Galicursis

Pues parece que oui, que c'etait une mode comme une autre quelconque. Mais cela n'a pas d'importance. Encore je ne suis pas mort. Entrar en la lecture de L'Étranger ou de La nausée es meterse en un endroit dangereux, bien sûr. Meursault o Roquentin son personnages tourmentés ou apathiques sin importancia colectiva. Qué elegante es Francia y de Francia qué elegante es París y de París qué elegante es el Barrio Latino. El existencialismo surgió como un champiñón galo variedad Kierkegaard Husserl Heidegger en un barrio céntrico de Lutecia. En el café de Flore y en el de Les deux Magots se sentaban muy assis figurones como Sartre-Beauvoir (les deux roués) Boris Vian, Prévert, Georges Bataille, Alberto Giacometti, Sartre otra vez, Simone Signoret y gente que pasaba por allí o que vivía cerca. Sartre y la Beauvoir hacían su vida allí (en el café de Flore surtout); prácticamente se pasaban el día entero en esos cafés. De ese centro intelectual, tan prestigioso, irradiaban ondas de pasión intelectual a las provincias de Francia y al resto de las naciones de occidente. Estudiantes de Aquitania, Provenza, Auvernia, Rumanía, Lituania, Armenia, Bulgaria, España, Irlanda, Portugal, Albania, Grecia o qué sé yo de Checoslovaquia, Vietnam, Marruecos, Argelia o Túnez soñaban con llegar, jóvenes bárbaros, a la capital del mundo y apoderarse de un asiento en alguna de esas cafeterías para sorber un café au lait y sentirse importantes como Sartre y el Castor cuyas maneras imitaban. ¿No fuma cigarrillos? Alors vous n'êtes pas existentialiste. Ese gran poder de atracción lo muestra muy bien Czeslaw Milosz en su poema Rue Descartes. Camus, me parece, no era un asiduo de esos cafés. Al fin y al cabo Camus era pied noir y su patria era la luz de su Argelia natal. Con los años fue decayendo, como todas las cosas humanas, el tinglado existencialista y los asientos se fueron quedando vacíos de aquella gente importante que era capaz de rechazar premios Nobel de literatura. Ganaban fama y reconocimiento escritores extranjeros (L'Étranger!) instalados en París: Ionesco, Beckett, Cioran, Kundera, Cortázar, Arrabal, Milosz (todo lo mezclo excusez-moi), Todorov et bien d'autres encore. Muchos de ellos duermen el sueño eterno en el cementerio de Montparnasse. Claro que no todo fue vanidad gala, fama, triunfo y una vida larga. París aparte de una fiesta, también es un lugar inhóspito. Escritores extranjeros que se suicidaron en París: el poeta Paul Celan, el griego Nicos Poulantzas, el persa Sadegh Hedayat, el armenio Artur Adamov. Imposible imaginar la soledad y desesperación de estos desterrados que terminaron su vida así en una ciudad extranjera. Qué nostalgia, tal vez, de una patria ingrata pobre e insoportable, qué complejos de inferioridad, qué acosos, qué vacío. El suicida es siempre un desarraigado, un extranjero (L'Étranger) aunque se mate en su pueblo natal. Un exilado metafísico. Al lado del pobre Hedayat (leo en wikipedia los detalles de su suicidio, su abandono su soledad eran de lo más negro) la desesperación y el pesimismo de los octogenarios Beckett o Cioran suena a chiste. Ellos no terminaron con su vida en un apartamento, en absoluta soledad, como Hedayat (y hay que alegrarse por eso, claro). El suicidio del persa Hedayat en un solitario apartamento parisino me recuerda a los de Pavese en un hotel de Turín (jamás volvería a dormir solo en un cuarto de hotel) y Jean Améry, también en un hotel, en Salzburgo.                    ¿Fue una moda o no fue una moda el existencialismo francés? Y Francia, ¿fue una moda? ¿No parece que Francia ha pasado de moda? Se puede tener nostalgia de una época que no se ha conocido. 

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