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Retórica italiana
Antes de la Primera Guerra Mundial Italia era un país muy dado a la retórica entre políticos, militares y poetas. Discursos grandilocuentes, inflados, floridos, llenos de metáforas. Típicos representantes de este estilo barroco fueron D'Annunzio y Marinetti. Los generales del ejército italiano solían arengar a sus soldados con piezas semejantes. Luego se vio que esa guerra mundial no tenía nada de heroico; al contrario, era horrible, espantosa, infernal. Un poeta de entonces barrió toda aquella hojarasca de palabras huecas (no sólo estética sino moralmente despreciables) más propia de tiempos pasados. El poeta es Ungaretti. Es posible que su experiencia como soldado en el frente le hiciera rechazar la retórica al uso. A veces se necesita una guerra cruel para depurar un estilo literario. En el amanecer del 26 de enero de 1917 Ungaretti escribió el poema más breve que yo conozco (palabras escogidas como ninguna otras): Mañana. Me ilumino /de inmenso. Ungaretti se adhirió al fascismo y Giovanni Papini, al que ya nadie lee aunque es muy buen escritor, no ocultó sus simpatías por ese movimiento. Cuestión que da que pensar: hombres inteligentes como éstos cayeron en la fascinación de Mussolini. No eran las cosas tan simples como las vemos hoy.
La vida es una catástrofe
Cada vez tengo más claro que la vida es una catástrofe. Estoy seguro de ello. Es peor que una pesadilla. Hay un principio MALO en la vida, de lo contrario no sería tan facilísimo romperse la crisma, enloquecer, malograrse, arruinarse, enfermar, quedarse solo, morir. Ser engañado, explotado, bombardeado, apuñalado, atropellado, estafado, abandonado, traicionado, gaseado o ser el agente de esas situaciones: el que engaña, explota, bombardea, apuñala, atropella, estafa, abandona, traiciona, gasea. Los papeles suelen intercambiarse. La vida es algo cuyo único propósito, si tuviera alguno, es transmitirse ciegamente a otro ser (lo que nos provoca el atormentador deseo sexual); eso es para lo único que importa el individuo. Pasan los años y a ese individuo que se arruga se le somete a la terrible vejez, asiste a su ruina física, a la ruina de todo lo que es, mientras conoce impotente que la espantosa muerte se acerca cada vez más rápido. Puede admitirse que la vida es hermosa, por momentos, mientras dura la juventud, mientras dura el engaño. Breves son los días felices de los mortales. Pero los años caen uno tras otro y llega la vejez humillante e inhóspita. En la Primera Guerra Mundial murieron 20 millones de personas. Veinte millones de personas que no se conocían entre sí. Este es sólo un ejemplo de lo terrible que es nuestra naturaleza.
Qué diría Goya
Goya no diría nada. Hipótesis imposible. Qué diría Goya del asalto a sus majas hecho por dos adolescentes que protestaban contra el cambio climático, o mejor dicho, contra la pasividad de los gobiernos o de quien corresponda. El sagrado Arte, el patrimonio de la Humanidad, convertido en objeto de escándalo por dos niños. De repente descubrimos que esos cuadros tan custodiados son frágiles, perecederos, vulnerables y que pueden utilizarse como medios dejando de ser fines. Quizá a Guy Debord le hubiera parecido muy bien y hubiera considerado ese asalto una performance. El arte es un termómetro perfecto para medir la temperatura moral de una época. Ya se han visto ataques con botes de pintura a otros cuadros, estos chicos han sido más considerados y sólo se han pegado con loctite a los marcos de cada una de las majas. Hacían una buena composición. Uno al menos debiera haberse desnudado. Pero no nos engañemos, este tipo de actuaciones no es nuevo. Un tal Eróstrato incendió el templo de Diana en Éfeso sólo para ser recordado por esa hazaña.
Charles Dantzig
Leo por encima el grueso Dictionnaire égoïste de la littérature française de Charles Dantzig. No conozco a este escritor. Es un erudito impresionante. Parece que sabe de memoria toda la literatura francesa, que lo ha leído todo. Es muy fino. No sé si existe traducción al español de este libro, creo que no: en realidad es un libro para franceses y francófonos. La entrada "Comedia, tragedia" dice: "el destino de las comedias es terminar en dramas y el destino de las tragedias terminar en ridículo" En la entrada siguiente "Comenzar (por qué)" hace Dantzig una lista de escritores franceses y al lado pone los libros de estos autores por los que no hay que comenzar, según él. Por ejemplo: Honoré de Balzac / Eugenia Grandet. Baudelaire / sus Cartas. Albert Camus / El extranjero. Jean Giono / Saludar a Melville. Valéry / El señor Teste. Zola / Los cuatro evangelios.
Refugio
Subió al cementerio a dejarle una rosa roja. Hace casi diez años que murió de una manera inaceptable, porque puede aceptarse la muerte, qué remedio, pero no ciertas maneras de morir. Piensa de qué cosas se ha librado ella al morir entonces: lo primero, naturalmente, de la pandemia, el trauma del confinamiento, las medidas sanitarias, la psicosis, todo el planeta amenazado por un virus, los muertos por millones. Después tantas cosas más, una graciosa retahíla: la degradación de la vida social, en España aparece la extrema derecha, se funda un partido que venía a asaltar los cielos y se desintegró en purgas después de decepcionar a sus simpatizantes (gente humilde, a esos la decepción siempre les toca). Más tarde el sainete del Procés, con la república que duró un minuto. Más cosas: redes sociales, odio sin freno, multimillonario que compra Twitter. Cada vez más distancia entre una minoría de multimillonarios oligarcas y una multitud envilecida de pobres. Alquileres que se disparan y hoteles de lujo que se construyen. Más cosas: la crisis económica que sigue asfixiando, el coste de la luz y la gasolina. Bueno, las noticias no dan cuenta de atentados islamistas (¿Quiere decir que no los hay? ¿Cómo han quedado Afganistán, Irak, Siria o Yemen?). ¿Estábamos tranquilos? Vuelve Rusia, el país enemigo de Occidente: la guerra de Ucrania, la amenaza del holocausto nuclear. Más cosas: la degradación de las condiciones laborales, la humillación de los trabajadores (cargas de trabajo demenciales que los humillan y enferman: depresión, ansiedad, problemas cardiovasculares, etcétera). Y para rematar la nueva alegría de estos tiempos luminosos: un nuevo terror, el cambio climático que ya trae veranos insoportables y además de esto la destrucción del medio ambiente. Le deja una rosa. No caben más coches en el aparcamiento.
Burdeos
De Burdeos a Burdeos hay varias horas de camino a pie. Una ciudad con escasos puentes que estuvo cerca de ser tan imponente como Londres, pero que, por suerte, se quedó en un tamaño más humano, menos monstruoso. Observo que allí está de moda entre los jóvenes dejarse bigote con las guías para arriba, como era costumbre en los años de la Primera Guerra Mundial. No me extrañaría que dentro de poco veamos tal uso en esta parte del mundo desde la que escribo. Cuántos humanos pueblan la tierra.
Colocación
Noviembre 1915
Un hombre extraordinario
De las pocas cosas que recuerdo de mis lejanos años de universidad (mi paso por esa institución fue breve y muy discreto) recuerdo tonterías o anécdotas principalmente. Creo que se me olvidaron todas las explicaciones que nos dieron sobre física, fisiología animal, geología, botánica y, sobre todo, matemáticas. Puedo decir que no entendí una sola frase de las que nos dijo aquella profesora pequeña que llenaba la pizarra en cinco minutos. Recuerdo dos frases de dos profesores: la primera fue en la primera lección del profesor de Citología e Histología. Dijo hablando de Adán y Eva que gozaban de los bienes "preternaturales". La segunda frase que recuerdo la dijo el profesor de fisiología vegetal cuando explicando algo en que intervenía el químico Joseph Priestley le llamó "hombre extraordinario". No hace falta decir que no me licencié.
Qué frase tan triste
Chéjov poco antes de morir le dijo a su mujer que lo acompañaba en los últimos momentos, en un caluroso día de julio de 1904 en un hotel de Badenweiler, en la Selva Negra; le dijo Chéjov: "no se pone hielo sobre un corazón vacío". Es una frase que me sobrecoge por su infinita tristeza.
Franja de Gaza
Una situación humanitariamente insoportable como las de los dos millones trescientos mil palestinos que malviven amontonados en la franja de Gaza, territorio minúsculo, no sólo no se está remediando sino que empeora. Las cifras de todo son aterradoras. Debe de ser el infierno. ¿Tendrá algún día remedio esa ignominia para la humanidad? Acabamos de salir, parece, de una pandemia. Guerra en Ucrania. EEUU al borde de la guerra civil, cayendo en picado. China rampante. El Rayo Vallecano sigue sin ganar la Champions. Es curiosa nuestra especie: lanza al espacio telescopios como el James Webb, desarrolla la IA y permite que exista la franja de Gaza. Qué mala suerte nacer en ese lugar de la Tierra, que ya sabemos que es menos que un punto en este universo inconcebiblemente vasto y hostil. Creo que me iré sin saber si el hombre es un ángel o una bestia. Lo más sensato, me parece, es tomarlo como una mezcla de ambos. Me acuerdo a veces de la frase de Chamfort (que cito en traducción muy libre): "viviendo y viendo a los hombres es necesario que el corazón se rompa o se vuelva de piedra"
Nuevos palabros
Cambia la dirección de una empresa y los empleados deben adaptarse al sistema del fuerte. Pero no sólo cambia la herramienta tecnológica; también cambian las palabras. Ahora los empleados deben utilizar otra jerga; de repente usan palabras como "boleta" "estadillo" y aberraciones pseudoanglosajonas como "click & service" (clicanservis) que harían sangrar los oídos de un borracho de Birmingham. Son realmente notables la ignorancia, la pedantería y el esnobismo de los altos ejecutivos y el mundo de las finanzas. Pero tienen poder, así que hay que bailar al son que tocan. O eso se creen ellos. Se ha hecho de noche otra vez. Un niño que mañana será un ejecutivo defenestrado estaba hoy jugando con un guau guau.
Cartas de Flaubert
Leo una antología (sería mejor decir "selección") de las cartas de Gustave Flaubert. Se conservan cerca de 4.500. La edición de Antonio Álvarez de la Rosa es magnífica. Conduce al lector por el camino de la vida de Flaubert dividiendo en etapas los años. Es el trabajo de una vida, una labor encomiable la de Álvarez de la Rosa (en el prólogo afirma que su trato con Flaubert ya tiene unos cuarenta años). Se publica en Alianza Editorial. Muy recomendable para quien quiera conocer de cerca, casi en la intimidad, a este francés depresivo, melancólico, quejoso y escéptico, que echaba pestes de sus contemporáneos. Una curiosidad: cuando escribía la muerte por envenenamiento de Madame Bovary padeció dos indigestiones con vómitos, tanto se había "metido en el personaje" como se dice ahora.
Algo va mal
Misantropía
Cinco minutos en medio de la rutina para romper su inercia. Detengo mis pasos. Disimulo un poco para que no me tomen por loco. Bueno, dicen que Sócrates estuvo quieto un día entero, concentrado, absorto, ausente y como en trance. Es un fastidio ver por todas partes a humanos, son una pesadilla. Este bullir de masas humanas no creo que sea exclusivo de nuestra época: la antigua Roma llegó a tener un millón de habitantes. Es la idea de encontrarse con un grupo de ruidosos congéneres en el norte de Noruega o en la Antártida lo que me inquieta. Es cuestión de temperamento, no es algo racional: para mí, como para ese personaje de Sartre, el infierno son los otros. No sé si lo entiendo en el mismo sentido de Sartre (ese intelectual ya casi olvidado). Creo que sí, qué otro sentido podría tener esta frase: "el infierno son los otros". Estoy seguro de que este sentimiento de fastidio que me producen los humanos es cada vez más frecuente. No se confiesa. Se mantiene en secreto. Da vergüenza. "¡No me juzguéis!" nos decimos unos a otros. Si estamos solos en realidad que por lo menos no nos estorbemos. Pero nos estorbamos.
Telescopio James Webb
Por el telescopio James Webb mira el ojo de la Humanidad. Creo que hasta miran por él los innumerables muertos, hasta Adán, y los aún no nacidos. Las primeras imágenes captan un área del universo tan grande como un grano de arena sujeto entre los dedos con el brazo extendido. Esa imagen es un caleidoscopio de galaxias remotísimas formadas hace unos 13 mil millones de años. Todo esto es más que colosal y abrumador: no hay palabras para describir semejante barbaridad. Una vez fuimos el centro del universo. Decía Pascal que el silencio eterno de los espacios infinitos le estremecía. Pues bien, si nosotros conocemos el océano Pacífico, Pascal conocía del universo, en comparación con nosotros, la orilla de la playa. ¿Hay que admirarse ante esa inmensidad? ¿Cómo reaccionar? Entusiasmo, asombro, pataleo, aullidos, reverencia, silencio. Por falta de imaginación tal vez no sale uno a la calle desnudo con una foto del James Webb en las manos. ¡Ante eso qué importa cualquier cosa! Quién puede saber de dónde venimos y a dónde vamos. Para darse coraje nada mejor que tener presente esas fotos del universo. Joe Biden presenta las imágenes del telescopio James Webb y habla de la grandeza del pueblo americano. ¿Es idiota o qué? No ha comprendido nada. Habla, claro está, como el presidente de su país. Mira de reojo a sus enemigos rusos y a sus competidores chinos. Lo infinitamente pequeño sale de su boca.
Humanidades
Blog que languidece
De la humildad
Recuerdo en este momento dos películas que podría llamar "franciscanas". Son "Il Posto" de Ermanno Olmi y "Diario de un cura rural" de Robert Bresson. Películas en blanco y negro rodadas con actores desconocidos, amateurs. Para Olmi y Bresson hacer cine debía de ser un sacerdocio; no les interesaba el éxito comercial. Por encima de todo son artistas. Sienten predilección por los sencillos, por los humildes, por los seres anónimos. Conmueve la mirada atenta y simpática, sin aspavientos, de estos dos maestros del cine hacia la vida de los olvidados, de los últimos, de las eternas víctimas. ¿Quién que haya visto "Mouchette" podrá olvidar ya a esa niña? ¿Y quién que haya visto "Il posto" olvidará al ragazzo de pueblo que se presenta a las oposiciones en la enorme Milán? Los italianos emplean la palabra "sistemare" para significar la procura de un empleo estable y bien remunerado. Eso es lo que el chico, empujado por su familia y su entorno, pretende. Recomiendo vivamente estas dos maravillas del cine.
Somos los mejores
Que el ser humano es un granuja, un bribón que sabe disfrazarse de justiciero, creo que lo prueba el que, si tiene poder o influencia, nunca deja de hablar bien de sí mismo. Aún cometiendo las mayores felonías dice defender la justicia y el derecho. Mejor me callo porque ahora yo estoy incurriendo en otro vicio antiguo: criticar a los demás como si yo fuera perfecto.
Imágenes de los antiguos
Veo un busto de Tucídides y caigo en la cuenta de que toda la representación que tiene el hombre moderno de los personajes de la Antigüedad se basa en puras conjeturas. ¿Quién sabe cómo eran los rasgos de Platón o de Aristóteles? Nos ha llegado el resto en mármol de una ilusión.