Él está tranquilo, yo también
sorbe un té con limón,
bebo un café,
es lo único que nos distingue.
Él lleva, como yo, una camisa holgada a rayas,
yo hojeo, como él, los periódicos de la tarde.
Él no me ve cuando miro de reojo,
yo no le veo cuando mira de reojo,
él está tranquilo, yo también.
Pregunta algo al camarero,
pregunto algo al camarero...
Una gata negra pasa entre nosotros,
acaricio su noche
acaricia su noche...
Yo no le digo: Hace bueno,
está despejado.
Él no me dice: Hace bueno.
Él es el observado y el observador
yo soy el observado y el observador.
Muevo la pierna izquierda
mueve la pierna derecha.
Tarareo una canción,
tararea una canción parecida.
Pienso: ¿Es el espejo en que me veo?
Entonces le miro a los ojos,
pero no le veo...
Abandono el café aprisa.
Pienso: Quizá sea un asesino, o quizá
uno que habrá pensado que yo soy un asesino.
Él tiene miedo, ¡y yo también!
(Trad. Luz Gómez García)
Un poema magnífico.
ResponderEliminarOtro poeta para mi biblioteca.
Poeta palestino, ya muerto. Por desgracia vuelven a estar de actualidad.
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