Tolstoi debió de escribir este relato con una pistola en la sien, en una época de desesperación. No hay historia que destile más asco, rabia y desprecio por los seres humanos. Tuvo que haberse escrito en un momento de profunda crisis vital, porque nadie medianamente conforme con la vida es capaz de imaginar los pensamientos de los personajes de este relato. Todos son mezquinos menos uno: el muchacho que cuida al enfermo terminal. Varias veces se repite a lo largo del relato la frase: "educado, agradable y conforme a las convenciones sociales". Tolstoi está furioso contra el orden social. Como se sabe, lo primero que piensan los (falsos) amigos de Iván Ilich al enterarse de su muerte es: "él ya está muerto, pero yo sigo vivo". Y cada uno cavila cómo beneficiarse de la muerte de este funcionario que deja vacante una plaza interesante. El retrato de la vida conyugal no es menos amable. Tormentas de amargas discusiones por estupideces con algún islote de armonía (tal como dice el escritor). La muerte de Iván Ilich me parece un relato de absoluto nihilismo: lo único positivo, alegre, es la muerte para ese desgraciado, porque es una liberación. Según se acerca el momento fatal Iván Ilich descubre la falsedad de su vida, el pensamiento de que ha vivido en vano es intolerable. Poco antes de morir piensa: "la muerte ha muerto" No es la vida la que muere, sino la muerte. Tolstoi se aferró a la religión y salió de ese paso. Dejó de ser escritor para convertirse en profeta. Esto, creo, le salvó la vida. Al escribir esta historia Tolstoi vomitó todo el asco que sentía por la humanidad y por su vida absurda. También Goethe escribiendo el Werther conjuró sus demonios. No hay una palabra en esta historia que esté de más ni de menos. No hay ninguna salida de tono. Es como si Tolstoi conservara la calma en medio de la mayor tempestad.
Hay muchas fotos de Tolstoi. Que yo sepa no aparece sonriendo en ninguna: siempre serio, con expresión de fastidio. Debió de tener un carácter de mil demonios. Fue un personaje de tremendas contradicciones. La resistencia física de este escritor atormentado y favorecido por la fortuna (aristócrata ruso, inmensamente rico, en la cúspide social) debió de ser enorme.
Dices "el retrato de la vida conyugal no es menos amable". Del contexto se deduce que el verdadero sentido es el contrario: que no es menos desolador, menos terrible. No sé, por tanto, si el adjetivo que usas es irónico (no me lo parece, pero puedo equivocarme), o si hay un error.
ResponderEliminarQuería decir que es tan terrible como lo demás aunque, por lo que veo, parece que la forma en que se dice lleva a confusión.
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