L'homme est ainsi fait qu'à force de lui dire qui est un sot, il le croit. Et à force de se le dire à soi-même, on se le fait croire. Car l'homme fait lui seul une conversation intérieure, qui'il importe de bien régler.
"El hombre está hecho de tal manera que, a fuerza de decirle que es tonto se lo cree. Y a fuerza de decírselo a sí mismo, se lo cree. Pues el hombre tiene una conversación interior que importa ordenar bien"
¡Así es, monsieur Pascal! ¡Ha dado usted en el clavo! Nuestra vida auténtica no son los sucesos exteriores, sino esa conversación secreta, mental, que tenemos continuamente con nosotros mismos. Importa ordenar esa conversación. Nos va la vida en ello. Otra genial intuición de Pascal, que era un extraordinario psicólogo.
En "onT se le fait croire" sobra la te.
ResponderEliminarYo hubiera traducido la segunda y tercera frases: "Y a fuerza de decírnoslo a nosotros mismos, nos lo creemos. Pues el hombre mantiene una conversacion interior consigo mismo, que es importante regular bien."
"Otra genial intuición de Pascal, que era un extraordinario psicólogo."
Yo diría que fue un extraordinario psicólogo de sí mismo. Y autoanalizándose tan bien nos analizó a todos.
A mí los dos pensadores que más me dan la impresión de inteligencia cuando los leo son Pascal y Nietzsche (dos autores de los que releo fragmentos con frecuencia). Pero el problema con el amigo Friedrich es que es un tipo doble: a veces de una inteligencia alucinante y otras de una estupidez asombrosa. Cosa que no le pasa a Pascal. Pascal no dice nunca tonterías.
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Corrigo la falta. Merci.
EliminarLos "Pensamientos" de Pascal, como sabes, son apuntes para un libro que Pascal no llegó a terminar. Quizá en ese carácter fragmentario radique su poder de sugestión.
Por otras razones, Heráclito es muy sugestivo. Hasta nosotros sólo han llegado sus relámpagos. Sócrates decía de Heráclito: "he entendido muy poco, pero lo que he entendido me parece soberbio" La Antigüedad ya tenía sus hegels.
¿Impresión de inteligencia? Pascal, desde luego. Nietzsche también, como dices. Añadiría, por citar a alguien más (hay unos cuantos): Tomás de Aquino, San Agustín, Maquiavelo, Hume...
Como dice Felipe: "cuando leo a los fiósofos me gusta verlos pensando"
Y corrijo el "corrigo". Madre mía.
EliminarLa primera parte de la cita se parece mucho a lo que decía Göbbels: "Wenn man eine große Lüge erzählt und sie oft genug wiederholt, dann werden die Leute sie am Ende glauben".
ResponderEliminarEs en la parte final donde se distinguen. Göbbels termina diciendo que la verdad es enemiga mortal de la mentira: Die Wahrheit ist der Todfeind der Lüge. Y por ello la mayor enemiga del Estado: der größte Feind des Staates. Lo que también es una gran verdad.
Así que sí, claro que importa ordenar esa conversación. Como bien dices nos va la vida en ello.
Saludos
Anonima.
Qué cínico el doctor Goebbels. Siendo ministro de propaganda se entiende esa afirmación. Goebbels sería el antípoda de Pascal. O no, estaría fuera de cualquier comparación con el francés.
EliminarNo sé si Pascal tenía en cuenta las personas que padecen un estado de miseria extrema. Creo que en ellas esa conversación interior está apagada, no existe. Pero eso es otra cuestión.
Saludos
No estoy de acuerdo "si es otra cuestión esa conversación interior que está apagada". Nos ayuda a alejarnos de una conversación estructurada (ordenar esas conversaciones internas) que podrían acabar en el vacío. Sentir la necesidad de querer ordenar ese diálogo interno, puede llevarnos a llenarnos de una falsa identidad.
ResponderEliminarLejano, desde que leí la cita de Nietzsche sobre las mujeres que dejé en una entrada de Francisco Alba, deduzco que estaba como una cabra.
Sin embargo copio este pequeño texto, en el que estoy de acuerdo:
Decía Nietzsche, que cuando los hombres no vivían todavía en sociedad, eran libres, salvajes, vagabundos, y sus instintos naturales se exteriorizaban para luchar en el medio hostil de la naturaleza (probablemente se refería al deseo sexual, la supervivencia física, el sufrimiento, el placer y la agresión cazadora). Sin embargo, cuando el hombre empezó a vivir en sociedad y en la paz, todas esas fuerzas interiores no podían desahogarse hacia afuera, hacia el medio natural, y se volvieron hacia dentro, hacia el interior de nuestra mente.
¿Cómo ordenáis vosotros vuestra conversación interior?.
Con un par de vinos después del trabajo.
EliminarSaludos
Ander
Yo no sé cómo ordenar esa conversación o ese monólogo interior que todos tenemos sin cesar mientras estamos despiertos.
EliminarPosibles medios de ordenar la cháchara mental: dar un paseo, tomar unos vinos, reírse, no ver ningún telediario. Doy por hecho que se tiene un techo, comida y compañía medianamente grata.
Nuestra salud mental puede depender del hilo de una telaraña.
Lo anterior va dirigido a L.N.J.
EliminarEscribir también puede servir, creo. Y ese puede ser el hilo irrompible que preserve nuestra salud mental. Algo así como el lecho en el que verter tanta confusión. Hasta cierto punto.
EliminarAnder
También leer. Quizá no ordene nada, pero puede mantener, más o menos, en su sitio ese hilo.
ResponderEliminarOtro anónimo.
Leer, muy probablemente, aumenta la confusión. O quizá no. No lo sé ahora. Quizá mañana cambie de opinión.
EliminarAnder
Leer quizá aumente la perplejidad más que la confusión. Depende de lo que leas. Leer puede ser una forma de cambiar constantemente de opinión.
EliminarDos autores que sacaron a la luz esa "corriente de conciencia" son Schnitzler y Joyce. TS Eliot en "La tierra baldía" parece
Eliminarun monólogo interior, en algunos momentos, de un oficinista en Londres hacia 1920.
Pascal dijo que el hombre tiene una conversación consigo mismo (hecho) que importa ordenar bien (moral).
¿Cómo es esa conversación con uno mismo en el habitante de una metrópoli en nuestros días? La mente está asediada por señales sonoras, visuales, por mensajes, conversaciones, estímulos de todo tipo: sexuales, violentos, narcisistas, etc. Son miles los cantos de sirena. "La Tierra baldía" se refiere a eso. No han cambiado mucho las cosas en un siglo.
Una permanente distracción, en definitiva. Citanto a Eliot: "distraídos de la distracción por la distracción". Millones
de anónimos hablando consigo mismos en medio de la multitud.
Leer el desorden puede ayudar a ordenar la mente. Así que recomiendo el "Ulysses" de Joyce.
Los maestros zen llaman a ese monólogo íntimo "el mono interior", porque no para de saltar de un lado para otro, hace muchas tonterías, no descansa nunca, es incontrolable, etc.
ResponderEliminarY recomiendan, durante la meditación, no hacerle caso, distanciarse de él, verlo desde lejos, no intervenir.
Los budistas y los hinduistas, mucho mejores psicólogos que los occidentales, han tratado mucho de ese tema.
Para mí la solución consiste en utilizar ese monólogo para sacar ideas de él, por ejemplo en forma de aforismos. Cuando "me pillo" in fraganti en uno de esos monólogos, intento condensarlo en un aforismo. A mí me funciona muy bien desde hace muchos años.
Ander, el sentido común nos dice que no es bueno tomar esas copas de vino antes de ir a trabajar por muy filósofos que nos pongamos después. Tienes sentido del humor.
ResponderEliminarEscuché en un programa de radio que había filósofos que solo leían y observaban temas y detalles puntuales de sus vivencias en su vida cotidiana. Por ejemplo, un cartel al entrar en una oficina: "Entren y salgan despacio".
¡Ojo, cuidado con la locura!.
UM Saludo
Hola:
EliminarYo ha hablado de vinos "después" del trabajo, no antes. Pero, bueno, dependiendo del trabajo que se tenga, también podrían ser "antes". Lo dejo a gusto de cada cual...
Saludos
Ander
Sì, te leí bien. Por eso he dicho lo de tomar el vino antes de trabajar. Te imaginas el descontrol?
ResponderEliminarHay personas que controlan muy bien ese punto de melancolía con unas copas de más en determinados trabajos. Hasta para eso hay expertos.
Un saludo
A mí me ha pasado (después de trabajar) que, en una tarde algo melancólica, he acudido deliberadamente a un par de crianzas, para beberlos sosegadamente, y me han sentado como el mejor analgésico del mundo. No es ironía. Creo que, a veces, el vino es el remedio definitivo. Con ese punto reconfortante y luminoso que nos aporta, borra toda pesadumbre y nos torna ligeros, sin atisbo de esos nubarrones que nos amargaban hacía poco. Se lo recomiendo a todo el mundo. Y los grandes dispensadores de remedios que nos atosigan deberían hacer lo mismo.
ResponderEliminarSaludos
Ander,
La edición española de "La leyenda del santo bebedor", de Joseph Roth (Autor al que se dedica una entrada por aquí al lado), incluye un prólogo de Carlos Barral defendiendo las bondades del vino (y otros licores) tan recomendable como el propio relato al que acompaña.
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