¿Hay algún borracho en la obra de Shakespeare? Pues sí, el propio Shakespeare. Todos nosotros, llegados a un cierto punto de lucidez, nos comportamos como borrachos. Coincido con el adorable Albert Camus (muerto absurdamente a los 46 años): el problema filosófico fundamental es el suicidio. Pero hay muchas formas de matarse: abandonarse a la tristeza, por ejemplo, mata.
Shakespeare era un animal tabernario, de eso estoy seguro. Beber y fumar acorta la vida. La vida es corta, el arte es largo. Dios mío, Shakespeare murió a los 52 años. ¡Era jovencísimo! Dante vivió 56 años. Virgilio sólo vivió 50. Cristo y Alejandro murieron a los 33 años. Proust murió a los 51. Rimbaud y Rafael murieron a los 37 años. Y Nietzsche terminó su carrera celeste a los 44, la edad que yo tengo ahora. La edad en que murieron: Stevenson, Scott Fitzgerald, Chéjov, San Francisco de Asís y Spinoza. ¿Cómo podremos sobrevivirles? Pues sentados en el potro de la mediocridad.
Recordemos a Omar Khayam: hay que beber vino (pero con moderación).
Lo malo es que ni siquiera haremos un bonito cadáver.
ResponderEliminarPero nada de potros de mediocridad. ¡Hay que querer ser Rimbaud o Stevenson! Que no dejemos de serlo por no aspirar a ello. Ambición y atrevimiento. Yo no me conformo con menos que ser un genio. Total, si fracaso no estaré para verlo. Pero lo intentaré. Así que ¡todos los deseos y todas las ambiciones! Prohibida la modestia, que es de burgueses de olla y puchero. Que no te oiga yo más alardes de discreción. Bastantes límites nos pone la vida como para ponernos más.
Bebamos vino y entusiasmémonos sin tasa y creámonoslo todo.
Un abrazo.
Dice Machado, por boca de Juan de Mairena, que la modestia "es la virtud que más espléndidamente han solido premiar los dioses"; y añade que los períodos más fecundos de la historia son aquellos "en los que los modestos no se chupan el dedo". No conviene confundir "modestia" con apocamiento o renuncia, que son cosas muy distintas, y bien pueden ser hasta contrarias (recuérdese lo de "no chuparse el dedo"). Respecto a lo de las edades, Cervantes terminó su segundo Quijote, sin duda su obra mayor, a los 68, entonces extrema ancianidad. Y sobre la ambición de ser un genio, he de decir que a mí personalmente me parece errónea; creo que de lo que se trata es de ser, en lo posible, una persona normal y decente, capaz (si esos dioses de que Machado hablaba son tan increíblemente propicios) de escribir obras geniales. Pero son ellas, las obras, las que ojalá lo fueran; la idea de serlo uno mismo puede conducir muy fácilmente a la extravagancia (que no es precisamente el genio, aunque haya quien los confunda), y muy difícilmente y en el mejor de los casos a aquello de que se quejaba Wilde, es decir, lo de haber puesto todo su genio en la vida y sólo su talento en sus obras. Como decía Borges, yo creo que con razón, la obra maestra es "un género que requiere cierta inocencia de parte del autor".
ResponderEliminarNo había visto tu comentario antes de publicar el mío, así que el que sigue a éste (más antiguo) es una respuesta al de Piquero.
EliminarMe ha hecho pensar lo que dices: que no conviene confundir "modestia" con apocamiento. Y que la ambición de ser un genio te parece errónea. Estoy de acuerdo.
El hombre tiene dos obligaciones: ser justo y ser feliz. Lo demás parece que sobra.
La obra maestra, dices citando a Borges, requiere cierta inocencia de parte del autor. Es verdad. Debe de ser agobiante escribir o pintar etc si se siente la responsabilidad de pasar a la historia como un genio.
El hombre modesto (ése que "peca de modestia") no tiene por qué ser pusilánime. El culto al genio puede ser sólo vanidad.
Desde luego,los peores límites son los que uno se pone a sí mismo, sin motivo. Que un ciego pretenda pintar es absurdo; que un hombre sano e inteligente no aspire a la grandeza es indigno. Aparte de eso el hombre, dijo Borges, tiene dos obligaciones: ser justo y ser feliz. No es obligatorio, por suerte, ser poeta o pintor o artista.
ResponderEliminarApruebo lo que dices: hay que aspirar a lo más alto. Ya que estamos embarcados naveguemos hacia el horizonte.Pero creo que te equivocas si ves en el post una declaración de modestia personal mía. No hay nada de eso.
Un abrazo.
Me quedo con esa frase: un hombre sano e inteligente ha de aspirar a la grandeza. Quitemos la palabra "genio" y sus extravagancias (nada peor que un chiflado que se cree genial), pero sigo insistiendo: la modestia puede derivar en apocamiento o conformismo. Frente a eso: entusiasmo, atrevimiento, descaro y ambición. Para gozar sólo un poco hace falta desearlo todo.
ResponderEliminarAbrazos a ambos.
El problema de tomar como reflejo a esos grandes hombres es que los sacamos de su contexto temporal y los metemos a calzador en el nuestro. La esperanza de vida de entonces rondaría los 60 años.
ResponderEliminarPor otro lado, lo que ellos vivieron, como lo vivieron y la creación de sus obras nos llevarían a nosotros toda la eternidad y ni aun asi alcanzariamos a dar un brillo similar.
Tenemos que apreciar lo poco que podemos gozar y saborearlo como si no hubiera un mañana.
Yo creo que esto, como tantas otras cosas en la vida, es finalmente una cuestión de equilibrio. Ya dije lo que me parecía acerca de la modestia (que NO ES apocamiento); recordaré ahora, del otro lado, la frase creo que de Cocteau, según la cual "Victor Hugo era un loco que se creía Victor Hugo". No le falta agudeza a la apreciación; pero podría, creo, dársele un poco la vuelta si contestáramos que quizá fue precisamente a base de creérselo como llegó a serlo efectivamente alguna vez. En fin, quizá todo se reduzca a que hay quien necesita ese tipo de estímulo, un poco aparatoso, y quien puede pasarse sin él.
ResponderEliminarPerfectamente. Como decía sabiamente el gangster de "Calle sin salida", cada cual debe hacer lo que cree que le gusta.
ResponderEliminarYo estaba pensando más bien en esos escritores que sacan su libro y dicen: "Bueeeno, en realidad lo que yo hago no vale nada...". Primera cuestión: si no vale nada no escribas, o al menos no publiques (no es obligatorio). Segunda cuestión: que se te ocurra decirles: "Pues, efectivamente, no vale nada". Uuuuf. (Esto no intentéis hacerlo en casa, niños".
Detesto a los escritores infatuados de ego y de vanidad pero desconfío igualmente de los falsos modestos. Habría que aprender de los poetas adolescentes, que tienen una cosa buena y otra mala. La buena es que quieren comerse el mundo.
Pero luego se casan y se vuelven timoratos y modestitos y hasta presumen de su mediocridad como si fuera algo sabio y una aceptación de la vida, una cosa casi zen y desde luego muy civilizada; y el mundo se los come vivos.
Abrazos.
A mí me parece bien que la gente (no sólo los poetas, o los escritores) no se deje avasallar, y luche por aquello en lo que cree. Pero me parece que la lucha que de veras importa, particularmente en cuestiones artísticas, es menos con el mundo que con uno mismo. Por otro lado, las declaraciones, por ejemplo, de Borges sobre lo poco que, en su opinión, valía su trabajo pueden contarse por decenas; no obstante lo cual, yo no creo que hubiera debido abstenerse de publicar, y mucho menos de escribir. Respecto al tema de la falsa modestia, reconozco que me hace sentirme un poco incómodo. Siempre que se habla de la modestia, el adjetivo "falsa" no anda lejos; parecería que la auténtica no existe, o al menos no cuenta. Uno diría que la existencia de falsificaciones, digamos, de Picasso es una prueba (si hiciera falta alguna) de que la obra auténtica de Picasso existe, y es más importante y decisiva que ellas.
ResponderEliminarPues rectifico y te vuelvo a dar la razón. Aprecio al falso modesto (como Borges), que es falsamente modesto por cortesía (nada más insoportable que un vanidoso). Lo que creo que no debe ser ningún escritor es verdaderamente modesto, porque eso es ponerse trabas de antemano, hacer dejación, renunciar a llegar cuanto más lejos sea posible.
ResponderEliminarY me apresuro a matizar que no estoy hablando de alcanzar prestigio o fama o vender muchos libros. Todo lo que estoy diciendo, desde el principio, tiene exclusivamente que ver con la propia escritura, no con la audiencia.
Abrazos.
Veo que hay una animada discusión. Lo celebro. Diré que la modestia no me parece una virtud heroica, pero suele aceptarse muy bien. Es como las zapatillas o el caldo de gallina de las virtudes. Quien pueda prescindir de la prudencia que sea arrogante.
ResponderEliminarRecordaréis esta anécdota de Unamuno. El rey Alfonso XIII le entrega una condecoración: "gracias, por este honor que merezco." Y el rey: "curioso, los demás me han asegurado que no se lo merecían." Unamuno: "Y tienen razón."
No creo que hubiera vanidad en esas palabras. Orgullo, sí desde luego.
Alejandro lloraba porque no podía emular las hazañas de Aquiles. Julio César lloraba porque no podía emular las hazañas de Alejandro y Napoleón lloraba porque no podía emular las hazañas de Julio César.
Por cierto, en la Antigüedad el hombre tenía de sí mismo un concepto infinitamente más alto que el que tenemos hoy.
Muy de acuerdo con lo que dice Piquero acerca de la notoriedad pública, de la fama, digamos, curricular. Palabra que, por cierto, me sirve de introducción a una encantadora anécdota de Borges, que transcribo aquí:
ResponderEliminar"Antes de ser nombrado profesor titular de la Universidad de Buenos Aires, solicitan a Borges un currículum. “Denme un par de semanas –responde Borges-. Es un género nuevo el que usted me propone y necesito tiempo para abordarlo”. Dos semanas después, el profesor Delfín Garasa pasa a buscar el currículum. “¡Caramba! –exclama Borges-, aún no lo hice. Pase mañana, por favor”. Al día siguiente, desconcertado, Garasa lee el texto entregado por el escritor: “Jorge Luis Borges, nacido en Buenos Aires el 24 de agosto de 1899. Ex profesor de la Universidad de Austin. Autor de algunos libros de poesía, cuentos y ensayos”.
Genio es el hombre que no se plantea si es un genio. ¿Acaso los leones se plantean si son leones?
ResponderEliminarLos aspirantes a genio viven en un mundo de fantasía. Las mofetas, en cambio, son dignas de admiración y respeto, pues no desean ser leones. Son, sin complejos, lo que son.