Büchner es el autor de "La muerte de Danton", una tragedia sobre la Revolución Francesa que explica muy bien las atrocidades que ocurrieron en el siglo XX. Büchner, que sólo vivió 23 años, era un genio. Una cosa deja clara su breve obra: la injusticia atroz de la pobreza -que reduce a los hombres a la bestialidad- y la insignificancia de nuestras vidas. Aquí habla (o mejor dicho, truena) Saint Just, guillotinador y guillotinado, ante la asamblea:
Parece que en esta asamblea hay algunos oídos sensibles que no pueden soportar la palabra "sangre". Algunas consideraciones generales podrían convencerles de que no somos más crueles que la naturaleza y el tiempo. La naturaleza sigue tranquila e irresistible sus leyes y los hombres son aniquilados cuando entran en conflicto con ella. Un cambio en los componentes del aire, un recrudecimiento del fuego telúrico, la conmoción del equilibrio de una masa de agua, una epidemia, una erupción volcánica, una inundación entierran a miles. ¿Cuál es el resultado? Una insignificante, apenas perceptible alteración de la naturaleza física, que pasaría sin dejar rastro sino fuera por los cadáveres que deja en su camino. Y yo pregunto: ¿no podría una Idea aniquilar tan bien como una ley física todo lo que se le opone? ¿No podría un acontecimiento que conmociona la total forma de la naturaleza moral, esto es la Humanidad, realizarse por medio de la sangre? El espíritu del mundo se sirve en la esfera espiritual de nuestros parias, como se sirve de los volcanes y las inundaciones. ¿Qué importa que mueran de una epidemia o de una revolución?
Que se lo digan a los tejnos
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