Nadaritmos

Somos solitarios sin intimidad. Estamos -dicen los expertos (habrá que creer a los expertos en esta época hiperespecializada)- asistiendo a la revolución digital. Creo que esto lo advierte el hombre de calle de manera más o menos consciente. En este blog han aparecido algunas entradas que tratan de la importancia fundamental que tienen en nuestras vidas dispositivos como el smartphone. Subrayo la soledad, el individualismo, que esto produce. No cambia nuestra forma de relacionarnos con la realidad (seguimos siendo humanos y nos mueven las emociones) lo que cambia es la realidad. Como se sabe la realidad es una convención, no viene dada de suyo, es algo que se construye. Esta nueva realidad nos priva del cuerpo. Somos seres sociales, pero el intermediario, el entrometido, es la tecnología. Se nos insta a que "compartamos" nuestras experiencias, gustos u opiniones con nuestros prójimos (el prójimo ya no es el "próximo" es un ente abstracto y remoto). Ya vayamos de viaje, subamos a una montaña, estemos en familia o asistamos a un pogromo hacemos fotos o grabamos vídeos con el móvil; lo subimos (o bajamos) a las redes sociales. Así estamos condicionados: nos mueve el deseo de agradar, de conmover o de provocar a esa comunidad del ciberespacio. En ese proceso la inteligencia artificial, de mirada fría, divina en su carácter omnisciente (aspira al dominio absoluto que no nos engañen) está aprendiendo nuestros gustos, conoce nuestra situación financiera, estudia nuestra personalidad. Por medio de los famosos "algoritmos" el capitalismo digital dispara con mira telescópica en nuestra frente de consumidores. Vivimos en un espejismo de libertad. Probablemente nos encontremos en un proceso acelerado de deshumanización. Cada uno en su casa y dios en nuestro bolsillo. Miremos en nuestro móvil la lista de los contactos de whatsapp. Es nuestro universo de relaciones y cada vez cobra más fuerza. ¿En qué conversación familiar no se entromete un vídeo gracioso que alguien nos ha enviado? Contactos de whatsapp. ¿Son una comunidad de amigos, familiares, conocidos, amantes o vivimos cada uno por nuestro lado radicalmente solos? ¿Nos hacen compañía o son fantasmas? Es desconcertante que aparezcan en esa lista -y creo que no exagero- personas con las que no tenemos trato desde hace años. Incluso, yendo más lejos, que existan sujetos a los que no hemos llegado a ver en nunca en persona. No los borramos por miedo, probablemente. Esto es totalmente desconcertante. Uno de los resultados, a mi entender, de esta revolución digital (las consecuencias de esta revolución las ignoramos pero no parecen halagüeñas) es que nuestro trato con los demás es cada vez más pobre y decepcionante.

6 comentarios:

  1. Mi teléfono móvil no tiene, ni nunca ha tenido, conexión a internet. Inútil explicar pues que no tengo whatsapp. Tampoco he pertenecido nunca a ninguna red social. Y tengo, no obstante, una vida pública (soy escritor, con unos cuantos libros publicados), y no me siento nada aislado.
    NO ESTAMOS OBLIGADOS a nada; podemos escoger la vida que deseemos llevar. Escoger una determinada, y echarle luego a ella (no a nosotros, tan ingenuos e inocentes) toda la culpa de lo que no nos guste, reconozco que es muy cómodo. También es perfectamente falso, a mi modo de ver; pero no se puede tener todo.

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    1. Si vives en una gran ciudad y eliges no tener coche esto no te libra de respirar el aire contaminado. Aplícalo a la tecnología: que tengas móvil sin conexión a internet no quiere decir que en Silicon Valley estén echando la siesta. Te afecta como a todo hijo de vecino, lo quieras ver o no.
      Dices: "no estamos obligados a nada, podemos escoger la vida que deseemos llevar" No comprendo de dónde sacas una afirmación tan fabulosa. Hay una cosa que se llama dinero y se necesita, me parece, para vivir. Y otra que se llama salud: cuando falta suele ser una limitación.
      Tu comentario, por otra parte, deja de lado el asunto de la entrada que es la revolución digital. ¿Tienes alguna idea al respecto? ¿A tí no te parece que está cambiando nuestra manera de relacionarnos? No se trata de que estés conforme con tu vida (enhorabuena) o yo disconforme con la mía. Eso es entrar en el terreno personal y no me parece correcto. Cuando Max Weber, Adorno, Horkheimer, Benjamin, Marcuse o Bauman criticaban la sociedad contemporánea no se estaban quejando de su vida. Esto es evidente.

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    2. Reproduzco literalmente lo que dices en la entrada: "Ya vayamos de viaje, subamos a una montaña, estemos en familia o asistamos a un pogromo hacemos fotos o grabamos vídeos con el móvil; lo subimos (o bajamos) a las redes sociales. Así estamos condicionados: nos mueve el deseo de agradar, de conmover o de provocar a esa comunidad del ciberespacio. En ese proceso la inteligencia artificial, de mirada fría, divina en su carácter omnisciente (aspira al dominio absoluto que no nos engañen) está aprendiendo nuestros gustos, conoce nuestra situación financiera, estudia nuestra personalidad. Por medio de los famosos "algoritmos" el capitalismo digital dispara con mira telescópica en nuestra frente de consumidores. Vivimos en un espejismo de libertad. Probablemente nos encontremos en un proceso acelerado de deshumanización".
      Yo digo que eso no es necesariamente cierto: en mi caso, y en el otra gente que conozco, no lo es. Yo ni hago fotos ni grabo los videos que dices, y menos, por tanto, los pongo en redes sociales. Ergo, según tú mismo, ni estoy "condicionado" (ni quienes no lo hacen lo están), ni por tanto me (nos) es aplicable, según tus propias palabras, lo del "espejismo de libertad" ni lo del "proceso acelerado de deshumanización", al no sernos aplicables los ejemplos en los que los basas.
      Y me gustaría saber en qué me influye a mí que otros lo hagan. Pones el ejemplo de la contaminación, que efectivamente padecemos todos en las ciudades, con independencia de que personalmente contribuyamos mucho o poco (o nada, si es posible) a ello. Pero el aire viciado está ahí, y yo no puedo no respirarlo. Puedo sin embargo, y lo hago, no participar de todo ese carnaval electrónico, no formar parte de las redes sociales ni tener móvil con conexión a internet: puedo, y lo hago. Y, en consecuencia, esas posibles limitaciones de la libertad de cada uno que, según tú, crean esas pertenencias y esas conexiones, no me afectan, puedo evitarlas si lo deseo. Y es de eso de lo que yo hablaba.
      Una cosa son las limitaciones propias de nuestra condición de seres vivos (no podemos vivir sin respirar) o de ciudadanos (tampoco podemos, o sólo muy difícilmente, hacerlo sin dinero), y otra el circo digital al que me refería, que está ahí y del que por tanto me llegará algún ruido más o menos amortiguado por la distancia, pero en el que puedo negarme a entrar si lo deseo. Y si no entro, podré decir con toda legitimidad que a mí no me afecta, y que a quien le afecta es porque ha escogido entrar.
      Una y otra cosa son ejercicios de nuestra libertad, y como tales tienen consecuencias (y costes). Ser adulto, tal como yo lo veo, es asumirlos, o luchar contra ellos; lo otro, lo del "espejismo de libertad" y el "proceso acelerado de deshumanización" me parecen fatalismos cómodos (la culpa, o la responabilidad, no son nuestras en absoluto, porque la libertad que nos permitiría llamarlas nuestras es puro espejismo; y la deshumanización, un declive geométrico más o menos inevitable), y poco o nada realistas. Así al menos, repito, es como lo veo yo.

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    3. En esta discusión creo que hay un malentendido que conviene aclarar.

      Ciertamente, se dice: "ya vayamos de viaje, subamos a una montaña" etc Esto es un plural histórico. Naturalmente no es un plural universal que afecte a todos y cada uno de nosotros. Es lo mismo que decir: "llegamos a la luna" o "conocemos el código genético". Pero la luna, como es sabido, la han pisado una docena de mortales y el código genético lo conocen los que hayan estudiado biología. Con ese "nosotros" se pretende dar un rasgo de época. Sin esa generalización no tiene sentido lo que digo.

      Lo que señalo es que la tecnología hace posible lo que en el pasado no lo era. Se dice, además, que no está cambiando nuestra manera de relacionarnos con la realidad (nos mueven las emociones, las mismas emociones) sino la propia realidad. Una realidad que ahora es, digamos, virtual. Seguramente si en tiempos de Tiberio existiera la fotografía Jesús se hubiera retratado con sus discípulos en la última cena. Leonardo da Vinci y Buñuel imaginaron esa escena. Uno con los pinceles, el otro con la cámara.

      En cuanto a que "vivimos en un espejismo de libertad" sostengo que esto es así, por la sencilla razón de que se nos quiere hacer creer que somos libres. Esta idea, si no me equivoco, aparece en el mundo moderno con la Revolución Francesa. Es un alto ideal que duró muy poco: la guillotina lo decapitó. Antes de 1789 no se le ocurría a nadie aspirar a ser libre. Cada individuo pertenecía a su estamento social en un orden sancionado por lo divino.

      Volviendo al "plural de época", (voy a llamarlo así): ¿no es cierto que vivimos en una sociedad de consumo? ¿Podemos prescindir de consumir o utilizar productos manufacturados industrialmente? Se nos ofrece una libertad falsificada: libres, sí, para elegir operador de telefonía o compañía de seguros. Habrá loables excepciones como la tuya, no lo niego, pero estamos ("plural de época") atados a la rueda del trabajo, el consumo y el ocio organizado. Y esto es un fenómeno global. Cristo dijo hablando de la providencia divina "hasta los pelos de vuestra cabeza están contados". Hoy quien sabe cuántos pelos tenemos en la cabeza es el Estado y las grandes corporaciones que manejan los Big Data.

      En cuanto al "proceso acelerado de deshumanización" nota que va precedido de la palabra "probablemente". Pero si la realidad que conocimos hasta hace poco se transforma, por obra de la tecnología, tan rápido habrá que replantearse en qué consiste ser "humano". La inteligencia artificial tiene mucho que ver con este cambio antropológico.

      Creo que en esta discusión tú eres el "integrado" y yo el "apocalíptico" por decirlo en términos de Umberto Eco. Me identifico, sobra decirlo, con la visión pesimista que tenían los escritores de Viena, que fueron hipersensibles a los cambios de la modernidad: Hermann Broch (la degradación de los valores), Karl Kraus (los últimos días de la humanidad), Freud (el malestar en la cultura) o la obra narrativa de Joseph Roth y Robert Musil.

      Gracias por tus comentarios.

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    4. Gracias a ti. Las respectivas opiniones están claras. Sólo haría una precisión: no he leído el libro de Eco, pero me figuro que la expresión "integrado" sería de aplicación más bien, en esto que discutimos, a quien se sirve ampliamente de todos esos medios (móvil, redes, etcétera) sin cuestionarse nada acerca de ellos. Dado que ése no es mi caso, ya que no los utilizo, no tengo claro que ese calificativo sea muy apropiado para mí.

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    5. Tienes razón: creo que tú no eres "integrado". Yo sí soy "apocalíptico". No ha sido afortunada mi comparación.

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