Vayamos al siglo XVIII, siglo amable y armonioso. Siglo de esperanzas y nobles combates contra la superstición. El siglo en que la mecánica de Newton explicó la naturaleza (pensemos lo que significó una ley tan general y abstracta como la ley de la gravitación universal en la mentalidad de la época). El siglo de Voltaire y de Mozart. Saber que existieron estos dos hombres nos hace la vida más agradable.
Quiero evocar a dos figuras grandes aunque no tan conocidas por el público más o menos leído: Jean D'Alembert y Joseph Louis Lagrange. Dos matemáticos que entablaron una amistad espléndida. D'Alembert era casi veinte años mayor que Lagrange, así que jugó el papel de mentor del joven matemático. D'Alembert se muestra preocupado por la carrera de su amigo, le recomienda para que lo acepten en la Academia de Berlín (era muy amigo de Federico II), le aconseja, le anima, etc. Lagrange caía a menudo en períodos de depresión y D'Alembert, siempre generoso, trata de animarlo. Me gusta la corrección con que se tratan, corrección que no es frialdad sino respeto. En este intercambio epistolar se percibe una corriente de enorme afecto entre los dos. El lenguaje nos resulta chocante, han cambiado mucho las maneras. No sólo hablan de cuestiones científicas, también hay momentos para las confidencias (estas son las cartas más interesantes).
Por si a alguien le interesa éste es el enlace de internet donde puede leerse el epistolario:
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