Para un servidor la literatura fue durante un tiempo literatura francesa. No hay nación en la que las letras hayan dado tantos autores ilustres; esto puede discutirse, desde luego, y me parece perfecto. ¡Esos livres de poche, la editorial Gallimard! Recordar el nombre de algunos escritores es volver a mis años mozos. Recuerdo la lectura de Madame Bovary que me dejó impresionado. El francés que sé lo aprendí en ediciones bilingües de poesía, mi maestro principal fue Baudelaire. Au fond de l'Inconnu pour trouver du nouveau ! ¡Ah, esos alejandrinos! Después de dos intentos logré la proeza de leer completa À la recherche du temps perdu, uno de los libros más grandes que se han escrito.
Qué nombres tan sonoros: Maurice Merleau-Ponty, Theilhard de Chardin, Claude Lévi-Strauss (ese nombre judío), Jean-Paul Sartre, Raymond Aron, Albert Camus, etc etc. Autores enterrados en el olvido. Era otra época. Una época en la que los intelectuales franceses eran faros (por decirlo como Baudelaire) que influían poderosamente en la opinión pública de su país y de Europa. (A esas voces, no siempre infalibles pero con gran prestigio, la ha sustituído una cháchara infernal de analfabetos, ciegos que guían a ciegos). Muchos autores del este de Europa, con hambre intelectual, llegaron a París para instalarse en el barrio latino o en Montparnasse. Adoptaron la lengua del país de la cultura y la enriquecieron: Cioran, Ionesco, Kundera, sin olvidar al irlandés Samuel Beckett, el aniquilador. Como llegaron a Francia tantos autores hispanoamericanos: Rubén Darío, Cortázar, Octavio Paz, Vargas Llosa, César Vallejo, etc Algunos se quedaron allí, en el cementerio de Montparnasse. También allí reposa Susan Sontag.
Gil de Biedma escribió el poema Elegía y recuerdo de la canción francesa:
Y todavía, en la alta noche, solo,
con el vaso en la mano, cuando pienso en mi vida,
otra vez más sans faire du bruit tus músicas
suenan en la memoria, como una despedida:
parece que fue ayer y algo ha cambiado.
Hoy no esperamos la revolución.
En los tenebrosos y miserables tiempos que vivimos podría escribirse una Elegía y recuerdo de las letras francesas. C'est fini.
Muy exagerado, en mi opinión. Es verdad que la cultura en general, y en particular el arte literario, francés, no tiene ya la predominancia y la condición de faro que tuvo hace años. Pero es sólo eso lo que ha perdido, no el interés por sus mejores autores. De la Recherche hay ahora mismo en el mercado varias traducciones; se sigue leyendo a Baudelaire y los simbolistas, a Balzac, Flaubert o Stendhal; a Villon, a Montaigne, a Pascal, a La Rochefoucauld o a Joubert; a Camus o a Houellebecq. En los últimos diez años, por ejemplo, ha habido dos Nobel franceses (Le Clézio, 2008, y Modiano, 2014), lo que no ocurre con ningún otro país.
ResponderEliminarEstá escrito con nostalgia: tal vez ni era tan bueno entonces ni tan malo ahora. Coincidimos: Francia ha perdido la influencia que tuvo. Muchos avances sociales se deben a este país cuyas gentes se dice que son vanidosas e ingeniosas.
EliminarEntre el público lector español supongo que mantienen el interés (a eso se refiere tu comentario). Eso no lo puedo constatar.
Del Nobel no me fío: Borges no lo obtuvo, pero Bob Dylan sí.
"Tal vez ni era tan bueno entonces", bueno, esto es un error. Claro que era bueno. Magnifique.
EliminarYo tampoco me fío especialmente del Nobel (aunque tiene también aciertos no desdeñables); pero lo anoto como un síntoma de que el interés y el reconocimiento internacionales siguen ahí.
EliminarEs verdad que a veces acierta de pleno el Nobel y da notoriedad internacional a escritores que lo merecen, pienso en la polaca Szymborska, por ejemplo.
EliminarJustamente su nombre es el que yo tenía en mente cuando lo decía. Somos poco originales, y no hace ninguna falta que lo seamos más.
EliminarAgradecida!
ResponderEliminarDe nada. Un saludo!
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