Recuerdo la primera vez, yo era un niño, que vi a una pareja realizando el acto sexual. Era verano, en una playa. Algo extraño hacían, lo vi como un comportamiento raro. Estaban muy a la vista, así que no fui yo sólo quien les vio. La gente se reía, algunos quizá se ofendieran, en general había nerviosismo. Como se sabe es el secreto mejor guardado: todos piensan en el acto sexual, casi continuamente, pero lo esconden por vergüenza. Los humanos somos, por lo general, de una voracidad sexual insaciable. Sin embargo, una pareja enganchada en plena calle o en una oficina no es algo que se vea todos los días. Siempre ha sido éste un tema muy delicado. Algunos afirman que existe desorden sexual en nuestras sociedades. ¿No lo había en el pasado? El asunto genital siempre ha sido motivo de escándalo. Creo que los humanos sienten vergüenza del acto sexual igual que reconocen que son mortales. Si no me equivoco en las tribus más primitivas (los buenos salvajes) también se da este pudor, los ayuntamientos se realizaban en lugares apartados o al amparo de la noche (la noche es de los amantes y los ladrones). Aunque fueran casi desnudos en su vida cotidiana. No existe, creo, ninguna sociedad que tenga una relación natural con el sexo. Si nos fijamos las conversaciones están llenas de alusiones al acto sexual. Casi todas las miradas que los humanos tienden en torno suyo, si se encuentran en sociedad, tienen un punto lascivo. Somos cuerpos y el instinto es poderoso. De haber un general desorden sexual la vida productiva, la seriedad del trabajo, sería imposible. Por eso, tal vez, nos reprimimos. ¡Tardaba en aparecer esa palabra! Represión. Aquí encontramos a Freud y su descubrimiento del inconsciente. Según Freud todo lo mueve el sexo. Un autor contemporáneo suyo, también vienés, Arthur Schnitzler, escribió obras de teatro y relatos sobre el asunto venéreo. Sobre ellos cayó la indignación hipócrita de la gente formal. Pero todos somos de barro y caemos en la tentación. Como dice el sabio refrán: "el hombre es fuego, la mujer estopa, llega el diablo y sopla" Naturalizar el sexo, tratarlo como algo inocente, no me parece posible. El erotismo es una araña peluda, siempre tiene un componente subversivo e inquietante que se relaciona con la muerte. Es un tema recurrente en el cine sicalíptico de Buñuel. Erotismo y muerte: ambos son tabúes. Uno de los pensadores que mejor trató esta cuestión es Georges Bataille. Como dice el chiste: "siempre pensando en lo único" por decir "siempre pensando en lo mismo".
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