En esta tarde de mediados de octubre volví a pasear por la orilla del mar. Estaba en calma y me fui calmando yo. El día despejado, azul profundo del cielo. Pensaba que la vida es trágica, que los dioses también mueren, que el agua es la sangre de un dios muerto. Recordé los versos de Rimbaud en la reverberación de la luz en el agua: Elle est retrouvée. Quoi? -L'Eternité. C'est la mer allée avec el soleil. No conozco una sola persona que sea libre. Es probable que jamás haya existido. Pensé que si los dioses me enviaban la muerte en ese momento -no después, no mañana- no me importaría demasiado. Caer fulminado, sin dolor ni angustia, en ese instante luminoso, profundo y solitario. No me han concedido esa gracia, me han mandado a la mierda los dioses. De vez en cuando juego a ser pagano. No se me entienda mal: no deseo morir. "No deseo morir pero me es indiferente estar muerto", dijo un antiguo. También dijo el poeta: "es sólo de los vivos el deseo de la inmortalidad" ¿Habrá tanta diferencia entre estar vivo y muerto? Al menos el muerto se ha liberado "de la triste costumbre de ser alguien y del peso del universo". Por lo menos no he tirado la tarde a la basura verde
La diferencia, para los no creyentes, no es entre estar vivo y estar muerto, ya que para cada uno de nosotros la expresión "estar" muerto carece de sentido. Es entre ser y no ser, como dijo el otro. No es lo mismo.
ResponderEliminarMe acordaba de esa frase de Pitágoras (creo que era Pitágoras) que decía que da lo mismo estar vivo que muerto y alguien le dijo: "entonces, ¿por qué no te matas?" "Porque da lo mismo" le respondió.
EliminarSi Hamlet se preguntara "¿Estar vivo o estar muerto?" haría un monólogo pobre. Es mucho más fuerte "Ser o no Ser?" como dices.