De vuelta del trabajo, en la burbuja del coche, escucho la voz de Auden, de Frost, de Robert Lowell o de Stephen Spender recitando sus poemas. Cualquier momento es bueno para escuchar a estos poetas de lengua inglesa. Hubiera sido espléndido, claro, poder escuchar a Baudelaire o Whitman, pero nacieron antes de este invento.
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