Leyendo un ensayo de Joseph Brodsky encuentro esta frase: "el efecto de su instrumentación (se refiere a la poesía de Anna Ajmátova) en sus temas era similar al de una persona acostumbrada a que la coloquen frente a la pared cuando de pronto la colocan ante el horizonte". No entiendo lo que quiere decir, pero adivino una idea muy brillante, una espléndida comparación. Brodsky me parece un escritor especialmente inteligente.
Se me ocurren unos cuantos escritores más en los que la inteligencia brilla no por su ausencia, sino por su poderoso fulgor. En este blog apareció una cita de Gabriel Ferrater en la que hacía unas observaciones muy agudas sobre los cambios en las formas de relacionarse, a propósito de la correspondencia entre D'Alembert y Lagrange. Es fácil recordar a Borges, si buscamos un autor en el que la inteligencia destaque. Otro que podría añadirse es Cesare Pavese; también W. H. Auden (que según Brodsky era la mente más brillante del siglo XX).
Todos ellos tienen en común la capacidad para relacionar ideas o fenómenos que a primera vista nada tienen en común, un excelente talento para la crítica (pueden triturar o de ensalzar a un autor con una frase), son políglotas y creo que entenderían las más abstractas teorías de la física o las matemáticas. Ahora se me ocurre Samuel Taylor Coleridge, que decía que asistía a las conferencias del químico Humphry Davy para aumentar su arsenal de metáforas.
Otra figura más, esta femenina, es Sor Juana Inés de la Cruz. En la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, demuestra una asombrosa capacidad intelectual, recuerdo ese pasaje en que dice: "Estaban en mi presencia dos niñas jugando con un trompo, y apenas yo vi
el movimiento y la figura, cuando empecé, con esta mi locura, a
considerar el fácil moto de la forma esférica, y cómo duraba el impulso
ya impreso e independiente de su causa, pues distante la mano de la
niña, que era la causa motiva, bailaba el trompillo; y no contenta con
esto, hice traer harina y cernerla para que, en bailando el trompo
encima, se conociese si eran círculos perfectos o no los que describía
con su movimiento; y hallé que no eran sino unas líneas espirales que
iban perdiendo lo circular cuanto se iba remitiendo el impulso"
En los aforismos esta cualidad es fundamental. Uno de los maestros de este género es el polaco Stanislaw Jerzy Lec. Un aforismo suyo: "La primera obligación de la inteligencia es desconfiar de ella misma" Y otro más, y termino para no cansar: Elias Canetti. También espléndido aforista y temible crítico. Y también Susan Sontag.
Apúntate otro escritor inteligente. Francisco Alba
ResponderEliminarTe debo un par de vinos.
Eliminar