Idea de la literatura a las 9 y cinco de la noche

No sé cuánto debe a la literatura mi concepción del mundo (que creo que la tengo, por cierto) pero sospecho que mucho más de lo que me parece. Nos movemos en terreno subjetivo. No hay dos lectores iguales y un mismo libro no ejerce exactamente el mismo efecto sobre los lectores aunque puede darse un consenso. Nadie dirá que Thomas Bernhard te hace bendecir cada nueva mañana o que Beckett es luminoso y amable o que por Kafka caminas lleno de confianza en un mundo bueno. Nada tenemos contra el puro entretenimiento banal que puede ser la lectura de textos de ficción. Salir del relato como de una ducha: limpios y lozanos. Diríamos que la literatura presenta dos características fundamentales: un uso estético del lenguaje (que sea exuberante como Joyce o seco como Rulfo es secundario, hay estilos y estilos) y ser expresión veraz del drama que es nuestra vida. En las grandes obras literarias aparecen las cuestiones esenciales de nuestra condición humana: la soledad, la muerte, el amor, el poder de la fortuna y del ambiente, la injusticia, el envejecimiento, las pasiones, el libre albedrío o la necesidad de nuestros actos... eso secreto que a veces no nos atrevemos a confesar ni a nosotros mismos. Así, tal vez moleste que Melibea se tire de la torre, o que Werther se pegue un tiro, o que don Quijote muera agotado y vencido y tristemente cuerdo. Un capitán de barco atrabiliario y loco persigue por los océanos a un cachalote blanco. Un joven inestable piensa que si Napoleón mandó a la muerte a miles de personas, por qué no va a poder él matar a una vieja usurera. De Dante se recuerda el Infierno, pero mucho menos el Paraíso. "Dantesco" no significa visión celestial. Usted es honrado y decente o ni siquiera eso: simplemente es un empleado de banca, como Gerardo Gracia. Una mañana llegan unos desconocidos y le detienen acusándolo de un delito que nunca se llega a aclarar. O se despierta usted convertido en un bicho indefenso y repugnante al que su propia familia aparta y desprecia. La novela picaresca no es precisamente una cantera de personajes intachables. Qué son los lazarillos, guzmanes, buscones, moll flanders, simplicissimus, soldados svejks... Buscavidas, mujeres de vida alegre, ladrones, arribistas, presidiarios, adúlteros, homicidas, mendigos, mentirosos, siervos... Sometidos a los caprichos de la fortuna, caídos en desgracia o gozando de una inestable prosperidad, tratando de sobrevivir, subiendo y bajando en la escala social. ¡Qué importante es un buen matrimonio! Al pobre, por mucho talento y mérito que tenga, nunca se le hace caso. Si eres débil prepárate para los golpes... "Eso me pasa a mí" piensa en algún momento el lector maduro. El niño se maravilla sin entender. La literatura es también un espejo. Nos pone ante los ojos (o trae a los oídos) los dolores, ilusiones, desmayos, trabajos, sufrimientos, pensamientos de cada uno de nosotros. No lo hace en abstracto. Sus palabras, inspiradas por la fantasía y la memoria, son de carne y sangre y por lo tanto están vivas. Podemos ser Ulises o la Regenta o Francesca de Rímini o Jean Valjean o David Copperfield o la protagonista de Casa de muñecas. Consulto en internet (sospecho que es muy alto) el número de muertes violentas en el teatro de Shakespeare: son 74. Para unas 37 obras que se le atribuyen es una buena tasa de sangre. Cesare Pavese por cuyas venas corría tinta, inseguridad y melancolía dijo que en una gran obra literaria (se refería a David Copperfield) el lector reencuentra en el relato la propia experiencia secreta. ¡Eso es!

Domingo

Domingo tarde. Una mujer joven sentada sola, inmóvil, en un banco de un barrio obrero. Tiene la cabeza agachada. No levanta la vista. Se coge de las manos. 

Leído al azar

Muchos libros se hojean de pie junto a los estantes de una librería o biblioteca. Al menos yo he pasado bastante tiempo en posición de firmes con la cabeza agachada, leyendo aquí y allá. Como la lectura es una operación (así la llamó Juan Ferraté "La operación de leer") es una operación, digo, bastante absorbente, uno se abstrae del rumor callejero ("los rumores de la plaza quedan atrás y entro en la biblioteca..." escribió Borges). En esas circunstancias no hace mucho me detuve en un libro de Frans de Waal, el primatólogo holandés experto en... nosotros. Siempre miro si un libro tiene una cita inicial y las dedicatorias. Se podría escribir un libro sobre las citas iniciales y las dedicatorias. Casi todos los científicos, hombres de familia, dedican sus libros a su mujer o a sus hijos. Y las mujeres de ciencia igual, se acuerdan de su cónyuge o de sus hijos. No recuerdo el título del libro de de Waal. Lo que quiero destacar es el principio del libro en cuestión. De Waal dice ahí que uno de los peores momentos de su vida fue cuando recibió una llamada comunicándole que un querido y viejo chimpancé, el jefe de la manada del zoo, al que estudiaba desde años había recibido una paliza, con nocturnidad y alevosía (y esto no pretende ser un chiste, fue rigurosamente así) de otros tres chimpancés. De Waal dice que si la hembra alfa hubiera estado presente el ataque no hubiera tenido consecuencias. Estoy tratando de recordar detalles del texto pero tengo lagunas. No recuerdo el lugar, sé que era un zoo de Holanda pero no me acuerdo de la ciudad. Voy a lo que me interesa. Cuando de Waal llegó a toda prisa para estar con el chimpancé, con una premura semejante a la que tenemos cuando vamos a ver a un ser querido que ha tenido un percance, se lo encontró gravemente herido, sin posibilidad de recuperación. Dice de Waal que el animal le miró a los ojos y lanzó un gran suspiro. Poco después murió. 

Niels Henrik Abel

Niels Henrik Abel, el Keats de las matemáticas. 1802-1829. Traduzco del francés la necrológica escrita por August Crelle... y a ver quién es el guapo que no llora al leerla.

El señor Niels Henrik Abel, noruego, que descubrió un talento tan extraordinario para las matemáticas y que, aunque muy joven, ya se había distinguido eminentemente en esta ciencia, ha muerto en la flor de la edad el 6 de Abril 1829 en Frolands-Vark cerca de Arendal, en Noruega, a donde había ido desde Christiania, su residencia habitual, para hacer una visita sus parientes. El señor Abel nació el 25 de agosto de 1802 en Frindoë, en la costa occidental de Christiansandstifft, en Noruega. No ha llegado pues a cumplir los 27 años. Su padre fue un ministro protestante rural. En 1803 su familia se trasladó a Gierrestadt, parroquia vecina, donde su padre le dio la primera educación hasta 1815 año en el que Abel entró en la escuela catedralicia de Christiania. No se distinguió en absoluto en sus primeros años. Pero en 1818 a los 16, su talento para las matemáticas comenzó súbitamente a desarrollarse. Destacó entre sus condiscípulos e hizo progresos tan rápidos que pronto se reconoció su genio. El señor Holmboë entonces profesor en esta escuela le dio lecciones particulares. Pasando rápidamente por los rudimentos le hizo estudiar la Introducción  e Instituciones del calculo diferencial e integral de Euler. A partir de entonces comenzó a volar solo. Estudió las obras de Lacroix, Francoeur, Poisson, Gauss y sobre todo las de Lagrange, e hizo él mismo algunas aportaciones personales. Egresado de la escuela catedralicia ingresó en la universidad de Christiania. Sin fortuna, y con su padre ya fallecido, obtuvo lecciones gratuitas y disfrutó en la universidad de una beca y del apoyo de profesores durante los dos primeros años. En los dos años siguientes el gobierno le concedió una ayuda extraordinaria. Continuó con ardor su carrera. En esta época compuso numerosas memorias que han sido impresas en un diario de Christiania que lleva por título: "Magazin für die Naturwissenschaften" La primera de estas memorias fue impresa en 1820 con el título: "Allgemeine Methode, Functionen einer variablen Grösse zu finden, wenn eine Eigenschaft dieser Functionen durch eine Gleichung zwischen zwei Variabeln ausgedrückt ist". Se ocupó del problema de la resolución algebraica de las ecuaciones de quinto grado. En cierto momento creyó haber encontrado la solución, pero habiendo notado un error se propuso o bien corregirlo o bien demostrar la imposibilidad de la resolución general de las ecuaciones superiores. Tuvo éxito en este segundo empeño e hizo imprimir su demostración en 1824 en Christiania, en francés. Habiéndose distinguido extraordinariamente en sus estudios el gobierno concedió, con la recomendación de los profesores Rasmusen y Hansteen, cubrir los gastos de viaje para que continuara sus estudios en Alemania, Italia y en Francia durante dos años. Su primer plan era ir directamente a París pero lo cambió y partió a Berlín asociándose a algunos amigos estudiantes de otras ciencias. Llegó a Berlín el verano de 1825. Allí estuvo seis meses durante los cuales le conocí y le ví todos los días. De aquí fue a Viena, Venecia, Milán y Turín hasta París, donde estuvo 10 meses. Regresó a Berlín y de allí a Christiania tras una ausencia de 20 meses. Al llegar a Berlín por primera vez ya había trabajado mucho pero sin haber publicado aún nada importante excepto su "memoria" en forma de disertación sobre la imposibilidad de la resolución general de las ecuaciones algebraicas superiores. Esta "memoria" es la misma que fue incluida en el primer tomo de la presente Revista, pero revisada por el autor durante su estancia en Berlín. Yo había ya concebido desde largo tiempo el proyecto de la presente revista pero lo que me decidió a ponerlo en ejecución fue sobre todo la importancia de los numerosos trabajos ya preparados por Abel, quien consintió en publicarlos, así como la importancia de las obras de Steiner más tarde diligente y muy distinguido colaborador en los primeros tomos de esta revista. Es así que en parte esta revista debe su existencia a Abel. Hasta su fin fue uno de sus colaboradores más asiduos y fieles. Las "memorias" con las que ha enriquecido esta revista y algunas otras muy importantes incluidas en la revista de Astronomía de Schumacher así como las que presentó en la Real Academia de París prueban que este joven geómetra estaba dotado de un talento verdaderamente superior, y que la pérdida que las matemáticas acaban de sufrir por su muerte es tanto más grande y deplorable cuanto que apenas estaba comenzando su carrera. Todos los trabajos de Abel llevan la huella de una sagacidad y de una fuerza mental extraordinarias y a menudo verdaderamente asombrosas, incluso sin considerar la juventud de su autor. Abel penetraba hasta el fondo de las cosas con una fuerza que parecía irresistible y las captaba con una energía tan extraordinaria, las tomaba de tan alto y las elevaba tan por encima de su estado actual que las dificultades parecían desvanecerse ante la victoriosa potencia de su genio. Si se recuerda la "memoria" incluida en el primer tomo de esta revista sobre la imposibilidad de resolver algebraicamente ecuaciones de grados superiores al cuarto, sus trabajos sobre las funciones elípticas, su "memoria" sobre algunas propiedades generales de una cierta clase de funciones trascendentes (tomo III) etc, todos los trabajos por los cuales ha hecho retroceder los límites del análisis, se verá que no hemos exagerado en absoluto. El talento extraordinario de Abel ha sido generalmente reconocido en los últimos tiempos y, sin duda, si hubiera sido contemporáneo de Newton éste habría dicho de él lo que decía de Cotes: "si hubiera vivido más tiempo aún habríamos podido aprender mucho de él". Los más distinguidos geómetras de nuestro tiempo, entre los cuales basta nombrar a Legendre, ese digno veterano, autor de la teoría de las funciones elípticas, han apreciado igualmente a Abel, honrándose por ello tanto a sí mismos como a su joven protegido. Es digno de atención que Abel y Jacobi, profesor en Königsberg, otro joven geómetra de talento extraordinario, siempre han marchado a la par y como frente a frente en sus trabajos sobre las funciones elípticas sin conocerse el uno al otro ni sus trabajos y sin encontrarse ni coincidir en su camino. Abel de vuelta s su patria no encontró al principio un empleo aceptable: no fue sino poco tiempo antes de morir que disfrutó de remuneraciones fijas. En 1827 se le nombró miembro de la Real Sociedad de Ciencias de Drontheim. Tan pronto como la reputación de su talento y sus méritos en las matemáticas fueron percibidos se vio cómo los que aman y protegen las ciencias se interesaban por su suerte. El gobierno prusiano atento a todo lo que pueda hacer prosperar los conocimientos útiles y hacer avanzar a las ciencias pensó en atraer a Abel a su servicio en caso de que él lo hubiera deseado. Al mismo tiempo varios miembros de la Real Academia de Ciencias de París se dirigieron al rey de Suecia para que se comprometiera a llamar a Estocolmo, cerca de la Academia, a este hombre excepcional. El gobierno de Prusia fue el primero en llevar a cabo el proyecto de mejorar la suerte de Abel. Se me hizo el encargo de que me enterara por adelantado si Abel aceptaría un puesto en Berlín en el caso de que se le ofreciera y si la respuesta fuera afirmativa el ministro de cultura y de instrucción pública en Berlín habría resuelto enviarle una honrosa invitación. Tuve orden de escribir previamente al joven geómetra de que la invitación estaba lista para partir. Ejecuté esa orden inmediatamente. Pero desgraciadamente era demasiado tarde. La carta llegó pocos días después de su muerte. Un trabajo infatigable unido a las preocupaciones que durante largo tiempo le había dado la incertidumbre de su porvenir habían minado su delicada salud. Cayó enfermo en el campo donde entonces se encontraba y la indisposición se convirtió en una pulmonía que degeneró en la tisis que le costó la vida. Recibí la noticia casi el mismo día en que acababa de expedirse la invitación a Abel. Hice un informe. El digno ministro que protege y hace prosperar las ciencias en nuestro país con un celo y un ardor que exceden todo elogio expresó el vivo pesar de esta pérdida prematura al escribirme "que había tenido efectivamente el propósito de llamar al señor Abel a Berlín para abrirle las puertas de una carrera honorable en la universidad, concediéndole una asignación suficiente y cubriendo los gastos de viaje, y que lamentaba tanto más ver su propósito fracasado cuanto había vivamente deseado la admisión del señor Abel al servicio de Prusia a causa de las grandes esperanzas que ya habían dado sus raros talentos"  Pero no sólo fueron los grandes talentos de Abel los que le hicieron tan respetable y los que siempre harán lamentar su pérdida. Se distinguía igualmente por la pureza y nobleza de su carácter y por una rara modestia que le hacía tan amable como extraordinario era su genio. La envidia del mérito ajeno le era del todo extraña. Estaba muy alejado de la avidez por el dinero o los títulos, o incluso por la fama lo que a menudo lleva a abusar de la ciencia haciéndola un medio para medrar socialmente. Apreciaba demasiado bien el valor de las sublimes verdades que buscaba como para darles un precio tan bajo. Encontró la recompensa a sus esfuerzos en el resultado mismo. Se alegraba casi lo mismo de un nuevo descubrimiento fuera éste hecho por él o por otro. Los medios de hacerse valer le eran desconocidos: no hizo nada por sí mismo, pero lo hizo todo por su querida ciencia. Todo lo que se hizo para él proviene únicamente de sus amigos sin la menor cooperación de su parte. Tal vez un descuido así sea algo impropio del mundo. Sacrificó su vida por la ciencia sin pensar en su propia conservación. Pero nadie dirá que tal sacrificio sea menos digno y menos generoso que aquel que se hace por cualquier otro gran y noble objeto y al que no se duda en conceder los más grandes honores. Gloria pues a la memoria de este hombre igualmente distinguido por los talentos más extraordinarios y por la pureza de su carácter, uno de esos raros seres que la naturaleza apenas produce una vez al siglo. 

Berlín, 20 de junio 1829

Aquí no se habla de la lengua árabe

El amor ya no funciona, compañero. No lo busques, insensato. A tu edad, por suerte, esas cosas ya no afectan. Pasó el tiempo de las ilusiones, no queda mucho futuro ni tanta vida por delante. Hay más recuerdos que proyectos más o menos vagos. Esplendorosas auroras -hubo momentos muy felices- dejaron paso a horas grises en sótanos. Pero ya no afectan las decepciones y desengaños o no afectan tanto como a los treinta abriles, señorita. En las arterias se han depositado placas de grasa, la vista se cansa, los huesos tiritan. Si ves una pareja no la envidias, te ríes por lo bajo y sientes en la carne el frío de la vanidad. Cuando dicen "nosotros" en lugar de "yo" te asalta una burlona ternura. Es la misma canción, piensas o sientes, que se repite generación tras generación. Las relaciones humanas son esencialmente difíciles y la gran mayoría son superficiales y pasajeras. Imaginemos la vida de un empleado cualquiera. Ha sido obediente, se ha negado a sí mismo, no tiene deudas. Nada que compadecer. Lleva treinta años trabajando: no ha hecho un sólo amigo, ni entre compañeros ni entre clientes. Ni uno solo. Con algunas personas estuvo viéndose diariamente durante años y ya hace años que no sabe nada de ellas. Pero no haya rencor. No tiene sentido. Puede haber sincera simpatía (amistad evidentemente no, que se necesita trato para ella), aunque cada uno viva en su jaula, separado del resto, ocupado en el duro oficio de ganarse la vida, cuidando de los suyos. El solitario suele quejarse de su soledad sin darse cuenta de la soledad de los demás. Puede que la mujer que nos ha rechazado pase largas tardes de domingo sola comiendo con la mirada fija en la pared. ¡Mira qué ojeras! ¡Estoy horrible! Es un atardecer invernal de martes o de jueves, qué más da. ¿Ves ese nicho entre otros iguales? ¿Ese nicho anulado entre la multitud de nichos, en ese rincón por el que nadie pasa? Tan conocido serás por las arañas como lo eres por los escorpiones. Pasa por este mundo: es lo que nos toca a todos. Sin odio ni amargura pero sí con unas gotas de altivez y desprecio. 

El señor Gracia y los antidepresivos

Como todo Zeus sabe vivimos en una sociedad que abusa de los medicamentos. Si hay un negocio que tiene garantizada su pervivencia (aparte de las funerarias) son las farmacias. Hoy todos estamos, incluido los niños, medicalizados y psicologizados. 

Hoy es el aniversario de la muerte de Heinrich von Kleist. Vista desde fuera no, pero desde dentro la muerte de Heinrich von Kleist parece feliz. Se les vio jugar la mañana de su muerte en el parque junto al lago. Noviembre 1811. Debía de hacer mucho frío aquella mañana berlinesa. Seguramente el cielo estaba encapotado. Kleist y Henriette Vogel jugaban pocos momentos antes de darse la muerte. Parecían en estado de euforia. Como decía Reich-Ranicki sólo una vez llamó Kleist la atención en su vida y no fue por ninguna obra literaria, fue por su muerte. 

Por el contrario una muerte muy desgraciada, insoportable, fue la de John von Neumann, el matemático húngaro-estadounidense. Porque a Neumann la vida le sonrió siempre hasta que enfermó. Acabó con él un cáncer a los 53 años. Lo terrible, aparte de los dolores, es que al final el tumor le afectó al cerebro y se daba cuenta de que se mermaban sin remedio sus casi sobrehumanas capacidades intelectuales (era más inteligente que Einstein o cualquier otro genio de su época). Esto tuvo que causarle un tormento particularmente espantoso. Custodiada la puerta de su habitación en el hospital dicen que daba gritos de dolor y desesperación mientras recitaba la tabla de multiplicar, como un niño en el colegio. Como un ordenador que se apaga. 

El señor Gracia está, como todo Zeus, espantando con las noticias que llegan de Gaza. Primero Hamás y su salvaje ataque, después el salvaje ataque de Israel. Han muerto más de 4.000 niños. Es un horror total. ¿Y qué puede hacer el señor Gracia ante tanto horror? ¿Pensar en Kleist, pensar en los gnósticos, hacer ejercicio, practicar sexo, comer sano? Es difícil ser hombre. Quizá no haya en este momento un sólo adulto en la Tierra. ¡A trabajar que somos ceniza, nada más que polvo y ceniza!

Violencia callejera

Otro ejemplo de la eterna violencia consustancial (¿o no es "consustancial"?) a la vida de los hombres la encontramos hoy en las noticias de los diarios digitales de la región. El pasado fin de semana (no hay que irse muy atrás en el tiempo) en una ciudad cercana (no hay que irse muy lejos), a altas horas de la noche, dos individuos mataron a golpes a otro en plena calle. "Brutal paliza" se dice en los titulares. La noticia va acompañada del video de la captura de uno de los presuntos homicidas (un tipo vulgar, vestido de chándal, con pelos en la cara aunque no se muestra el rostro completo) pero antes del video unos segundos de publicidad. 

Sr Gracia, germanófilo

El señor Gracia es muy germanófilo. Mucho. Cada mañana (Jeden Tag!) mira el calendario de una página web alemana en la que aparecen aniversarios del nacimiento y la muerte, en el día, de escritores, la mayoría alemanes. Mira la fecha de hoy y salta de entusiasmo morboso. Tal día como hoy, a tantos de noviembre, murieron Hegel y Leibniz. También en este día fallece Jean Paul, si bien éste es menos conocido. Gerardo Gracia es un personaje singular. Para la sociedad es un empleado de banca que realiza sus tareas en un pequeño pueblo de un valle minero del norte de España. En su cabeza están siempre presentes, desde que los conoció, tipos tan raros como Kant, Goethe, Schiller, Schopenhauer, Hegel, Leibniz, Nietzsche, Simmel, Trakl, Kleist, Heine o Hölderlin. Los clientes del banco se acercan con su recado en las manos pero ni se imaginan dónde tiene la mente y el corazón el aburrido y agrio empleado que les atiende con una sonrisa cansada como un burro después de roturar los páramos de Allande. "Dame 300 euros, chaval" Al señor Gracia, antipático y triste, le parece fatal que le traten de tú y que no le saluden con el debido respeto antes de nada. Es un aristócrata, un epicúreo, un prusiano o eso se cree. En cualquier momento del día en que lo sorprendamos el señor Gracia está pensando en el día en que Nietzsche tuvo el colapso en Turín. Como sabe un poco de alemán (sabe mucho alemán pero su modestia) se atreve a entrar en esas aguas oscuras y profundas. ¿Oscuras y profundas? Se nota que no sabemos alemán. El alemán de un niño es simple. No todo son abismos y pantanos en Germania. Como dice Roger Nimier: "Rusia se parece mucho a la filosofía: las dos están llenas de pantanos y son invadidas de vez en cuando por los alemanes" Gerardo sabe que el alemán de Goethe es muy complejo y rico, pero que el de Kafka es relativamente fácil de entender (lo complejo es la historia, añade con una media sonrisa muy bonita)" Se jacta, por ejemplo, de haber leído la Fenomenología del espíritu en el original. ¿Habrá entendido algo? "Le he pillado la música" dice ufanoso. A la larga lista de filósofos y poetas alemanes Gerardo Gracia ha ido añadiendo con su tesón teutón otra de científicos y matemáticos. "En las ciencias el siglo XVIII fue francés (con la excepción de Euler) pero el XIX fue alemán. El XX lo era también hasta que llegó Hitler" dice Gerardo. En su Valhalla están, aparte de Musil, Georg Heym o Thomas Mann, gente de ciencias como Gauss, Cantor, Weierstrass, Kirchhoff, Robert Koch, Rudolf Virchow, Roengten, Planck, Einstein, Riemann, Heisenberg, Wegener, Schrödinger, Mendel, Hilbert...  Wo sind die Weiber?

Pandaemonium germanicum. Esto tiene en la Kopf el ilustre Gerardo Gracia, gran promesa de la filología germánica de nuestro siglo. Gerardo no ha estado nunca en Leipzig, Breslau, Heidelberg, Stuttgart, Estrasburgo, Hamburgo, Munich, Gotinga o Königsberg. Pero sí que estuvo en Berlín, Frankfurt, Zúrich, Weimar, Jena y Berlín. "Muy poco tiempo" se apresura a decir. El señor Gracia cree que sería interesante un libro (no le consta que exista, pero seguro que lo hay) en donde se estudiara el fenómeno académico según el cual los estudiantes germánicos realizaban su formación saltando de una universidad a otra en el ámbito germano. Un físico judío prusiano oriental como Minkowski, por ejemplo, empieza su vida universitaria en Königsberg, continúa en Berlín, luego va a Bonn, de ahí a Zúrich y termina en Gotinga. El señor Gracia opone a la carrera ascendente de Hegel (Tubinga, Berna, Jena, Bamberg, Nuremberg, Berlín) la suya propia descendente: pequeñas poblaciones de una provincia del norte de España. Aire de cordillera, mar Cantábrico, nordeste, pomaradas, madreñas, fabes, mucha sidra rancia, poca lógica y menos Weltgeist. 

El señor Gracia se abstrae. Mientras daba un paseo esta mañana por ese pueblo del valle minero Gerardo Gracia observó (su rica vida interior ha quedado ya esbozada) a los humanos que poblaban las humildes calles. Semáforos, señales, indumentaria, edificios, mascotas. Hizo un esfuerzo por verlos con distancia, como si no los conociera del todo. Se dio cuenta de lo curioso que es el Homo sapiens, único representante de su especie. Hubo otras especies de Homo pero desaparecieron. La evolución es una gran extinción. El 95% de las especies se ha extinguido. Sólo queda una pequeñísima parte del gran árbol de la evolución. El humano que se agita aquí y en las calles de todo el jodido planeta es un simio que habla. "Esto puedo observarlo aquí lo mismo que en Londres, Moscú o Los Ángeles" pensó el señor Gracia, "esta visión es eterna. Veo a un animal como otro cualquiera, más débil que los demás, mucho más frágil. Es el único animal que sabe que va a morir (quizá esto explique la universalidad de las drogas, el alcohol, los estupefacientes, esta conciencia puede ser insoportable) y el que más llora a sus muertos queridos. El mundo empezó sin el Hombre y se terminará sin él. Esta especie es una más de las millones que pasaron y pasarán fugazmente por la Tierra".  Definitivamente, el señor Gracia tiene algo de pensador alemán, nicht wahr?

El sr. Gracia y la ciencia

España es aburrida y ruidosa. ¿Aburrido el país de los bares? Me gusta mucho la ciencia, dice Gerardo Gracia. Soy aficionado a la historia de la ciencia. Las Matemáticas se me dan fatal (vieja excusa de los que no han dedicado mucho esfuerzo a aprenderlas). Estoy interesado, dice Gerardo Gracia, en la historia de la Física y las Matemáticas, las dos ciencias más abstractas, salvo que la Lógica se oponga. Siendo español usted comprenderá que sea melancólico, dice Gerardo Gracia, si considero las aportaciones que nuestro país ha hecho a la ciencia. Son muy modestas. Gerardo Gracia es empleado de banca y trabaja desde hace cuatro años en un pueblo de una cuenca minera donde por poco no llegan ni el fuego ni la rueda. Gerardo se siente marginado y nulo socialmente. Es sorprendente el caudal de conocimientos que tiene Gerardo sobre la de la ciencia e igual de sorprendente lo poco que le sirven. "¿Podría resumir la historia de la Física en unas cuantas frases?" Sé que para ellos soy sólo un empleado de banca, dice Gerardo, pero le voy a demostrar que tengo algo más en la cabeza que números de cuenta y céntimos de euro.  Gerardo Gracia carraspea, toma aire, levanta la cabeza y comienza su dissertatio.             

"Física" es una palabra griega, significa "lo que se refiere a la naturaleza". Dejamos a los presocráticos Leucipo y Demócrito, con su teoría atómica, recuperada por Epicuro y más tarde por el gran Lucrecio. Pasamos a Aristóteles. Es sabido que la autoridad de Aristóteles y de la Iglesia fueron responsables de que durante siglos nadie intentara investigar los fenómenos naturales. Se acusaba de soberbia, de herejía, a quien osara refutar las teorías del griego. Pero su modelo cosmológico y su explicación del movimiento son erróneos. Un mártir -porque no tiene otro nombre- Giordano Bruno, pagó la osadía de cuestionar el sistema del mundo de Ptolomeo con la muerte horrible en la hoguera. Año 1600. Galileo con sencillos experimentos demostró que la idea aristotélica del movimiento es falsa. Con Galileo empieza la ciencia moderna. Paralelamente al avance de la Física se produce el avance de las Matemáticas. A medida que las Matemáticas se hacen más complejas más parcelas de la naturaleza son explicadas, pues las Matemáticas son el lenguaje de la naturaleza (para la ciencia moderna). Newton explica el Sistema del Mundo, es el primer gran logro de la ciencia occidental. La explicación del movimiento, leyes de Newton, la teoría de la gravitación universal, los experimentos sobre la naturaleza de la luz. Coulomb aplica a las cargas eléctricas la fórmula de Newton para los cuerpos que se atraen. De la noción de partícula se pasa a la de campo. Huygens disputa con Newton: la luz no se compone de partículas, sino de ondas. Faraday descubre que la electricidad y el magnetismo son fenómenos interrelacionados. James Clerk Maxwell culmina el trabajo de Faraday dando la explicación matemática del asunto. Es el electromagnetismo, tal vez el descubrimiento que más consecuencias prácticas ha tenido en la historia (radio, televisión, teléfono, etc). Teorías del calor de Fourier. Las tres leyes de la Termodinámica. Siglo XIX. Se descubren (¿se inventan?) las geometrías no-euclídeas. Está servida la segunda gran interpretación del universo, la que contiene y supera a la de Newton y está vigente aún en nuestros días. Aunque el principio de Relatividad es conocido por Lorentz, Minkowski o Poincaré el papá de la teoría, sin discusión, es Einstein. De 1905 data la Teoría Relatividad Restringida y de 1915 data la Teoría Relatividad General. Geometría de Riemann. Geometría diferencial de Christoffel. Cálculo tensorial de Levi-Civitá. El espacio-tiempo se curva por efecto del campo gravitatorio. Primeras consecuencias de la teoría. En 1915 Schwarzschild da una solución de las ecuaciones de campo de Einstein para una esfera ideal que implican en teoría la posibilidad de los agujeros negros. Teoría revolucionaria pero que no cuestiona, como otra posterior, el orden de la naturaleza ni el principio de causalidad. Modelos cosmológicos de Friedman (1922) y Lemaître. En 1929, año del crack de la Bolsa, se descubre que el universo está en expansión (Hubble). Sólo 300 años después de que se quemara a Giordano Bruno descubre Max Planck la naturaleza cuántica de los fenómenos atómicos.1900. Nace la Mecánica Cuántica. Sucesivos modelos atómicos de J.J.Thomson, Rutherford, Bohr (1913). Entre 1925 y 1930 se desarrollan los principios de la Mecánica Cuántica obra de jovencísimos físicos: Heisenberg, Dirac, Pauli, Schrödinger, Jordan, de Broglie tutelados por Bohr, Sommerfeld, Max Born y observados a distancia, mitad con escepticismo mitad con espanto, por Einstein, Planck. Problemas filosóficos graves sobre los límites del conocimiento humano y el orden de la naturaleza. A tenor de la nueva Física no existe en el mundo atómico determinismo; en consecuencia nuestro conocimiento se basa en una probabilidad. Esta idea resulta intolerable a Einstein que realiza "experimentos mentales" para demoler la interpretación estadística de la Mecánica Cuántica. Bohr los refuta todos. Paradoja de Einstein-Podolski-Rosen (1935) Descubrimiento de la antimateria. Positrón. (1932). Fisión del uranio (1938). Primera pila atómica fabricada por Fermi (1942). Bomba atómica (1945). En 1964 se descubre casualmente la radiación de fondo de microondas (postulada teóricamente poco antes por dos astrofísicos soviéticos), radiación "fósil" del origen del universo, firme prueba de la teoría del Big Bang. Vamos de explosión en explosión. Se empezó este camino con la armonía de las esferas de Pitágoras.

Gerardo Gracia, empleado

Tarde otoñal de domenica. Paseo solitario por el campo. Caminar serio del flaco cincuentón Gerardo Gracia. Solo, cansado, triste y pensativo. Sin mujer que le riña ni le haga travesuras sexuales. Rumor continuo del tráfico de la autovía cercana. Los perros ladradores detrás de los cercados enseñan los dientes. El cielo color escarlata o'hara. Entre las sombras salta un corzo que desaparece enseñando el trasero. Podría ser su pasado, los recuerdos de una vida anterior cuyo rastro se borra. Al menos uno es libre en estas caminatas por el campo. Como casi todos los empleos actuales son de tipo servicios, con fuerte interacción social, estar unas horas sin solicitar favores de nadie, sin pretender caer simpático, es un alivio enorme. 
"El móvil ha arruinado mi vida" dice de pronto Gerardo Gracia.
Antes del móvil, dice Gerardo Gracia, de 55 años, empleado de banca y vecino de T., yo empleaba gran parte de mi tiempo libre en leer. Lo que soy se lo debo a la lectura. Podía leer largos libros, algunos de los cuales exigían mucho esfuerzo y atención. Desde hace más de diez años esto es imposible. Cada quince minutos, continúa Gerardo, miro el móvil por si tengo algún mensaje nuevo. Totalmente disperso, incapaz de concentración, no se llega a ninguna parte. Si es imposible la lectura cómo será un trabajo intelectual, más o menos creativo. 
Gerardo Gracia trabaja desde hace cuatro años en un pueblo de una cuenca minera cuya industria fue desmantelada hace más de 25 años. Pozos cerrados a cal y canto. "En cuatro años que llevo trabajando en P, sólo he visto una vez a alguien leyendo un libro. Era una mujer. Estaba sentada en el parque"  ¿Cómo es la vida en P.? Considerando que es un pueblo con edificios de hasta ocho plantas, con un parque cuyas malas hierbas son casi tan altas como los edificios y cuyas fachadas son sucias como el agua de los charcos no es de extrañar que a plena luz del día se pueda ver, como he visto hace muy poco, a un joven meando en la calle contra la pared. Estos lugares tienen lo peor de las ciudades sin ninguna de las ventajas de los pueblos. ¿Cuántas horas de sol hay al año en P.? Como está encajonado en un angosto valle fluvial la mayor parte del día se pasa entre sombras. Si miras al norte topas con una pared, si miras al sur lo mismo. ¿Hay algún elemento que recuerde nuestra herencia grecolatina? Lamentablemente, no. ¿Qué se imagina usted? En las viviendas sociales de los años 50 levantadas para los mineros y sus familias no existe ningún tipo de ornamento. Los obreros del inframundo debían trabajar sus ocho horas y volver a sus casas borrachos o serenos, preferentemente borrachos. No esperará usted ni nadie que en ese ambiente surja un catedrático de Derecho. "Esa pobreza material y mental, ¿es culpa de los habitantes?" En parte sí y en parte no, nos dice Gerardo. Como ya no soy joven y me he cargado de tristeza con los años admito que hay cosas que no tienen remedio. Este pueblo no lo tiene. La pobreza no es glamourosa, nadie se fija en esas casas sucias, pobres, destartaladas. Los vecinos van mal vestidos, con ropas que parecen trapos, hablan a gritos, no tienen modales, no son elegantes. Hasta las mujeres son vulgares. Se les deja en un abandono total. La esperanza de vida en este pueblo y alrededores es más corta que en el resto de la región y el país. Se nota que la vida vale menos aquí. Sin duda entre esa tristura y miseria han podido nacer niños con mucho talento, pero la necesidad les ha arruinado la posibilidad de desarrollarlo y se hunden en el anonimato de una vida oscura. La única alternativa de los jóvenes más despiertos, ambiciosos y capaces es marcharse a otro lugar donde puedan aprender, donde les enseñen en un ambiente estimulante y propicio. ¿Con quién va aquí a conversar un chico al que le apasione la filosofía? Le mirarían como a un bicho raro. Aquí los hombres se marchitan. 
Gerardo Gracia es muy pesimista. Siempre está pensando en la muerte. Dice que ese pueblo es deprimente, que contagia tristeza y vulgaridad. Gerardo Gracia, como se ve, atraviesa la famosa crisis de los cincuenta. O es que aún no se ha dejado llevar por la corriente.