El señor Gracia y las mujeres

"Mujeres y días", como decía Gabriel Ferrater, doliente mujeriego. El señor Gracia, Gerardo Gracia, tiene una opinión bastante personal de las mujeres. Para el señor Gracia las mujeres son la argamasa de la sociedad, son las que hacen la familia, las que construyen el hogar. La bisabuela se acerca al bisnieto recién nacido y casi podría verse la corriente eléctrica que se transmite entre la vida que se apaga y la que comienza. Somos parte de un proceso que nos trasciende, infinitamente superior a nuestra existencia individual que es insignificante. La mujer es el vaso de la naturaleza, su conformación somática la prepara para albergar la vida. Anchas caderas, cóncava cavidad pélvica, terreno para la simiente. El señor Gracia piensa en el sexo femenino, mal llamado "sexo débil". De débil nada, piensa el sr Gracia. Son más resistentes que los hombres, se sostienen mejor a sí mismas si algo se desmorona a su alrededor. Hay viudas alegres, pero no viudos alegres. Una mujer que pierde a su cónyuge suele salir adelante pero muchos viudos se abandonan. El señor Gracia es monógamo y retrógrado pero no misógino (eso se cree él). Alguna vez se ha visto en una fiesta rodeado de bellas y elegantes mujeres pensando en una novela rusa. Las que sostienen las casas son ellas. Le arreglan la corbata al desaliñado marido con unas palabras de cariñoso reproche: "Mira cómo vas, desastre" Las mujeres son también madres de sus amantes, novios y maridos. Añora el sr Gracia la familia que no llegó a fundar. Para eso se necesita (en su versión tradicional) una mujer pero él se ve como un cincuentón solitario. Tiempo de nostalgia cuando en su casa resonaba la risa de una compañera y su hogar (entonces tenía un hogar) estaba adornado con los detalles femeninos de aquella persona a la que le unía un auténtico amor que no excluía la amistad. Para distraer esa lógica melancolía el sr Gracia sigue la actualidad. No hay nada mejor que la política y la información económica para olvidar las penas y miserias particulares. Hay muchas rocas sobre las que llorar. "¿Cómo hubiera sido mi vida de haber nacido mujer?" se pregunta. ¿Hubiera sido más cauto, más observador, más sufrido, más paciente? Ellas suelen recibir los homenajes, las pruebas de interés, de hombres a los que gustan y tal vez desprecien. Casi todas han conocido a babosos que les daban asco. Quizá tuvieran que sonreírles. El sr Gracia cree que las mujeres son el ser antirromántico por excelencia. Ellas, eminentemente prácticas, acaso vulgares, son capaces de inspirar, sólo por existir, elevados pensamientos en hombres inmaduros con tendencia a la ensoñación, como le pasó don Quijote con Dulcinea. Quien las idealiza se expone al ridículo. 

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