Sabotaje en el metro

Nuestra vida cotidiana es desde hace tiempo una grotesca película de terror. No sólo en este pequeño país, sino en todo Occidente. En algún lugar entre dos estaciones de metro accionan el freno de emergencia y los vagones abarrotados de carne humana (gente que va al trabajo, gente que viene del trabajo) quedan detenidos en los raíles del inframundo. 
Ataques de pánico: "piensa en las vacaciones, imagina que estás en la playa" dice una voz caritativa, a la garganta que grita. Luego, las declaraciones a la prensa del político, que observa la ciudad desde su despacho, en lo alto del rascacielos: "la seguridad de los ciudadanos", dice. ¿Qué seguridad? ¿Qué ciudadanos?
Esto me trae a la memoria la frase de aquel cuento de Kafka: "mi barca no tiene timón, se mueve con el viento que sopla de las regiones inferiores de la Muerte."

3 comentarios:

  1. Excelente la metáfora, Francisco. Acaso todo tu blog sea una fragmentada y corrosiva metáfora de nuestro tiempo.
    Un placer pasar por aquí.

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