"La lectura asistemática ha sido mi mayor placer", decía Lichtenberg, el hombre más agudo de la Historia. Soy de esos que se toman la lectura demasiado en serio, más en serio aún que Borges, que declaraba ser un lector hedónico. Si pasa un día sin haber hojeado ningún libro me siento mal, como si tuviera mala conciencia. Es verdad que este integrismo lector se me ha atenuado con el paso del tiempo (parece que el tiempo atenúa todas las pasiones excepto la vanidad y la avaricia). He aquí unos cuantos libros que me gustaría leer de cabo a rabo y que me temo no leeré:
El hombre sin atributos, de Robert Musil.
En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust. (Lo empecé dos veces y no pasé de la cuarta página).
La decadencia y ruina del imperio romano, de Edward Gibbon.
Historia de Roma, de Tito Livio.
Memorias, de Albert Speer.
Las ilusiones perdidas, de Honoré de Balzac.
Historia general de España, de Juan de Mariana.
El Corán, de Alá (escrito por su profeta Mahoma).
Episodios nacionales, de Benito Pérez Galdós.
La lista se podría ampliar pero no se trata de ser prolijo. Éstos son los primeros libros que se me han ocurrido. Claro que esta lista no es más que una superstición. Puede haber más "energía literaria" en un proverbio de Antonio Machado o en un aforismo de Nietzsche que en una novela de 500 páginas. De hecho, es lo que suele ocurrir.
Acabo de descubrir tu blog (via J. L. Sevillano). Tiene muy buena pinta, como todo lo tuyo.
ResponderEliminarBienvenido y un fuerte abrazo.
Muchas gracias, Jorge! La costumbre de seguir algunos buenos blogs (entre ellos el tuyo) me ha animado a crear este.
ResponderEliminarNos vemos en la blogosfera.
Un abrazo.