Ionesco

"La cantante calva" es una pieza fundacional (que se dice) del Teatro del Absurdo. Bueno. La historia es bien simple: en los alrededores de Londres vive el matrimonio Smith. Reciben la visita del matrimonio Martin y luego la de un bombero. También hay una sirvienta que anuncia la llegada del matrimonio visitante. ¿De qué hablan estos personajes? Parece que Ionesco nos está tomando el pelo. La obra se estrenó en París en 1950, no es precisamente una cosa reciente. Es muy hábil Ionesco: no dice que la realidad sea absurda ni nada parecido, los personajes dicen cosas vacías (aparentemente). Es un permanente juego que rompe la lógica de las relaciones sociales y es algo más profundo. Si ver a un hombre atándose los zapatos en la calle es un gran acontecimiento, entonces, ¿qué está pasando? ¿Y dónde está esa cantante calva? Suceden cosas extrañas sin que a nadie le llame la atención: ¿qué hace un bombero en una reunión de dos matrimonios? Es normal. Los Smith, los Martin y el bombero van perdiendo la cabeza a medida que pasa la velada: terminan por hacer juegos de palabras y finalmente sonidos sin sentido. Ya, claro: es el clímax, es entonces cuando más sentido tiene la obra.
       Yo asistí al estreno en París en 1950, antes de que naciera. Me gustó tanto que decidí nacer 17 años después. Ahora comento esa pieza (la leí esta mañana y me encantó). Mientras escribo esto (aún no he muerto) oigo a gente dar voces de alegría. Ver a un señor leyendo el periódico es un gran acontecimiento. Por eso estoy agradecido a Ionesco y a la madre que lo parió.

La mariposa en el mapa

Que levanten la mano los que conozcan a Frederic Prokosch. Dedicar un libro a un autor totalmente desconocido es un riesgo si quien lo escribe es alguien al que le interesa más el éxito que la propia literatura. Jorge Ordaz (Barcelona, 1946) ha escrito un libro La mariposa en el mapa (Luna de Abajo, 2018) que trata de su relación como lector con Frederic Prokosch. Este señor existió, efectivamente. No es una invención. Fue un prolífico escritor norteamericano nacido en Madison, Wisconsin y muerto en el sur de Francia. Un americano europeizado que parece estar en tierra de nadie: demasiado europeo para los americanos, demasiado americano para los europeos. "No recuerdo con exactitud cuándo oí hablar por primera vez de Frederic Prokosch", dice la primera frase del libro. A partir de aquí nos espera un relato espléndidamente construido, en el que se discute sobre la fama y el olvido, las modas que vienen y van, los avatares de las publicaciones, la impostura en la literatura, las identidades ficticias y la influencia de la crítica literaria. Ordaz aprovecha para hablar de libros, del destino de los libros: en el capítulo "Cosas que a veces traen los libros" hay un fascinante catálogo de objetos que aparecieron en algunos libros que Ordaz adquirió a lo largo de los años. Hay algo de autobiográfico, en cierto modo Ordaz se identifica con el destino de su héroe (el capítulo "Rechazos" es una lección para todo escritor joven que quiera hacerse un nombre). Jorge Ordaz inserta un par de homenajes a amigos suyos, letraheridos como él: Alberto Cardín, José Doval, Pedro Ugalde, todos ellos fallecidos. Es evidente que Ordaz sabe que este libro no va a ser un éxito de ventas y es lástima porque rezuma literatura por los cuatro costados: pasión por la literatura. Aquí se cuenta una historia doble: la historia de un autor (Prokosch) y la historia de un lector (Jorge Ordaz). Es una historia de amistad a través de las letras.
           Este libro demuestra, sin proponérselo, que para ser escritor se necesita haber leído mucho (la erudición de Ordaz es abrumadora) y no sólo "obras maestras" de "grandes genios". Hay, además, que tener un gusto propio, poco convencional. (¿Pero quién diablos es Prokosch?) La prueba es este libro, La mariposa en el mapa, donde Ordaz consigue rescatar de los "anaqueles polvorientos" (como diría el poeta José Luis Sevillano, otro gentleman como Ordaz) de las librerías de lance a este raro escritor americano que conoció muy joven la fama con sus dos primeras novelas (celebradas por gente como Thomas Mann o Albert Camus) y que el tiempo se ha encargado de borrar. Sin embargo, y este es el prodigio, Prokosch cobra vida en este libro que no es ensayo, ni biografía, ni novela. Despierta la curiosidad por la obra de este autor. "Este texto, dice Ordaz, es la historia del reencuentro con un autor que me ha acompañado con intermitencias durante cincuenta años y cuya vida, personalidad y obra literaria me resultan especialmente fascinantes" ¡Cincuenta años! El libro está enriquecido con ilustraciones entre las que figuran un par de cartas que Prokosch escribió en inglés a Jorge Ordaz, admirable admirador de este oscuro personaje. A los que pasen por este blog y lean esta nota les recomiendo vivamente La mariposa en el mapa, que es un rareza en el mejor sentido de la palabra. Un libro generoso que es un homenaje a Prokosch y en sentido más amplio a la literatura. Cacen, señoras y señores, esta mariposa.

Aquí, filosofando...

"Sólo hay un problema filosófico verdaderamente importante: el suicidio". No estoy de acuerdo con el gran Camus. Pero eso es otro asunto. Hay otra forma de considerar si la vida (absurda o no) merece la pena. Pueden cambiarse los términos del problema camusiano de esta forma: "si te dieran la posibilidad de volver a nacer y ser la misma persona con la misma vida que has llevado hasta este momento, ¿aceptarías?" Pero no es lo mismo preguntarle esto a un chico de 20 años que a una vieja de 97. Tampoco es lo mismo preguntarlo a alguien que en ese momento se rompe una pierna o sufre una humillación que a alguien que en ese momento está cenando en un restaurante con la persona que ama. Nos hemos enterrado ya muchas veces a lo largo de la vida. Hemos olvidado muchísimo. Vivir consiste, sobre todo, en olvidar. Lo extraño es que de tanta pérdida se conserve nuestra identidad personal. ¿Qué tenemos finalmente? Si realizamos una reducción drástica sólo nos queda este instante fugitivo, este "ahora" fugaz. ¿Hay cosa más frágil que esta duración permanentemente comprometida por toda clase de peligros? Si somos lúcidos constatamos que la vida es una alucinación, es un tenue sueño. Sabemos que un día (puede ser dentro de 5 minutos) nuestro corazón se parará. "De la vida, decía Anaxarco, no sé que me sorprende más: si su nulidad o su extrañeza". Pitágoras decía: "da lo mismo estar vivo que estar muerto". Sólo los pocos que alcanzan un altísimo grado de conciencia demuestran esta indiferencia en la que se vence el terror de la muerte. La muerte, para ellos, es un espantapájaros. 

Lobos

Yo estaba solo en ese momento, empezaba a oscurecer. Caminaba por un sendero al lado del río, entre árboles. Llegué al cercado de los lobos. No vi ninguno en ese momento. Puede ser que "el aula del lobo" hubiera cerrado. Al poco rato aparecieron tres ejemplares adultos, como no soy experto no supe distinguir el sexo de cada uno. Eran grandes, robustos, con una cola grande, orejas puntiagudas y hocicos afilados. Entre ellos se hostigaban, gruñían (en todo grupo existe una jerarquía). Recuerdo el gesto de uno: pasó su cabeza por encima del lomo del otro. Se habían acercado para ver a ese humano solitario que les visitaba. Si caminaba unos pasos ellos se movían. Si me detenía, ellos también. Entre nosotros había una valla y a unos tres metros una cerca con una malla verde que no permitía observarles con detalle. Esos tres lobos cautivos no daban ningún miedo, desde luego. Pensé en la frase latina que todo el mundo conoce: "homo homini lupus". Aprovechando que estaba solo me tomé la libertad de recitarles en voz alta unas estrofas de la "Oda a un ruiseñor" de Keats (el lugar boscoso y la hora eran propicias) a ver si esos sonidos ingleses les encantaban de alguna manera. Me parecieron inocentes, si son carnívoros no es culpa suya. En eso que se llama "naturaleza" cada especie tiene su sitio y su función. Se trata principalmente de comer y ser comido. Que la naturaleza en conjunto tenga una finalidad ya lo dudo mucho. No lo creo. En todo caso: pobres lobos cautivos y vencidos. La loba capitolina fue la madre de Roma. La civilización consiste en dominar al "lobo" que llevamos dentro, en proteger a los débiles. Esa es una tarea extremadamente difícil, por eso la civilización es tan preciosa como frágil. Últimamente se habla mucho en España de una particular "manada". Aplicada a los lobos es una descripción, aplicada a humanos es una metáfora repulsiva. Respiramos un aire pestilente. Considerando estas cosas me despedí de los tres lobos.