Somos herederos de la fabulosa tradición científica que se ha desarrollado en los últimos cuatrocientos años; la tradición empezada por Francis Bacon, Descartes, Galileo, Kepler, Newton o Harvey. Desde entonces hasta hoy el estudio de la naturaleza según el nuevo método científico, basado en el método hipotético-deductivo, y ayudado por las matemáticas ha cambiado por completo nuestra imagen del mundo. El electromagnetismo, la energía atómica, la mecánica cuántica, la relatividad, la cosmología, la química, la biología molecular han tenido un desarrollo paralelo al de las matemáticas. Desde el cálculo de fluxiones de Newton hasta la Teoría de Conjuntos de Cantor, las matemáticas han ido conquistando nuevos territorios, creciendo en abstracción y rigor y perfeccionando su método. La máquina de Turing, la lógica de Gödel son dos ejemplos de la complejidad que han alcanzado las matemáticas.
Para el hombre común, para cualquiera de nosotros, esto ha tenido unas consecuencias incalculables. Todos los días manejamos herramientas y aparatos cuyo funcionamiento desconocemos, porque ser herederos de Einstein, de Schrödinger, o de Watson y Crick no significa conocer la teoría de la Relatividad, la Mecánica Cuántica o la Biología Molecular. Paradójicamente, el mundo se nos ha hecho incomprensible. Ahora escribo estas líneas en un ordenador, pero no entiendo cómo funciona este aparato. La economía, que no es ajena a este desarrollo científico, se ha convertido en una disciplina compleja que sólo un puñado de expertos conoce.
La ciencia es un trabajo colectivo, una suma de descubrimientos que se van acumulando con el paso del tiempo. Es como una ola que crece y avanza haciéndose cada vez más montañosa.
Quiero subrayar esta paradoja: la ciencia que tanto ha contribuído a explicar la naturaleza, ha producido un mundo en el que el hombre corriente, cualquiera de nosotros, se siente perdido. Hemos perdido el centro.
En muchos aspectos el avance Científico-Técnico ha provocado un retroceso intelectual en el ser humano.
ResponderEliminarAhora un marino mercante gracias a la tecnología es mucho peor profesional que uno del siglo XV.
¿Viste cómo filosofo?
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