Esta mañana entró un cóndor en la oficina. El pájaro se posó encima de un armario, defecó, giró la cabeza. Parecía tranquilo. Abrió las enormes alas negras y levantó una corriente de aire que arrastró varios folletos publicitarios. Ni los clientes ni los ordenadores se asustaron. El cóndor alzó el vuelo y dió cuatro vueltas alrededor de la columna. Como la mosca que busca la salida dió unos topetazos contra los altos cristales blindados hasta que se marchó de vuelta a los Andes.
Como en la vieja canción, parece que "el cóndor pasa", en ambos sentidos del término.
ResponderEliminarNo extraña que el cóndor haya sido sagrado para los incas. Es un ave majestuosa y desde luego no tiene vértigo.
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