El señor Gracia es muy germanófilo. Mucho. Cada mañana (Jeden Tag!) mira el calendario de una página web alemana en la que aparecen aniversarios del nacimiento y la muerte, en el día, de escritores, la mayoría alemanes. Mira la fecha de hoy y salta de entusiasmo morboso. Tal día como hoy, a tantos de noviembre, murieron Hegel y Leibniz. También en este día fallece Jean Paul, si bien éste es menos conocido. Gerardo Gracia es un personaje singular. Para la sociedad es un empleado de banca que realiza sus tareas en un pequeño pueblo de un valle minero del norte de España. En su cabeza están siempre presentes, desde que los conoció, tipos tan raros como Kant, Goethe, Schiller, Schopenhauer, Hegel, Leibniz, Nietzsche, Simmel, Trakl, Kleist, Heine o Hölderlin. Los clientes del banco se acercan con su recado en las manos pero ni se imaginan dónde tiene la mente y el corazón el aburrido y agrio empleado que les atiende con una sonrisa cansada como un burro después de roturar los páramos de Allande. "Dame 300 euros, chaval" Al señor Gracia, antipático y triste, le parece fatal que le traten de tú y que no le saluden con el debido respeto antes de nada. Es un aristócrata, un epicúreo, un prusiano o eso se cree. En cualquier momento del día en que lo sorprendamos el señor Gracia está pensando en el día en que Nietzsche tuvo el colapso en Turín. Como sabe un poco de alemán (sabe mucho alemán pero su modestia) se atreve a entrar en esas aguas oscuras y profundas. ¿Oscuras y profundas? Se nota que no sabemos alemán. El alemán de un niño es simple. No todo son abismos y pantanos en Germania. Como dice Roger Nimier: "Rusia se parece mucho a la filosofía: las dos están llenas de pantanos y son invadidas de vez en cuando por los alemanes" Gerardo sabe que el alemán de Goethe es muy complejo y rico, pero que el de Kafka es relativamente fácil de entender (lo complejo es la historia, añade con una media sonrisa muy bonita)" Se jacta, por ejemplo, de haber leído la Fenomenología del espíritu en el original. ¿Habrá entendido algo? "Le he pillado la música" dice ufanoso. A la larga lista de filósofos y poetas alemanes Gerardo Gracia ha ido añadiendo con su tesón teutón otra de científicos y matemáticos. "En las ciencias el siglo XVIII fue francés (con la excepción de Euler) pero el XIX fue alemán. El XX lo era también hasta que llegó Hitler" dice Gerardo. En su Valhalla están, aparte de Musil, Georg Heym o Thomas Mann, gente de ciencias como Gauss, Cantor, Weierstrass, Kirchhoff, Robert Koch, Rudolf Virchow, Roengten, Planck, Einstein, Riemann, Heisenberg, Wegener, Schrödinger, Mendel, Hilbert... Wo sind die Weiber?
Pandaemonium germanicum. Esto tiene en la Kopf el ilustre Gerardo Gracia, gran promesa de la filología germánica de nuestro siglo. Gerardo no ha estado nunca en Leipzig, Breslau, Heidelberg, Stuttgart, Estrasburgo, Hamburgo, Munich, Gotinga o Königsberg. Pero sí que estuvo en Berlín, Frankfurt, Zúrich, Weimar, Jena y Berlín. "Muy poco tiempo" se apresura a decir. El señor Gracia cree que sería interesante un libro (no le consta que exista, pero seguro que lo hay) en donde se estudiara el fenómeno académico según el cual los estudiantes germánicos realizaban su formación saltando de una universidad a otra en el ámbito germano. Un físico judío prusiano oriental como Minkowski, por ejemplo, empieza su vida universitaria en Königsberg, continúa en Berlín, luego va a Bonn, de ahí a Zúrich y termina en Gotinga. El señor Gracia opone a la carrera ascendente de Hegel (Tubinga, Berna, Jena, Bamberg, Nuremberg, Berlín) la suya propia descendente: pequeñas poblaciones de una provincia del norte de España. Aire de cordillera, mar Cantábrico, nordeste, pomaradas, madreñas, fabes, mucha sidra rancia, poca lógica y menos Weltgeist.
El señor Gracia se abstrae. Mientras daba un paseo esta mañana por ese pueblo del valle minero Gerardo Gracia observó (su rica vida interior ha quedado ya esbozada) a los humanos que poblaban las humildes calles. Semáforos, señales, indumentaria, edificios, mascotas. Hizo un esfuerzo por verlos con distancia, como si no los conociera del todo. Se dio cuenta de lo curioso que es el Homo sapiens, único representante de su especie. Hubo otras especies de Homo pero desaparecieron. La evolución es una gran extinción. El 95% de las especies se ha extinguido. Sólo queda una pequeñísima parte del gran árbol de la evolución. El humano que se agita aquí y en las calles de todo el jodido planeta es un simio que habla. "Esto puedo observarlo aquí lo mismo que en Londres, Moscú o Los Ángeles" pensó el señor Gracia, "esta visión es eterna. Veo a un animal como otro cualquiera, más débil que los demás, mucho más frágil. Es el único animal que sabe que va a morir (quizá esto explique la universalidad de las drogas, el alcohol, los estupefacientes, esta conciencia puede ser insoportable) y el que más llora a sus muertos queridos. El mundo empezó sin el Hombre y se terminará sin él. Esta especie es una más de las millones que pasaron y pasarán fugazmente por la Tierra". Definitivamente, el señor Gracia tiene algo de pensador alemán, nicht wahr?
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