Modesta ambición

Quizá nuestra época, tan difícil de comprender, parezca el colmo de la sofisticación. Para cualquier mortal su tiempo es difícil de comprender. Todo lo contemporáneo es miope. Necesitaríamos unos 300 años para saber cuáles son las ideas fundamentales de nuestro tiempo, pero nadie vive tanto. Otra ventaja sería confiar esta tarea a los marcianos. Ellos podrían examinarnos "desde fuera". Pero tampoco lo veo posible. Ah, estamos limitados, tenemos una venda en los ojos. Nos falta perspectiva. 
         Una idea al vuelo: el cristianismo de los primeros siglos (hasta Constantino más o menos) fue mucho más ambicioso que nuestro tiempo tecnológico y digital. Aquellos fanáticos sin internet creían en la vida eterna, en la inmortalidad del alma, se la exigían a su Cristo. Esperaban la llegada inminente del Reino del los Cielos. ¿Hay mayor ambición? Hoy somos más modestos: nos contentamos con un nuevo modelo de móvil o un seguro de coche más barato. Si logramos un trabajo medianamente digno, entonces el delirio es total. De trascendencia, ni rastro. Todo de tejas abajo y muerto el burro la cebada al rabo. 
        Ah claro, se me olvidaba el socialismo: por fin la justicia en la Tierra. Legítima, gran ambición, por supuesto. Hace 100 años podría pasar, pero ¿quién se traga ahora ese camelo viendo a los socialistas de hoy levantando el puño, haciendo el espectáculo, en el ubicuo plató de TV que es nuestra realidad?

1 comentario:

  1. Eran buenos tiempos aquellos en los que nos reuníamos en el circo para ver como las bestias devoraban a los aterrorizados esclavos.
    No como ahora que sentados entorno a una mágica caja de luz nos entretenemos viendo la devastación de Alepo

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