Ayer noche estuve hablando un rato con Spinoza. Le pregunté qué pensaba de la pasión que despierta el fútbol entre la gente y si le parecían bien esas personas que dicen que es una suerte que España juegue precisamente ahora que el orgullo nacional está por los suelos porque nos permitirá olvidarnos de nuestra miseria. Le pregunté si le parecía sensato afirmar tal cosa. Bueno, me contestó, sorprenderse de eso sería tanto como desconocer la naturaleza humana y yo he dedicado mucho tiempo a pensar sobre tan intrincada materia. Desde luego, continuó, la salvación es un trabajo personal y solitario y requiere un esfuerzo que la inmensa mayoría de las personas no está dispuesto a realizar. Es más fácil, añadió, compartir no la vida eterna sino cantar las alabanzas de ese grupo de muchachos que juega tan bien al balón, según he oído. Le pregunté si él animaría a Holanda (aunque no sé si juega la Eurocopa, o como se llame) y él por toda respuesta esbozó una sonrisa muy ladina.
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