Recomiendo las Lecciones sobre el desarrollo de la matemática en el siglo XIX, de Félix Klein (1849-1925). Este señor era matemático de profesión. Como matemático no puedo juzgarle, pero como escritor es espléndido. Qué amenos sus retratos de los matemáticos, qué observaciones tan interesantes, qué psicología para entender las rarezas de algunos de estos genios, qué sentido histórico. La sensibilidad artística no abunda entre los matemáticos. Un matemático francés, después de ver una tragedia de Racine, dijo encojiéndose de hombros: "¿y esto qué prueba?" (Diderot cuenta esta anécdota a su amiga Sophie Volland y le responde: "pues que eres un pedazo de alcornoque"). Hay una anécdota parecida con el poeta Tennyson y el matemático Babbage. El que esté interesado puede buscarla en internet, es muy graciosa.
Pues bien, el gran Félix Klein dice esto de Gauss:
"El fenómeno que aquí nos topamos no es caso aislado en el quehacer de Gauss, quien a menudo dejó inéditos sus más hermosos logros. ¿Qué puede haber ocasionado esta rara detención cerca de la meta? Quizás haya que buscar la razón en una cierta hipocondría que es patente le asaltaba a veces en medio de sus trabajos más afortunados. Testimonio peculiar de tales estados de ánimo se encuentra por ejemplo en las anotaciones a los trabajos sobre funciones elípticas entre 1807 y 1810. Ahí aparece de repente entre anotaciones puramente científicas, escrito cuidadosamente con lápiz prefiero la muerte a esta vida. Acaso hay que buscar el motivo de tales estados de ánimo en las circunstancias externas, sumamente tristes, en que a la sazón se encontraba. (...) Vivía en una casa mísera de la Turmstrasse... sus allegados, sobre todo su familia, no mostraban la menor comprensión por su trabajo titánico, en apariencia sin utilidad y meta alguna, que le apartaba de cualquier otro interés sin traerle ningún éxito externo. Se le hacían amargos reproches, y había quienes dudaban de que estuviera en su sano juicio"
Hay un episodio del matemático Dirichlet, que estaba casado con una hermana del compositor Mendelssohn que me recuerda automáticamente el cuento de Chéjov "La cigarra": una mujer joven y hermosa se rodea de la brillante sociedad de pintores y artistas y desprecia en secreto a su marido, médico de profesión. El hombre no destaca en las conversaciones, es taciturno, parece bobo. Al final el marido enferma de difteria y muere. Entonces su esposa descubre -demasiado tarde- que era una eminencia. Estaba casada con un gran hombre y no lo sabía. A Dirichlet le pasaba algo parecido, dice Klein:
"la casa de los Mendelssohn en Berlín, ..., era el centro más brillante de reunión social, la señora Dirichlet supo también reunir en torno suyo durante su breve estancia en Gotinga a todas las mentes con intereses científicos y artísticos en una sociedad muy frecuentada. Se cuenta que en todas las celebraciones que tenían lugar en su casa, Dirichlet tomaba parte modesta y retraídamente. Acaso el tipo de inteligencia deslumbrante que le rodeaba, el oleaje de espumas infinitamente breves, no cuadraba del todo con la mar de fondo que agitaba la suya"
En este libro también aparece el retrato de Niels Henrik Abel, matemático noruego. Se podría decir que es el Keats de las matemáticas. Murió de tuberculosis a los 26 años, acosado por la pobreza. Para remachar la mala suerte de este muchacho genial: días después de su muerte le llegó la invitación para ocupar un puesto de profesor en Berlín, lo que hubiera resuelto su vida. Acerca del monumento que se erigió a Abel en Oslo dice Klein:
"A este matemático bendecido por Dios habría que erigirle un monumento como el de Mozart en Viena: un hombre llano y de aspecto en absoluto llamativo está ahí escuchando atento, rodeado por delicados genios que se ciernen a su alrededor y le traen como en un juego sus dones de otro mundo. No puedo privarme de recordar con esta ocasión el monumento totalmente distinto que se erigió en Cristiania (antigua Oslo) en memoria de Abel y que por fuerza decepcionará a cualquiera que conozca su natural. Sobre un bloque de granito que se alza a pico, un atleta juvenil como un héroe de Byron avanza hacia las alturas sobre las grises figuras de dos víctimas. En todo caso, si es que uno puede aún figurarse a tal héroe como símbolo del espíritu humano, se preguntará en vano por el significado profundo de esos dos monstruos vencidos. ¿Serán eso las ecuaciones de quinto grado y las funciones elípticas? ¿O las amarguras y preocupaciones de la vida cotidiana?"
Hablando de Cauchy, que era reaccionario, clerical y un gran matemático dice Klein:
"El ejemplo de Cauchy nos indica que en nuestra ciencia también cabe el tipo de actitud ideológica diametralmente opuesto. En lo que este hombre tampoco es un fenómeno aislado; más adelante encuentra compañeros de ideología en Hermite, Jordan o Pasteur, asimismo de tendencia rigurosamente clerical. Frente a ellos, Faraday o Riemann representan una ingenua piedad protestante en modo alguno estorbada por el elevado desarrollo intelectual.... Gauss, quien por fuerza ha de interesarnos en este contexto, era en lo que toca a su persona igualmente de una religiosidad sencilla y honda; en lo externo deseaba "un régimen ordenado que le garantizara tranquilidad para su trabajo"... Este breve panorama confirma lo que toda observación del ser humano enseña, que las dotes intelectuales no son decisivas en cuanto a la manera de ver el mundo"
Y termino esta larga entrada con el retrato que Klein hace de Riemann, el matemático que, entre otros logros, imaginó la geometría que sirve de fundamento a la Teoría de la Relatividad General de Einstein:
"De apariencia asustadiza y nada desenvuelto, el joven profesor a quien miramos como a un santo los que hemos nacido después tuvo que tragarse más de una pulla de sus colegas. A menudo sufría una tristeza que a veces se crecía en genuinos ataques de melancolía. ... Retraído del mundo circundante Riemann vivió en silencio su propia vida, incomparablemente rica. Es una disposición caracterial típica del genio la que encontramos en Riemann: hacia fuera, un pacífico tipo raro, lleno de fuerza e ímpetu por dentro"
En fin, estas Lecciones sobre el desarrollo de la matemática en el siglo XIX son una maravilla y la traducción de José Luis Arántegui, excelente.
Pues bien, el gran Félix Klein dice esto de Gauss:
"El fenómeno que aquí nos topamos no es caso aislado en el quehacer de Gauss, quien a menudo dejó inéditos sus más hermosos logros. ¿Qué puede haber ocasionado esta rara detención cerca de la meta? Quizás haya que buscar la razón en una cierta hipocondría que es patente le asaltaba a veces en medio de sus trabajos más afortunados. Testimonio peculiar de tales estados de ánimo se encuentra por ejemplo en las anotaciones a los trabajos sobre funciones elípticas entre 1807 y 1810. Ahí aparece de repente entre anotaciones puramente científicas, escrito cuidadosamente con lápiz prefiero la muerte a esta vida. Acaso hay que buscar el motivo de tales estados de ánimo en las circunstancias externas, sumamente tristes, en que a la sazón se encontraba. (...) Vivía en una casa mísera de la Turmstrasse... sus allegados, sobre todo su familia, no mostraban la menor comprensión por su trabajo titánico, en apariencia sin utilidad y meta alguna, que le apartaba de cualquier otro interés sin traerle ningún éxito externo. Se le hacían amargos reproches, y había quienes dudaban de que estuviera en su sano juicio"
Hay un episodio del matemático Dirichlet, que estaba casado con una hermana del compositor Mendelssohn que me recuerda automáticamente el cuento de Chéjov "La cigarra": una mujer joven y hermosa se rodea de la brillante sociedad de pintores y artistas y desprecia en secreto a su marido, médico de profesión. El hombre no destaca en las conversaciones, es taciturno, parece bobo. Al final el marido enferma de difteria y muere. Entonces su esposa descubre -demasiado tarde- que era una eminencia. Estaba casada con un gran hombre y no lo sabía. A Dirichlet le pasaba algo parecido, dice Klein:
"la casa de los Mendelssohn en Berlín, ..., era el centro más brillante de reunión social, la señora Dirichlet supo también reunir en torno suyo durante su breve estancia en Gotinga a todas las mentes con intereses científicos y artísticos en una sociedad muy frecuentada. Se cuenta que en todas las celebraciones que tenían lugar en su casa, Dirichlet tomaba parte modesta y retraídamente. Acaso el tipo de inteligencia deslumbrante que le rodeaba, el oleaje de espumas infinitamente breves, no cuadraba del todo con la mar de fondo que agitaba la suya"
En este libro también aparece el retrato de Niels Henrik Abel, matemático noruego. Se podría decir que es el Keats de las matemáticas. Murió de tuberculosis a los 26 años, acosado por la pobreza. Para remachar la mala suerte de este muchacho genial: días después de su muerte le llegó la invitación para ocupar un puesto de profesor en Berlín, lo que hubiera resuelto su vida. Acerca del monumento que se erigió a Abel en Oslo dice Klein:
"A este matemático bendecido por Dios habría que erigirle un monumento como el de Mozart en Viena: un hombre llano y de aspecto en absoluto llamativo está ahí escuchando atento, rodeado por delicados genios que se ciernen a su alrededor y le traen como en un juego sus dones de otro mundo. No puedo privarme de recordar con esta ocasión el monumento totalmente distinto que se erigió en Cristiania (antigua Oslo) en memoria de Abel y que por fuerza decepcionará a cualquiera que conozca su natural. Sobre un bloque de granito que se alza a pico, un atleta juvenil como un héroe de Byron avanza hacia las alturas sobre las grises figuras de dos víctimas. En todo caso, si es que uno puede aún figurarse a tal héroe como símbolo del espíritu humano, se preguntará en vano por el significado profundo de esos dos monstruos vencidos. ¿Serán eso las ecuaciones de quinto grado y las funciones elípticas? ¿O las amarguras y preocupaciones de la vida cotidiana?"
Hablando de Cauchy, que era reaccionario, clerical y un gran matemático dice Klein:
"El ejemplo de Cauchy nos indica que en nuestra ciencia también cabe el tipo de actitud ideológica diametralmente opuesto. En lo que este hombre tampoco es un fenómeno aislado; más adelante encuentra compañeros de ideología en Hermite, Jordan o Pasteur, asimismo de tendencia rigurosamente clerical. Frente a ellos, Faraday o Riemann representan una ingenua piedad protestante en modo alguno estorbada por el elevado desarrollo intelectual.... Gauss, quien por fuerza ha de interesarnos en este contexto, era en lo que toca a su persona igualmente de una religiosidad sencilla y honda; en lo externo deseaba "un régimen ordenado que le garantizara tranquilidad para su trabajo"... Este breve panorama confirma lo que toda observación del ser humano enseña, que las dotes intelectuales no son decisivas en cuanto a la manera de ver el mundo"
Y termino esta larga entrada con el retrato que Klein hace de Riemann, el matemático que, entre otros logros, imaginó la geometría que sirve de fundamento a la Teoría de la Relatividad General de Einstein:
"De apariencia asustadiza y nada desenvuelto, el joven profesor a quien miramos como a un santo los que hemos nacido después tuvo que tragarse más de una pulla de sus colegas. A menudo sufría una tristeza que a veces se crecía en genuinos ataques de melancolía. ... Retraído del mundo circundante Riemann vivió en silencio su propia vida, incomparablemente rica. Es una disposición caracterial típica del genio la que encontramos en Riemann: hacia fuera, un pacífico tipo raro, lleno de fuerza e ímpetu por dentro"
En fin, estas Lecciones sobre el desarrollo de la matemática en el siglo XIX son una maravilla y la traducción de José Luis Arántegui, excelente.
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