Robinson Jeffers (1887-1962), gran poeta norteamericano. Se le considera precursor de la conciencia ecológica. Era solitario y misántropo. Robison Crusoe: Robinson Jeffers. Milosz confesó su admiración por este poeta, aunque no compartía su visión del mundo. En un lugar de California, al borde del Pacífico, construyó una casa de piedras para vivir en ella. Es bastante fea, la verdad, pero ¿cuántos de nosotros podemos decir que vivimos en una casa fabricada con nuestras manos? Tan acostumbrados estamos que no caemos en la cuenta: a Chesterton le parecía lamentable que el hombre moderno viviera en casas que no había construido él mismo. Para Jeffers el hombre es una especie destructiva que vive centrada en sí misma, indiferente a "la asombrosa belleza de las cosas" No sé si le hago un favor traduciendo así asá estos dos poemas suyos.
FIN DEL MUNDO
Cuando era joven, en la escuela, en Suiza, hacia la época de la guerra
de los Bóers.
Dábamos por sabido que la especie humana
duraría tanto como la Tierra, sin morir hasta que ella muriera. Escribí un poema escolar
sobre el último hombre caminando con estoica dignidad por la orilla muerta
del último mar, solo, solo, solo, recordando todo
el pasado de su especie. Pero ahora no pienso así. Morirán sin rostro en rebaños
y la Tierra florecerá largo tiempo después de que la humanidad haya desaparecido.
EL OJO
El Atlántico es una fosa tormentosa y el Mediterráneo
un estanque azul en el viejo jardín,
más de cinco mil años ha bebido el sacrificio
de barcos y sangre, y brilla al sol. Pero aquí, en el Pacífico,
nuestros barcos, aviones y guerras son perfectamente irrelevantes.
Ni la presente enemistad mortal con los valientes enanos
ni ninguna futura pelea mundial entre el hombre occidental
y el oriental, migraciones sangrientas, codicia del poder, choque
de creencias
todo eso es una mota de polvo en el gran platillo de la balanza.
Aquí, desde esta costa escarpada, promontorio tras promontorio
zambulléndose como delfines a través de la bruma marina
en el pálido mar -miro al oeste, a la montaña de agua, es la mitad
del planeta:
esta cúpula, esta mitad del globo, este abultado
globo ocular de agua, arqueado hasta Asia,
Australia y la blanca Antártida. Estos son los párpados que nunca
se cierran,
este es el agudo y el vigilante
ojo de la Tierra, y lo que mira no son nuestras guerras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario