Otakar Svec fue un escultor checo que tuvo la desgracia de ganar el concurso al que se había presentado. Sin calcular bien las posibilidades de perder (esperaba lograr el segundo premio) el jurado decidió otorgarle el honor de ser el artista que esculpiera el monumento a Stalin que debía dominar la ciudad de Praga. Pánico debió de sentir en el momento en que le comunicaron la infeliz noticia. Svec construyó el monumento a Stalin más grande que se haya erigido (15 metros de altura) lo que es mucho decir dada la afición al gigantismo de la escultura soviética. Levantar el monstruoso monumento le costó caro: las presiones políticas de altos cargos del partido, la vigilancia de la policía y el terror le destruyeron. Su mujer se quitó la vida durante ese período y Otakar Svec se suicidó tres semanas antes de la inauguración. El hombre que sirvió de modelo al artista, un electricista, murió alcoholizado tres años después. La escultura se mantuvo siete años (1955-1962). Fue destruída con dinamita. El ingenio de los praguenses la bautizó como "la cola de la carnicería" aludiendo a las penurias del racionamiento.
Lenguas extintas
Como una especie de anfibio, mariposa u orquídea algunas lenguas pueden estar en peligro de extinción. Las lenguas son hechos naturales, una herramienta que las comunidades humanas crean para poder convivir y que comportan una interpretación del mundo. En 1898 murió el último hablante de la lengua dálmata, Antonio Udina. En 1992 murió el último hablante del ubijé, una lengua que se hablaba en el Caúcaso. El lingüista Georges Dumézil trabajó con este campesino de nacionalidad turca en un desesperado intento de conservar un legado precioso que era tan frágil como la vida de Tevfik Esenç. Así sonaba esta lengua que sólo tenía dos vocales y nada menos que 83 consonantes.
Breve lista de libros que me gustaría leer y no leeré por falta de tiempo.
"La lectura asistemática ha sido mi mayor placer", decía Lichtenberg, el hombre más agudo de la Historia. Soy de esos que se toman la lectura demasiado en serio, más en serio aún que Borges, que declaraba ser un lector hedónico. Si pasa un día sin haber hojeado ningún libro me siento mal, como si tuviera mala conciencia. Es verdad que este integrismo lector se me ha atenuado con el paso del tiempo (parece que el tiempo atenúa todas las pasiones excepto la vanidad y la avaricia). He aquí unos cuantos libros que me gustaría leer de cabo a rabo y que me temo no leeré:
El hombre sin atributos, de Robert Musil.
En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust. (Lo empecé dos veces y no pasé de la cuarta página).
La decadencia y ruina del imperio romano, de Edward Gibbon.
Historia de Roma, de Tito Livio.
Memorias, de Albert Speer.
Las ilusiones perdidas, de Honoré de Balzac.
Historia general de España, de Juan de Mariana.
El Corán, de Alá (escrito por su profeta Mahoma).
Episodios nacionales, de Benito Pérez Galdós.
La lista se podría ampliar pero no se trata de ser prolijo. Éstos son los primeros libros que se me han ocurrido. Claro que esta lista no es más que una superstición. Puede haber más "energía literaria" en un proverbio de Antonio Machado o en un aforismo de Nietzsche que en una novela de 500 páginas. De hecho, es lo que suele ocurrir.
Edimburgo, 1828
Robert Knox era un conocido
cirujano y profesor de anatomía que practicaba disecciones. Un día trabó
relación con dos hombres llamados William Burke y William Hare,
emigrados irlandeses, que comenzaron a proveerle de cadáveres. Cada
cuerpo se pagaba a unas 10 libras. Knox imaginaba que los cuerpos habían
sido robados después del expolio de las tumbas, práctica habitual en la
época. Lo que Knox parece que no sabía es que aquellas personas habían
sido asesinadas. Descubiertos por la justicia Burke y Hare fueron
procesados. Hare delató a su compinche y se libró de la horca, pero
Burke murió en el patíbulo.
El
cuerpo de Burke tuvo el mismo destino de sus víctimas: se le practicó
una disección pública. Su esqueleto se conserva en el Museo de Anatomía
de la Universidad de Edimburgo. El profesor que practicó la disección,
Alexander Monro, mojó su pluma en la sangre de Burke y escribió: "Esto
fue escrito con la sangre de William Burke que fue ahorcado en
Edimburgo. La sangre se tomó de su cabeza."
John Goodricke
Algol es una estrella variable de la constelación de Perseo que
cambia de brillo periódicamente, cada dos días, pasando de una magnitud de 2,3 a 3,5. Algol representa al ojo de Medusa, la Gorgona, monstruo
cuyos cabellos son serpientes y que convierte en piedra a todo el
que la mira.
Hacia 1782 John Goodricke observaba con atención las variaciones de brillo de esta
enigmática estrella desde un lugar no muy lejano a la catedral de York. ¿Cómo explicar la variación de brillo? Goodricke propuso una sutil hipótesis: postuló que la estrella era un sistema doble, es decir que
las fluctuaciones de brillo se debían a una compañera que producía un eclipse al
pasar entre Algol y la Tierra; es lo que se conoce como binaria eclipsada.
Envió sus
resultados por carta a la Royal Society en 1783. Tenía 19 años. El 16 de abril de 1786 la Royal Society le concedió la medalla Copley, su más alta distinción, al tiempo que le confería el
honor de ser admitido en la institución. ¡Joven promesa de la astronomía!
Goodricke nunca llegó a conocer la noticia. Cuatro días después de aquella fecha murió de una neumonía provocada por las largas noches que pasaba observando el firmamento. Un detalle no exento de interés: era sordomudo.
Goodricke nunca llegó a conocer la noticia. Cuatro días después de aquella fecha murió de una neumonía provocada por las largas noches que pasaba observando el firmamento. Un detalle no exento de interés: era sordomudo.
Complainte d'un autre dimanche
¿Será tal vez el ennui del domingo por la tarde? En este momento no hay un solo ser humano que me parezca digno de envidia.
Pitada monumental
Detesto los himnos y las banderas, con la excepción de la Marsellesa que sí me emociona. El himno español tiene la mala suerte de ser una charanga sin gracia, bastante cacofónica, con un ritmo de marcha en que te imaginas a los caballos y coraceros, engalanados, desfilando gallardos ante una tribuna. Originalmente, como casi todos los himnos, fue un grito de guerra. La letra de muchos de ellos está llena de sangre y enemigos que vencer y traidores que aniquilar. Qué glorioso es nuestro pueblo y qué hermosas sus mujeres, y otras tonterías por el estilo.
Con todo hubiera sido mucho más elegante que se respetara esa musiquilla mientras sonó casi con vergüenza en lugar de abuchearla. Pero pedirle elegancia a la multitud...
Una broma maliciosa: el técnico de sonido se confunde y en vez de pinchar la Marcha Real pone un aurresku.
Pesimismo
Leibniz afirmó alegremente que este mundo es "el mejor de los mundos posibles". Esta frase se ha considerado una declaración de optimismo. No lo comprendo, duro de mollera como soy. A mí me parece más bien lo contrario: una afirmación de pesimismo absoluto, porque si este es el mejor de los mundos posibles... ¡cómo sería el peor!
No me lo quiero ni imaginar. Tampoco podría, porque me parece imposible imaginar un mundo peor que el nuestro.
Recordando a Husserl
Si la Fenomenología es un método que nos invita a interrogarnos sin
descanso por aquello que son las cosas, cómo aparecen ante nuestra
experiencia, si postula una correlación entre nuestra percepción de las
cosas y las cosas mismas, y pretende ser una ciencia rigurosa, me
pregunto si los medios de comunicación de masas (cuya enorme influencia
Husserl no conoció) que constantemente nos ofrecen aspectos determinados
y parciales de las cosas (cosas que son ellas mismas inventadas por los medios de comunicación) no arruinan nuestra capacidad de comprender el mundo.
No sé si me explico.
No sé si me explico.
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