La pintura de Delacroix non mi piace. En el Louvre pasaría de largo por la sala Delacroix (pronúnciese "delacruá"). Era un gran pintor aunque no entendamos qué quiere decir eso (sólo entendemos lo que vale por el dinero que cuesta, las obscenas subastas). Además de gran pintor, escribía de maravilla. Delacroix -con Baudelaire, por ejemplo- es uno de los primeros que adivina lo que será el mundo moderno. Y no es que no le guste, no: es que abomina de él. ¡Pues no conociste el siglo XX! Aparte de Hiroshima y todo eso, te libraste de la publicidad, del fútbol, de los suplementos de cultura, de la televisión, las rebajas, el chándal o la podredumbre del socialismo (que a todos nos gustan las suites en hoteles de lujo).
Unas líneas extraídas de su formidable Diario:
Unas líneas extraídas de su formidable Diario:
Es evidente que la naturaleza se preocupa muy poco de que el hombre tenga espíritu o no. El hombre verdadero es el salvaje: encaja con la naturaleza tal como es. Tan pronto como un hombre agudiza su inteligencia, aumenta sus ideas y la manera de explicarlas, adquiere necesidades y la naturaleza se le opone en todo. Es necesario hacerle violencia continuamente. ¿Qué importa al paso de las estaciones, al curso de los astros, los ríos y los vientos, el Partenón, San Pedro de Roma y tantos milagros del arte? Un temblor de tierra, la lava de un volcán harán justicia: los pájaros anidarán en estas ruinas, las bestias salvajes sacarán los huesos de los fundadores de sus tumbas entreabiertas.
El primer valor de un cuadro es el de ser una fiesta para los ojos.
Ví allí, a lo largo del camino, una procesión de hormigas que desafío a los naturalistas que me expliquen. Toda esa tribu parecía desfilar en orden como para emigrar; un pequeño número de obreras remontaba la corriente en sentido contrario. ¿A dónde iban? Estamos encerrados en total confusión, animales, hombres, vegetales, en esta inmensa caja que se llama Universo.
Leer memorias, libros de historia, consuela de las miserias ordinarias de la vida por el cuadro de errores y de miserias humanas.
La arquitectura ha caído en nuestros días en una completa degradación.
Qué débil es el hombre y qué fácilmente cambia en sus emociones y resoluciones. Ayer noche tenía una tristeza mortal. Volviendo de la cena, no veía más que catástrofes. Esta mañana, la vista del campo, el sol, la idea de evitar un tiempo más esa confusión horrible de Paris me han tranquilizado. Feliz o desgraciado, lo soy casi siempre de manera extremada.
Compré una caja pequeña de lata porque me gustó la imagen que llevaba en la tapadera. Por entonces no sabía que la mujer que había pintada era arte de la Delacroix hasta que un amigo me lo dijo: Niña huérfana en el cementerio.
ResponderEliminarEl Vampiro también es precioso. Pero el de la niña, con esa mirada, es bellísimo. Leí un poco su historia.
Bueno, el ser humano ya forma parte de la naturaleza. Nos somos más importantes que las hormigas, los pájaros; pero nuestro dominio sobre ella, nos dice que no hace falta ir al infierno para ver quienes somos.
Pero, como dice una canción de Ana Belén: para entrar en el cielo no es preciso morir.
Vivamos pues un poco feliz, seamos naturaleza y dejemos de ser tan artistas.
Tenía claro el concepto de naturaleza. Me gusta la idea de que un terremoto puede anaquilar las contrucciones del hombre efimero.
ResponderEliminarDelacroix: mon semblable, mon frere. Gran escritor.
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