En la primavera de 1929 tuvo lugar en Davos (Suiza), el lugar donde Hans Castorp buscaba la salud y debatía hondas cuestiones mientras Europa se anegaba en sangre, un debate público entre los dos filósofos alemanes más importantes de su tiempo: Ernst Cassirer y Martin Heidegger. Fue el choque de dos ideas del hombre totalmente distintas. Cassirer, judío, bebía en la tradición de la Ilustración y era uno de los máximos exponentes del neokantismo. Heidegger acababa de publicar en 1927 Ser y Tiempo, una obra que causó admiración.
Durante tres semanas se leyeron decenas de conferencias. Entre los asistentes había figuras como Emmanuel Levinas y Rudolf Carnap. Era inevitable un choque entre Cassirer y Heidegger. El primero representaba un humanismo cosmopolita que acentuaba la libertad del hombre; el segundo un emergente irracionalismo existencial y nacionalista que subrayaba la finitud del ser humano. El diario Frankfurter Zeitung señaló que no se trataba sólo de una discusión entre profesores, sino entre representantes de dos épocas. Cassirer emigró de Alemania cuatro años después con la subida de los nazis al poder. Heidegger, nazi confeso, fue nombrado rector de la universidad de Friburgo.
Quién podía sospechar entonces que lo que se estaba discutiendo en ese apartado, idílico lugar de las montañas suizas (allí terminó el tísico Stevenson La isla del Tesoro) tendría unas consecuencias terribles para Europa pocos años después.
Me habria gustado presenciar esos encuentros.
ResponderEliminarEncuentros épicos en las montañas suizas.
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