Nuestro maravilloso cerebro manda la señal a los nervios que accionan los músculos del dedo. De la masa gris donde duermen los recuerdos de infancia y acaso el enunciado del teorema de Arquímedes parte la orden a la provincia exterior. Como si desde Roma se enviara un edicto imperial a las legiones de Mesopotamia. El dedo índice de la mano derecha aprieta el botón del ratón y se dispara automáticamente la llamada. Así acuden, como palomas llamadas por el deseo, las figuras que esperan en el centro de la sala y miran la pantalla que emite imágenes obsesivas, repetitivas, obsesivas, repetitivas. Esto es una manifestación del amor (el amor es un tormento) y su poder de atracción. No fueron más dóciles a Cristo sus discípulos, ni más atentos estuvieron los jóvenes de Atenas a Sócrates, que estas figuras lo están a la llamada. Se le llama "turno" no "vocación". RC-098 El mecanismo es admirable: cada figura que entra recoge un papelito con una clave: dos letras un guión y un número. Delicia cartesiana. El sistema es ordenado, impecable, práctico y de una exquisita humanidad. Es una realización de la justicia. Hasta el detalle de postergar a las figuras que no pertenecen a la secta está perfectamente calculado. Los no iniciados en los misterios se van cubriendo de vergüenza, indignación, telarañas, pasmo y apetito de venganza. Su queja inútil termina en resignación. RN-001. El formidable dedo de la Capilla Sixtina, ese dedo divino que anima a la criatura de barro, no tuvo tanto poder como el dedo que aprieta el ratón y llama a las figuras que esperan en el centro de la sala, mirando a la pantalla y acuden como palomas llamadas por el deseo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario