Ya no se usa el verbo "colocar" en la acepción de encontrar un puesto de trabajo fijo y digno que asegure una posición de por vida. Esto ha pasado a la historia como cualquiera sabe. La precariedad es tan general que nadie se coloca y los que podían decir de su trabajo hace tres décadas que estaban bien colocados se encuentran ahora, en el ocaso de sus carreras, con que los tratan como si fueran galeotes, con absoluto desprecio. Es una dialéctica eterna. Soportar tempestades de sinsentido (pero quién se pregunta por el sentido de nada si está reducido a la condición de esclavo) para llegar a ver cómo degenera tu profesión (que es tu medio de vida en definitiva) que hace poco era respetada. Terminaremos pagando por el derecho a respirar. Es insoportable pensar que tanta angustia sea inútil y sólo tenga por respuesta el estúpido silencio del cementerio.
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