Hace ya mucho tiempo que no veo aquellas películas de Antonioni que me fascinaron. Me fascinaron en el sentido de que me embrujaron, no fue sólo que me gustaran "La aventura" "El eclipse" "La noche" o "El desierto rojo". El resto de sus películas no me interesó tanto. Si al cine se le llama "el séptimo arte" es gracias a artistas como Antonioni. Ciertamente, es un cine complicado, para intelectuales. Trataba de los problemas de la burguesía italiana de los años 60 y, por extensión, de la condición del hombre moderno en un mundo alienado. O, mejor dicho, el que está alienado es el hombre. En Antonioni se reconoce a Kierkegaard, a Adorno, a Horkheimer. El tema fundamental de su cine es la incomunicación, si es que sus películas pueden reducirse a una fórmula. Si ya nos veía angustiados, inconexos, aturdidos, como el personaje de la mujer del ingeniero en "El desierto rojo" (1965) cabría suponer la película que hubiera hecho para mostrar la extrañeza, la soledad y lo que hay de enfermizo en nuestra época de internet y redes sociales. Pero cada artista tiene su tiempo, el corto tiempo de la vida humana, y Antonioni no vivió para ver el advenimiento de facebook o twitter. Quien aún vive, fuera del mundo ya, es su musa Monica Vitti, casi nonagenaria, recluída en una vivienda de Roma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario