El primero me gusta: es clásico. Es verdad que esta pintura no puede usarse con fines propagandísticos (¿o sí?). Böckin es un gran artista. Quiero que este cuadro cuelgue de una pared de la Cancillería: me dará sosiego. Algunos creen que el doctor Caligari soy yo. El cine debe ensalzar los valores raciales, no mostrar el poder de un asesino hipnótico en una atmósfera de claustrofobia. Alfred Kubin pinta muchedumbres, a mí me gustan las muchedumbres, siempre que sean unánimes en su devoción al movimiento. Pero esto es distinto: la multitud se dirige a un túnel. Esta es una fantasía macabra y espectral. Y nosotros no soportamos eso.
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