Dicen los que saben que cada edad tiene sus virtudes y sus vicios. También se dice lo mismo de la clase social y hasta de la época. Si nos descuidamos nos quedamos sin virtudes y sin vicios personales.
Los jóvenes, dicen los que saben, son generosos, valientes, impetuosos, confiados y enamoradizos. Los viejos, dicen los que saben, son tacaños, cobardes, apagados, desconfiados y huraños. Es natural, el cuerpo se enfría, las arterias del cerebro se endurecen. Los viejos saben por experiencia que en la vida no abunda ni la generosidad, ni el heroísmo, ni la buena fe. Saben que la salud es un bien precioso que hay que cuidar con sopas, poco alcohol, nada de drogas y muchas horas de descanso. Consejos de geriatras del tipo "Saber vivir".
Los viejos envidian a los jóvenes, por eso les afean tantas conductas inocentes y rabian cuando los ven divertirse. Sin embargo me parece que hoy son mucho más dignos de compasión los jóvenes que los viejos.
En la edad de la rebeldía ellos están más sometidos que nadie. Precisamente porque tienen esa frescura que les da los pocos años que llevan en el mundo. Les ha tocado vivir en un mundo viejo, gobernado por viejos, que pretende pasar por joven. Lo trágico de esta situación es que cualquier intento genuino de rebeldía queda inmediatamente neutralizado por la publicidad, que lo utiliza, desvirtuándolo, para sus fines comerciales.
Yo creo que los más inteligentes, los mejores entre ellos, saben que vivimos en un campo de concentración. Y que todo lo que hoy puede ofrecerles el mundo no es más que un montón de mierda.