La prueba

No es una prueba infalible, desde luego. Pero cuando se dice de un poeta que es simpatiquísimo, encantador, muy buena persona, etc. la mayoría de las veces nos estamos refiriendo a un poeta mediocre. 
Si quien recibe esos elogios es inteligente fruncirá el ceño, en vez de sonreír. Aquí hay gato encerrado, pensará.
Como somos humanos, mientras no se demuestre lo contrario, es natural que seamos benévolos con los poetas que nos caen bien. Llegamos a hacer esfuerzos heroicos por convencernos a nosotros mismos de que las tonterías (si realmente lo son) que han escrito valen algo. 
Y como en el fondo les consideramos mediocres nuestra simpatía se convierte casi en adoración porque además creemos que no pueden hacernos sombra. Así que bien podemos regalarles nuestro elogio.
 

2 comentarios:

  1. No elevaría a una verdad contrastada tus palabras. Como bien apuntas no es una prueba infalible.
    Lo que es difícil es encontrar a una persona que reauna todas esas virtudes y encima poeta.

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