Goya no diría nada. Hipótesis imposible. Qué diría Goya del asalto a sus majas hecho por dos adolescentes que protestaban contra el cambio climático, o mejor dicho, contra la pasividad de los gobiernos o de quien corresponda. El sagrado Arte, el patrimonio de la Humanidad, convertido en objeto de escándalo por dos niños. De repente descubrimos que esos cuadros tan custodiados son frágiles, perecederos, vulnerables y que pueden utilizarse como medios dejando de ser fines. Quizá a Guy Debord le hubiera parecido muy bien y hubiera considerado ese asalto una performance. El arte es un termómetro perfecto para medir la temperatura moral de una época. Ya se han visto ataques con botes de pintura a otros cuadros, estos chicos han sido más considerados y sólo se han pegado con loctite a los marcos de cada una de las majas. Hacían una buena composición. Uno al menos debiera haberse desnudado. Pero no nos engañemos, este tipo de actuaciones no es nuevo. Un tal Eróstrato incendió el templo de Diana en Éfeso sólo para ser recordado por esa hazaña.
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