Tantos años después regreso para dar un paseo solitario este domingo fantasmal por las calles desiertas de ese pequeño pueblo tan tranquilo. Estamos en julio pero todo el cielo está cubierto de un manto uniforme y protector de nubes grises y la temperatura es muy agradable. Hace fresco. Los árboles y los campos despiden frescura y verdor. Siempre dio impresión de limpieza y orden ese pueblo y sus vecinos tenían un aire de satisfacción, como si vivieran en el plató de una serie de TV estilo "El show de Truman". En el mejor de los casos la vida se va revelando triste, el paso del tiempo todo lo arrastra. Ya es mucho haber conocido sólo la melancolía cuando tantísimos conocen el espanto y el horror. Vivir unos pocos años llegando a la vejez, en un pueblo tranquilo como ese, medio apartados del mundo y ser enterrados en el cementerio del lugar hasta la disolución del planeta. Vamos bajando las escaleras hacia el mundo subterráneo y antes de atravesar la puerta infranqueable para siempre nos damos la vuelta y saludamos con la mano. "¡Hasta siempre!" Vivir una existencia retirada sin conocer ni revoluciones, ni guerras, ni desgracias personales, ni pasiones incendiarias. Sólo el lento envejecer en el regreso a la nada. Parecerse a un organismo natural, con sus fases vitales. Me detengo a ver unas esquelas. Vecinos de la villa que han muerto recientemente. Gente desconocida. La fila de parientes. Funeral y entierro. ¿Una vida tranquila? Deseo irrealizable. Nuestra época no permite vidas tranquilas. Trotski, que tuvo una vida demasiado interesante, dijo que quien quisiera una vida tranquila no debía haber nacido en el siglo XX. The late earthquake in Calabria and Sicily came without any recognized warning at 5:20 A.M. December 28,1908, the initial shock continuing for about 32 seconds. Los muertos del pasado se nos echan encima. ¿Dónde están esas multitudes?
No hay comentarios:
Publicar un comentario