Es nuestro mal crónico: padecemos de exceso de contemplación. Somos, ya lo decía mi abuela, demasiado pacientes. Y así no va, como decía el tango.
Los gregorios nacianzenos creen que el mar sirve para pensar en el infinito, cuando es una aburridísima e idiota extensión de agua salada.
Nos pasamos la horas muertas mirando al horizonte, en un ocio inacabable que termina por aburrir. Tanta contemplación da asco. ¡Queremos trabajar catorce horas diarias!
Un poco de dowjones y menos chestertones y senescales palaciegos de época altomedieval. ¿Por qué los políticos no aciertan ni por casualidad a decir alguna frase brillante? ¿Por qué son tan sumamente mediocres? ¡Usted es político!
El personaje histórico que más detesto es Isabel la Católica.
"Niego rotundamente estar implicado/a en ninguna trama de honradez urbanística ni de tráfico de luciérnagas".
Otro programa de TV donde no se dicen más que imbecilidades.
Ciertamente, la cosa tiene dowjones. Más de los que debería. Pero en fin, y afortunadamente, siempre habrá ovejas negras, de las que pierden el tiempo con cosas de las que no se obtiene rentabilidad inmediata. Es verdad que su futuro parece, en lo que puede atisbarse, tan negro como ellas mismas; pero ¿cuándo no lo ha sido?
ResponderEliminarMe apunto tu broma: "la cosa tiene dowjones". Cuando venga otro crack bursátile vendrá al pelo.
EliminarLos poetas sois cigarras amantes de la vita contemplativa, y, claro, no sois rentables.
Gracias por lo de "poeta": ya le gustaría a uno. Pero en fin, yo conozco a poetas, o "poetas", atareadísimos, que verdaderamente no paran. No todos son tan cigarras. Es verdad (mea culpa) que otros nos fatigamos sólo de pensar en vidas así. Pero haberlos, haylos.
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