Gaviotas

Un poema de Primo Levi habla de las gaviotas de Turín. Si la gaviota es una ave marina, Turín no es una ciudad costera. Creo, no recuerdo bien, que Primo Levi lamenta que las gaviotas hayan dejado de comer peces para alimentarse en los vertederos. Es triste, claro, cambiar el paisaje marino (los vastos horizontes, los espacios abiertos, la libertad) por los sucios tejados de una ciudad del interior. Pero aquí hay comida (en la basura) y es más fácil de encontrar. Esas gaviotas desplazadas de su hábitat natural, ¿son bioindicadores de la degradación medioambiental que los humanos provocamos? 
         De uno en uno (o de huno en huno) quizá los hombres seamos razonables y acaso tengamos nobles sentimientos; pero es evidente que como especie, como hormiguero, somos el mayor depredador que ha conocido la Tierra. Allí donde ponemos el pie causamos estragos.
         Las gaviotas llaman a nuestra ventana, como el cuervo de Poe. Da lástima verlas, aunque ellas no se enteren. Ser ciego a la propia miseria es una penosa ventaja. ¿Cuánto habrá de gaviota urbana en cada uno de nosotros? ¡Quizá estéis bien alimentadas pero habéis perdido el mar! 
          Como habrá adivinado el avisado lector esta entrada es una parábola sobre la libertad. 

2 comentarios:

  1. Me gustó esa frase:"Las gaviotas llaman a nuestra ventana, como el cuervo de Poe". Solo le falta la frase que murmura la gaviota cuando le abrimos; podría ser "siempre igual".

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