Dos sueños

San Jerónimo, hacia el 384 soñó lo siguiente:

Ya se preparaban mis exequias, y en mi cuerpo helado el calor vital del alma sólo palpitaba en un rincón de mi pecho también tibio, cuando, arrebatado súbitamente en el espíritu, soy arrastrado hasta el tribunal del juez, donde había tanta luz y del resplandor de los asistentes salía tal fulgor que, derribado por tierra, no me atrevía a levantar los ojos. Interrogado acerca de mi condición, respondí que era cristiano. Pero el que estaba sentado me dijo: "Mientes; tú eres ciceroniano, tú no eres cristiano; pues donde está tu tesoro, allí está tu corazón."

Nicolás Maquiavelo, hacia 1527 soñó lo siguiente:

Pocos días antes de morir, Maquiavelo tuvo un sueño, que comentó con sus amigos. En él se tropezaba con una turba descompuesta de harapientos mendigos, y cuando preguntó quiénes eran, una voz le respondió que eran los bienaventurados del paraíso, porque estaba escrito que los pobres heredarían el reino de los cielos. Siguió andando y se encontró con un grupo de caballeros afables, corteses y bien vestidos, que discutían animadamente de cuestiones políticas. Entre ellos, pudo reconocer a algunos célebres sabios de la antigüedad, como Platón y Tácito. Entonces, la voz misteriosa le comunicó que aquellos eran los condenados en el infierno, pues está escrito que la sabiduría del mundo es enemiga de Dios. Al despertar y contar el sueño a sus íntimos, Maquiavelo confesó que prefería estar con los segundos.

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