarios y los funcionarios que mantienen la Institución donde se aloja.

"No hay lugar que represente mejor la decadencia que la Academia de España en Roma" dice Mesa. Podemos imaginar que lo que sigue, en lo que atañe a esta Institución, no será muy elogioso. Digámoslo claramente: es un desastre. 

Este libro está escrito con tanta cólera como nostalgia. Luis Cernuda escribió en un poema: "esa inevitable/falacia de nuestro trato humano". A esa inevitable falacia, que otros temperamentos más joviales pueden tomarse a risa, es muy sensible Bruno Mesa. Eso no le acobarda: al contrario, le dispone al ataque. Las líneas que dedica al director de la Academia son demoledoras. Este personaje"modoso e insustancial" (espero por su bien que no lea el libro) es para Bruno Mesa el representante de los diplomáticos y altos funcionarios del Estado. No sólo el director es el blanco de sus dardos, también lo son supuestos intelectuales. Gente que acude a la exposición de un artista, por ejemplo: "Acuden, dice Mesa, muchos italianos de traje y corbata, atraídos no sabemos por qué. Parecen gente seria, intelectuales, señoras emperifolladas, una anciana solitaria con sombrero cloché y aire decadente, desaparecida dentro de sí misma". En un encuentro casual con una compañera por los pasillos del edificio la joven le asegura que hay una reunión con genios internacionales, la mayoría intelectuales y becarios de otras academias, sobre todo alemanes y belgas, etc. Mesa termina la escena con una escueta frase: "Sin dudarlo me encierro en mi habitación." Mesa sabe ser mordaz y atajar la ingenuidad con una risotada. Una visitante de la Academia le confiesa: "Nunca he estado con gente tan creativa, tan brillante... Te lo aseguro, estoy sorprendida. No hay uno solo que no esté lleno de ideas y talento. "No puedo contener la carcajada", concluye Mesa.

Hay un ambiente opresivo dentro de los muros de la Academia que los paseos sin rumbo por Roma pueden ventilar. "Carezco, escribe, de virtudes sociales y tiendo a encerrarme y a huir. No confiaba en nadie e intuyo que ninguno confiaba en mí. Solo era el escritor zurdo de la habitación doce". Con el paso del tiempo la cárcel que empezó siendo la Academia se convierte en algo cada vez menos inhóspito. En estos vagabundeos por el Trastevere, Villa Borghese o Villa Pamphili, recorriendo callejones y parques, observando el fenómeno humano y la huella que ha dejado la historia en los sampietrini, los adoquines de la ciudad, Bruno Mesa parece encontrar aire fresco, aunque sea a costa de sufrir el caos circulatorio de Roma (que será aún mayor en Nápoles) Las vespas son en Roma, nos dice, lo que las vacas en la India.

"De exposiciones, actos literarios y otros compromisos sociales, líbranos Señor" esa parece su letanía. Bruno Mesa huye de ellos como de la peste. "Voy a un recital de poesía, que es un acto propenso al masoquismo" dice.  En la sala del Instituto Cervantes en Piazza Navona organizan un acto titulado Creadores del Uruguay. "Es difícil saber por qué uno decide entrar", comienza. Al final queda clarísimo por qué huye.

En una ciudad tan vital y decrépita Bruno Mesa anticipa con la imaginación lo que será de nosotros dentro de unos cuantos siglos. Es una visión melancólica. La visita a la Biblioteca Angelica, donde Mesa persigue una de sus pasiones, la fotografía, le lleva a decir: "Dentro de unos pocos siglos, en otra biblioteca al otro lado del mundo, alguien repasará los lomos de otros libros con la misma amargura con que lo hace uno, con la misma sed" Visitando una domus romana del siglo II a. C. dice: "Quizá dentro de dos milenios alguien visite una excavación similar. Para ese día seremos nosotros la historia, el rumor primitivo, el fraude del tiempo" Y en las excavaciones de Ostia Antica se entrega a una meditación como de Shelley en las Termas de Caracalla: "En esto acabarán, dice Mesa, los lugares donde hemos dejado nuestras sombras, las calles que nos vieron nacer, aquella casa donde era posible caer enfermo"

En esos nueve meses Mesa realiza un par de excursiones: Venecia (Nada es tan inverosímil cmo descubrir que Venecia es real), Florencia, Nápoles. Su Diario Romano es también un Diario Italiano. Su visión no es sólo urbana, es nacional. "Qué fabulosos espectáculos ofrece Italia a un extranjero. Cada día, mientras leo el periódico, me pregunto si este país no será ficción." De Italia destaca Mesa la ilimitada capacidad para producir realidades inverosímiles. Y señala un rasgo de los italianos: el individualismo. "Italia, dice Mesa, es un país de grandes individuos, contradictorios y fabulosos, de una inteligencia admirable". Pero añade que este individualismo inherente al italiano produce todas las maravillas y las miserias del país. Coincide Mesa con la visión escéptica que tiene Ennio Flaiano: "En Italia la situación es grave, pero no seria" Del nepotismo romano observa Mesa: "Roma es una ciudad de hermanos y padres, de primos, sobrinos y cuñados" Esto podría corroborarlo un simple estudio de las familias que más papas han dado a la Iglesia.

Quien no quiso seguir a ningún guía se ve forzado a servir como tal: "Cumpliendo amistades, nos dice, he visitado en los últimos meses 4 veces los Museos Vaticanos, 5 Capitolinos, 7 Foros Romanos, una decena de Navonas, Farneses y Trevis, inteminables Santa Marías in Trastevere, Sopra Minervas y Panteones" Mesa, que no se fija en los monumentos, repara en las expresiones de asombro de sus acompañantes. Observa a los que observan. Durante su estancia recibe varias visitas, entre ellas las de García Martín, Xuan Bello y Javier Almuzara. "Antes de saludar a Martín ya estoy discutiendo con él" dice Bruno Mesa y añade más adelante: "Nuestra amistad no puede ser más sólida: nos vemos una vez cada diez años y vivimos a dos mil kilómetros de distancia" Esto suena a paradoja, pero como declara Mesa en este mismo libro: "Al ser humano le favorece la paradoja" Sospecho que la visita que más le emociona es la que en marzo, medio año de Roma a sus espaldas, le hacen su hermana, sobrina y cuñado. "Siento, dice Mesa, que apenas escribo de aquellos a los que debeo demasiado. A Sandra, mi hermana mayor, se lo debo casi todo" Bruno Mesa es ya un romano. Y quien ha sido romano alguna vez no dejará de serlo nunca. Tan romano como la estatua del sombrío Giordano Bruno.

Llega junio. Se acerca el final de la estancia, o como dice Mesa, enemigo de la solemnidad y la efusión sentimental: "se acabó el juego". Para esta despedida nos da un consejo sensato, el que da título al libro: "No guardes nada en tus bolsillos". Es el momento de hacer balance: "Hemos sido durante unos meses, escribe, aquello que nos pasamos la vida intentando recobrar: ser niños que juegan inadvertidos, despreocupados, insensatos, tal vez felices. Hemos cumplido con todos los ritos: las discusiones, el amor, la enfermedad, el reglamentario frío, el arte y su fachenda, el timo y la ganga, la belleza y el miedo, hemos recorrido Italia y ella nos ha entregado su deliciosa enfermedad, su conjura escenificada." Finalmente no es el huraño irreductible que podría parecer y recuerda con afecto, a punto de partir, a algunos compañeros de aventura a los que cita por su nombre. Tal vez les guarde algo de afecto porque sabe que no volverán a verse. Y eso, nos dice, es todo lo que se lleva de allí. No hay mejor equipaje: "no hay Berninis, dice, Caravaggios o Rafaeles que puedan igualar el milagro, detenido e irrepetible, de verles compartir la locura de la existencia alrededor de una mesa." Si hay un lugar en el mundo donde se puede compartir esa locura de la existencia es Roma. Aunque a Mesa le basta un suburbio de Santa Cruz, su ciudad natal. 

Con esa ironía suya, que es rasgo de su estilo, habla Mesa de un viejo amigo que la literatura no ha conseguido destrozar. La literatura: esa enfermedad o toxicomanía como él la llama. Cumpliendo con estos ritos "propensos al masoquismo" he presentado a ustedes el Diario Romano de Bruno Mesa y les animo a leerlo. Verán que Roma es algo más que el Coliseo y que Italia puede convertirse, para un escritor llegado de un remoto archipiélago africano, ese escritor zurdo de la habitación doce, en una patria adoptiva que nos maravilla y exaspera como lo hacen los amores verdaderos.