En la conversación mundana nos pasamos la vida mintiendo, disimulando, jugando a un juego aceptado tácitamente. Esto lo vieron muy bien los moralistas franceses: Pascal, Chamfort, La Rochefoucauld.
A menudo se cuela en la conversación el adverbio "sinceramente". Señal inequívoca de que mentimos como cretenses.
Los medios de comunicación de masas son la conversación de la sociedad. Si ya es difícil ser veraces en las conversaciones personales que cada uno tiene con sus compañeros de trabajo (los que lo tengan), con sus vecinos y con sus familiares, cómo van a respertar la verdad los medios de comunicación.
En el fondo todos nos mentimos los unos a los otros como nos mentimos a nosotros mismos. Y esta bajeza, aceptada y deprimente, se repite día tras día.
Muy bien visto.
ResponderEliminarYo intento luchar contra ello desde mi insignificante atalaya
Ahora pondré una estrofa de Ariosto.
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