Porque su prosa es lo más distinto que se pueda imaginar a la jerga periodística, tan sumamente tendenciosa.
Porque le dan igual las causas humanitarias.
Porque no le interesan los ricos ni los pobres, ni la justicia social: le interesa la naturaleza humana.
Porque no juzga a las personas: las muestra como son. El marqués de Saint Loup es al principio un aristócrata que parece un presuntuoso pero que esconde un alma muy noble.
Porque muestra la mezquindad de los pobres sin despreciarlos.
Porque habla de su abuela con infinita ternura.
Porque no tiene prejuicios.
Porque al escribir para sí mismo escribió para cualquiera de nosotros.
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