No deja de ser curioso que los mayores humoristas hayan sido personas amargadas y pesimistas, algunos decididamente misántropos. Tal es el caso de Mark Twain, Jonathan Swift, Samuel Beckett, Ambrose Bierce o Voltaire. En esto se aprecian las virtudes medicinales del humor: todos alcanzaron la vejez, con lo que se amargaron aún más.
Necesitamos su consejo. Aunque es poco probable que el asunto les interese qué bueno sería poder reunir a estas sombras en una sala a puerta cerrada con el siguiente orden del día: "Propuestas para salir de la crisis económica actual y conjurar el apocalipsis."
-Sugiero que se coman a sus niños, dice Swift.
-Lo mejor es escribir una carta a Satanás y que él disponga, propone Twain.
-El que tenga un jardín que lo cultive, sentencia Voltaire.
-Les parieron a horcajadas sobre una tumba, ¿qué esperaban?, declara Beckett.
-Que el diablo los confunda, concluye Bierce.
En resumen, que no sacaríamos nada en limpio.
Un buen cónclave de esos maestros que suelen coger un cuchillo antes de sentarse a escribir.
ResponderEliminarUn abrazo
No son tecnócratas, aunque me parece que son más piadosos que esos "hombres de negro".
ResponderEliminar(He intentado dejar un comentario en tu blog, pero por lo visto no acierto a demostrarle al sistema que
no soy un robot. Me remite una y otra vez a la verificación de las palabras de paso).
Un abrazo