Llegado a los 82 años el viejo conde emprendió su última aventura, antes de hacer el último viaje. Como un adolescente que se va de su casa, Tolstoi huye de su hacienda, en Yásnaia Poliana, porque está harto, dice, de llevar una vida falsa. Le escribe una carta (escribir es lo suyo) a su mujer, Sofía, en la cual le pide que, por favor, no le siga, que le deje pasar solo, como hacen las personas de su edad, los últimos días. 28 de octubre, 1910.
"Mi situación en casa se ha vuelto insoportable. Aparte de esto, no puedo vivir en la condiciones de lujo en las que he vivido, y he de hacer lo que los viejos de mi edad hacen normalmente: abandonan el mundo y pasan los últimos días de su vida en soledad y calma.
Por favor, entiende esto y no me sigas, si sabes dónde estoy. Tu llegada empeoraría tu situación y la mía y no cambiaría en nada mi resolución. Muchas gracias por los fieles 48 años que pasaste conmigo y te pido que me perdones en lo que haya sido culpable, como yo sinceramente te perdono todo por lo que fueras culpable ante mí. (...) Si quieres decirme algo, díselo a Sasha (su hija) ella sabe dónde estoy y me transmitirá lo que necesitas. No puede decir dónde estoy, pues le he hecho prometer que no se lo dirá a nadie."
Cuenta Sergio Pitol, gran conocedor de la literatura rusa, que cuando la noticia de la muerte de Tolstoi llegó a San Petersburgo las calles se quedaron desiertas y doblaban las campanas.
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