Generación del 27

Además de la generación del 27, de sobra conocida (aunque tal vez no haya que exagerar) existe otra que también podría llevar ese nombre, tan excepcional como la de los poetas españoles. Se trata del grupo de jóvenes físicos (no llegaban a treinta años excepto uno) que sentó las bases de la Mecánica Cuántica en lo que fue una revolución científica como ha habido pocas a lo largo de la historia. La "otra generación" del 27 tiene su retrato, como lo tiene la española (foto en el Ateneo de Sevilla, centenario de Góngora) y fue tomada en Bruselas, congreso Solvay, en octubre de ese año tan importante para la física y la literatura española. Los Lorca, Alberti, Guillén, Dámaso, Salinas o Gerardo de la Mecánica Cuántica fueron Heisenberg, Schrödinger, Dirac, Pauli, Born, Jordan. Unos se expresaron en español, los otros en alemán (excepto Dirac). 

Se nos van las horas

El tiempo no es veloz por rápido sino por constante. No descansa jamás (adverbio de tiempo) y eso lo hace inatacable. Grano a grano en el reloj de arena o gota a gota en la clepsidra. Tengo muchas cosas que hacer pero no encuentro tiempo para hacerlas. Siendo yo tiempo me falta tiempo. No sólo falta tiempo para realizar algo, sino para "pararse a pensar" si es que eso es siempre conveniente. Estoy esperando un tren en una estación desierta y cuando abro los ojos (no sabía que los tenía cerrados) ya estoy en el vagón, ya he llegado al destino, ya estoy esperando nuevamente otro tren. Más que envejecernos el tiempo nos arrastra, nos lleva de los pelos, incluso a los calvos como yo. 

Free at last

La patria verdadera no es la infancia, la patria verdadera no existe. Es un anhelo que no se colma jamás. Por eso creo que vivimos en el exilio. A veces en ese estado de ánimo melancólico que me sorprende al atardecer miro las nubes hacia el horizonte, larga fila de nubes grises y compactas, mientras sopla un viento frío que viene de una región desconocida y desierta. Hoy estamos aprisionados por los Estados, por los trabajos, por los miedos apocalípticos, por la presión social, por las demandas del mercado. Todo se lo dejamos a la tecnología, cada vez cobra más importancia y poder en nuestras vidas. Los sueños de libertad en todo el mundo, a lo largo de los siglos, han sido ahogados en sangre y heces. El epitafio de Martin Luther King dice: "Free at last. Free at last. Thank God Almighty I'm free at last" ¿Será que sólo en la muerte encontramos la libertad? 

Huracán del progreso

Como  individuos nuestro ciclo vital es el de siempre: infancia, adolescencia, juventud, madurez, vejez y muerte. Eso ha sido así desde la noche de los tiempos. Es la naturaleza. Pero en unas pocas generaciones los cambios sociales (no tanto políticos) han sido alucinantes. Lo que una generación ha conocido la siguiente lo considera no obsoleto, sino prehistórico. Es vertiginosa la velocidad de este progreso tecnológico que ha modificado por completo nuestra manera de relacionarnos. Las redes sociales, las app para ligar, el teletrabajo, etc. Las consecuencias de este frenesí desatado aún no se conocen. Se necesita tiempo para que se asienten los edificios, nada firme puede sostenerse sobre el viento. Nos estamos acostumbrando a la fuerza a una inseguridad permanente. 

Así

Es digna de estudio la costumbre actual de titular tantas noticias empezando por el adverbio "así". Así fue, así han reaccionado, así se produjo, etc etc. El periodismo de hoy se dirige a un observador morboso y acrítico de la actualidad.

La edad y la muerte

No todo envejece en nosotros según pasan los años. Hay algo que cada vez es más joven: se trata de la muerte. A los viejos les atrapa siendo una muchacha, los que mueren jóvenes son capturados por una muerte vieja. La muerte va a la inversa de nuestra edad. Cosas del género, como en español "muerte" es femenino la imaginaremos así. 

TikTok

Pues sí, querido amigo, yo creo que los humanos seguimos oliendo a bruto por mucho móvil que usemos y muchos viajes que hagamos. Nos gusta el olor del sobaco, no la fragancia del jazmín. Hay excepciones, pero son eso: inmensas excepciones. Qué va, yo no soy una de ellas aunque diga esto. Creo que  nos iremos haciendo (estamos en el mundo TikTok)  cada vez más primitivos, que iremos perdiendo gusto, complejidad, capacidad de concentración, pero que mantendremos unos límites, de lo contrario la sociedad se desintegraría. Existe, me parece, una autorregulación, un instinto de supervivencia muy fuerte. El nazismo encerraba un germen suicida. Esta queja no es original, muchos pelmas a lo largo del tiempo entonaron canciones parecidas: ahora están muertos y olvidados. Yo tuve, tengo, mi parte en este presente maravilloso. Pienso que la hora de cierre ha sonado en los jardines de Occidente, aunque esta frase tiene por lo menos cien años. 

Retórica italiana

Antes de la Primera Guerra Mundial Italia era un país muy dado a la retórica entre políticos, militares y poetas. Discursos grandilocuentes, inflados, floridos, llenos de metáforas. Típicos representantes de este estilo barroco fueron D'Annunzio y Marinetti. Los generales del ejército italiano solían arengar a sus soldados con piezas semejantes. Luego se vio que esa guerra mundial no tenía nada de heroico; al contrario, era horrible, espantosa, infernal. Un poeta de entonces barrió toda aquella hojarasca de palabras huecas (no sólo estética sino moralmente despreciables) más propia de tiempos pasados. El poeta es Ungaretti. Es posible que su experiencia como soldado en el frente le hiciera rechazar la retórica al uso. A veces se necesita una guerra cruel para depurar un estilo literario. En el amanecer del 26 de enero de 1917 Ungaretti escribió el poema más breve que yo conozco (palabras escogidas como ninguna otras): Mañana. Me ilumino /de inmenso. Ungaretti se adhirió al fascismo y Giovanni Papini, al que ya nadie lee aunque es muy buen escritor, no ocultó sus simpatías por ese movimiento. Cuestión que da que pensar: hombres inteligentes como éstos cayeron en la fascinación de Mussolini. No eran las cosas tan simples como las vemos hoy.

La vida es una catástrofe

Cada vez tengo más claro que la vida es una catástrofe. Estoy seguro de ello. Es peor que una pesadilla. Hay un principio MALO en la vida, de lo contrario no sería tan facilísimo romperse la crisma, enloquecer, malograrse, arruinarse, enfermar, quedarse solo, morir. Ser engañado, explotado, bombardeado, apuñalado, atropellado, estafado, abandonado, traicionado, gaseado o ser el agente de esas situaciones: el que engaña, explota, bombardea, apuñala, atropella, estafa, abandona, traiciona, gasea. Los papeles suelen intercambiarse. La vida es algo cuyo único propósito, si tuviera alguno, es transmitirse ciegamente a otro ser (lo que nos provoca el atormentador deseo sexual); eso es para lo único que importa el individuo. Pasan los años y a ese individuo que se arruga se le somete a la terrible vejez, asiste a su ruina física, a la ruina de todo lo que es, mientras conoce impotente que la espantosa muerte se acerca cada vez más rápido. Puede admitirse que la vida es hermosa, por momentos, mientras dura la juventud, mientras dura el engaño. Breves son los días felices de los mortales. Pero los años caen uno tras otro y llega la vejez humillante e inhóspita. En la Primera Guerra Mundial murieron 20 millones de personas. Veinte millones de personas que no se conocían entre sí. Este es sólo un ejemplo de lo terrible que es nuestra naturaleza. 

Qué diría Goya

Goya no diría nada. Hipótesis imposible. Qué diría Goya del asalto a sus majas hecho por dos adolescentes que protestaban contra el cambio climático, o mejor dicho, contra la pasividad de los gobiernos o de quien corresponda. El sagrado Arte, el patrimonio de la Humanidad, convertido en objeto de escándalo por dos niños. De repente descubrimos que esos cuadros tan custodiados son frágiles, perecederos, vulnerables y que pueden utilizarse como medios dejando de ser fines. Quizá a Guy Debord le hubiera parecido muy bien y hubiera considerado ese asalto una performance. El arte es un termómetro perfecto para medir la temperatura moral de una época. Ya se han visto ataques con botes de pintura a otros cuadros, estos chicos han sido más considerados y sólo se han pegado con loctite a los marcos de cada una de las majas. Hacían una buena composición. Uno al menos debiera haberse desnudado. Pero no nos engañemos, este tipo de actuaciones no es nuevo. Un tal Eróstrato incendió el templo de Diana en Éfeso sólo para ser recordado por esa hazaña. 

Charles Dantzig

Leo por encima el grueso Dictionnaire égoïste de la littérature française de Charles Dantzig. No conozco a este escritor. Es un erudito impresionante. Parece que sabe de memoria toda la literatura francesa, que lo ha leído todo. Es muy fino. No sé si existe traducción al español de este libro, creo que no: en realidad es un libro para franceses y francófonos. La entrada "Comedia, tragedia" dice: "el destino de las comedias es terminar en dramas y el destino de las tragedias terminar en ridículo" En la entrada siguiente "Comenzar (por qué)" hace Dantzig una lista de escritores franceses y al lado pone los libros de estos autores por los que no hay que comenzar, según él. Por ejemplo: Honoré de Balzac / Eugenia Grandet. Baudelaire / sus Cartas. Albert Camus / El extranjero. Jean Giono / Saludar a Melville. Valéry / El señor Teste. Zola / Los cuatro evangelios. 

Refugio

Subió al cementerio a dejarle una rosa roja. Hace casi diez años que murió de una manera inaceptable, porque puede aceptarse la muerte, qué remedio, pero no ciertas maneras de morir. Piensa de qué cosas se ha librado ella al morir entonces: lo primero, naturalmente, de la pandemia, el trauma del confinamiento, las medidas sanitarias, la psicosis, todo el planeta amenazado por un virus, los muertos por millones. Después tantas cosas más, una graciosa retahíla: la degradación de la vida social, en España aparece la extrema derecha, se funda un partido que venía a asaltar los cielos y se desintegró en purgas después de decepcionar a sus simpatizantes (gente humilde, a esos la decepción siempre les toca). Más tarde el sainete del Procés, con la república que duró un minuto. Más cosas: redes sociales, odio sin freno, multimillonario que compra Twitter. Cada vez más distancia entre una minoría de multimillonarios oligarcas y una multitud envilecida de pobres. Alquileres que se disparan y hoteles de lujo que se construyen. Más cosas: la crisis económica que sigue asfixiando, el coste de la luz y la gasolina. Bueno, las noticias no dan cuenta de atentados islamistas (¿Quiere decir que no los hay? ¿Cómo han quedado Afganistán, Irak, Siria o Yemen?). ¿Estábamos tranquilos? Vuelve Rusia, el país enemigo de Occidente: la guerra de Ucrania, la amenaza del holocausto nuclear. Más cosas: la degradación de las condiciones laborales, la humillación de los trabajadores (cargas de trabajo demenciales que los humillan y enferman: depresión, ansiedad, problemas cardiovasculares, etcétera). Y para rematar la nueva alegría de estos tiempos luminosos: un nuevo terror, el cambio climático que ya trae veranos insoportables y además de esto la destrucción del medio ambiente. Le deja una rosa. No caben más coches en el aparcamiento. 

Burdeos

De Burdeos a Burdeos hay varias horas de camino a pie. Una ciudad con escasos puentes que estuvo cerca de ser tan imponente como Londres, pero que, por suerte, se quedó en un tamaño más humano, menos monstruoso. Observo que allí está de moda entre los jóvenes dejarse bigote con las guías para arriba, como era costumbre en los años de la Primera Guerra Mundial. No me extrañaría que dentro de poco veamos tal uso en esta parte del mundo desde la que escribo. Cuántos humanos pueblan la tierra. 

Colocación

Ya no se usa el verbo "colocar" en la acepción de encontrar un puesto de trabajo fijo y digno que asegure una posición de por vida. Esto ha pasado a la historia como cualquiera sabe. La precariedad es tan general que nadie se coloca y los que podían decir de su trabajo hace tres décadas que estaban bien colocados se encuentran ahora, en el ocaso de sus carreras, con que los tratan como si fueran galeotes, con absoluto desprecio. Es una dialéctica eterna. Soportar tempestades de sinsentido (pero quién se pregunta por el sentido de nada si está reducido a la condición de esclavo) para llegar a ver cómo degenera tu profesión (que es tu medio de vida en definitiva) que hace poco era respetada. Terminaremos pagando por el derecho a respirar. Es insoportable pensar que tanta angustia sea inútil y sólo tenga por respuesta el estúpido silencio del cementerio. 

Noviembre 1915

En noviembre de 1915 se culminó la tarea de encontrar las ecuaciones de campo de la Teoría de la Relatividad General. Después de muchas tentativas entre 1907 y 1915 Einstein llegó por fin al resultado deseado. Yo creía que en esa carrera era Einstein el único corredor pero no es así. David Hilbert, un matemático de Gotinga, estaba sobre la pista en ese momento y llegó a los mismos resultados que Einstein también en noviembre de 1915. Aunque no se pone en duda que la primacía del descubrimiento le corresponde a Einstein por un razón importante: Einstein con una audacia pasmosa pensó la teoría (principios de equivalencia y covariancia y uso de cálculo tensorial) cosa que Hilbert no hizo. Hilbert usó sus profundos conocimientos matemáticos para trabajar sobre lo que Einstein había imaginado y construido. O dicho con un símil: Hilbert era muy buen piloto  pero conducía un coche prestado. 
No había calma alrededor. Europa se hallaba en medio de la terrible catástrofe de la Primera Guerra Mundial durante ese noviembre de 1915 de trabajo febril de Einstein y Hilbert (Einstein dice en alguna carta que se olvidaba de comer) Wissenschaft und Krieg. Dos sabios de la reconcentrada Alemania descifraban matemáticamente la estructura del universo mientras cientos de cadáveres quedaban insepultos en batallas bestiales. 

Un hombre extraordinario

De las pocas cosas que recuerdo de mis lejanos años de universidad (mi paso por esa institución fue breve y muy discreto) recuerdo tonterías o anécdotas principalmente. Creo que se me olvidaron todas las explicaciones que nos dieron sobre física, fisiología animal, geología, botánica y, sobre todo, matemáticas. Puedo decir que no entendí una sola frase de las que nos dijo aquella profesora pequeña que llenaba la pizarra en cinco minutos. Recuerdo dos frases de dos profesores: la primera fue en la primera lección del profesor de Citología e Histología. Dijo hablando de Adán y Eva que gozaban de los bienes "preternaturales". La segunda frase que recuerdo la dijo el profesor de fisiología vegetal cuando explicando algo en que intervenía el químico Joseph Priestley le llamó "hombre extraordinario". No hace falta decir que no me licencié. 

Qué frase tan triste

Chéjov poco antes de morir le dijo a su mujer que lo acompañaba en los últimos momentos, en un caluroso día de julio de 1904 en un hotel de Badenweiler, en la Selva Negra; le dijo Chéjov: "no se pone hielo sobre un corazón vacío". Es una frase que me sobrecoge por su infinita tristeza.  

Franja de Gaza

Una situación humanitariamente insoportable como las de los dos millones trescientos mil palestinos que malviven amontonados en la franja de Gaza, territorio minúsculo, no sólo no se está remediando sino que empeora. Las cifras de todo son aterradoras. Debe de ser el infierno. ¿Tendrá algún día remedio esa ignominia para la humanidad? Acabamos de salir, parece, de una pandemia. Guerra en Ucrania. EEUU al borde de la guerra civil, cayendo en picado. China rampante. El Rayo Vallecano sigue sin ganar la Champions. Es curiosa nuestra especie: lanza al espacio telescopios como el James Webb, desarrolla la IA y permite que exista la franja de Gaza. Qué mala suerte nacer en ese lugar de la Tierra, que ya sabemos que es menos que un punto en este universo inconcebiblemente vasto y hostil. Creo que me iré sin saber si el hombre es un ángel o una bestia. Lo más sensato, me parece, es tomarlo como una mezcla de ambos. Me acuerdo a veces de la frase de Chamfort (que cito en traducción muy libre): "viviendo y viendo a los hombres es necesario que el corazón se rompa o se vuelva de piedra"

Nuevos palabros

Cambia la dirección de una empresa y los empleados deben adaptarse al sistema del fuerte. Pero no sólo cambia la herramienta tecnológica; también cambian las palabras. Ahora los empleados deben utilizar otra jerga; de repente usan palabras como "boleta" "estadillo" y aberraciones pseudoanglosajonas como "click & service" (clicanservis) que harían sangrar los oídos de un borracho de Birmingham. Son realmente notables la ignorancia, la pedantería y el esnobismo de los altos ejecutivos y el mundo de las finanzas. Pero tienen poder, así que hay que bailar al son que tocan. O eso se creen ellos. Se ha hecho de noche otra vez. Un niño que mañana será un ejecutivo defenestrado estaba hoy jugando con un guau guau. 

Cartas de Flaubert

Leo una antología (sería mejor decir "selección") de las cartas de Gustave Flaubert. Se conservan cerca de 4.500. La edición de Antonio Álvarez de la Rosa es magnífica. Conduce al lector por el camino de la vida de Flaubert dividiendo en etapas los años. Es el trabajo de una vida, una labor encomiable la de Álvarez de la Rosa (en el prólogo afirma que su trato con Flaubert ya tiene unos cuarenta años). Se publica en Alianza Editorial. Muy recomendable para quien quiera conocer de cerca, casi en la intimidad, a este francés depresivo, melancólico, quejoso y escéptico, que echaba pestes de sus contemporáneos. Una curiosidad: cuando escribía la muerte por envenenamiento de Madame Bovary padeció dos indigestiones con vómitos, tanto se había "metido en el personaje" como se dice ahora. 

Algo va mal

Quizá sean figuraciones mías pero advierto un notable incremento del odio en la sociedad. Estamos irritables, agresivos, groseros. Poco espacio donde respirar aire puro. Somos más propensos al insulto que a la palabra amable. En algunos programas de televisión, que ven millones de espectadores, el trato a los concursantes es sádico y denigrante. La crueldad es del domino público y queda retirada a la esfera privada, aterida de frío, la benevolencia. Un gesto amigable me parece cada vez más raro. Esta mañana, en el delirio del trabajo, una mujer me llamó "cielo" o "cariño" y casi me caigo del susto. Lo habitual es el silencio malhumorado, la mirada de desprecio o la palabra áspera. Como mucho un mundano "vive y deja vivir" y gracias señormío por no patear al caído. Moral de resistencia. Convivir se ha convertido en sobrevivir. Con todo creo que no debe perderse la fe en la democracia y la libertad. Mantener el desprecio y el asco hacia los líderes populistas, productos del resentimiento y el odio, que han medrado con el falso carisma alimentado en la televisión basura. Hobbes me hace muecas desde las sombras y no tengo claro qué camino tomar. ¿Mano de hierro porque en el estado de naturaleza el fuerte aplastaría al débil? Ojalá, como quería Borges, tal vez ingenuamente, no necesitáramos gobiernos. La desaparición de los estados sería... bueno, no sé si una utopía o una pesadilla aún peor que la actual. A peor es muy fácil ir. En unas horas se quema un bosque que tardó décadas en formarse. La destrucción es rápida. La decadencia tiene a favor la gravedad. En poco más de diez años un puñado de nazis hizo de la nación más culta de Europa un pueblo de asesinos, gracias al adoctrinamiento y la propaganda. Percibo signos evidentes de degradación social. O quizá estoy equivocado. O tal vez estoy soñando. O quizá vivo en otro planeta. En lo que no me equivoco es en que la vida cada vez está más cara; en que derechos fundamentales como el trabajo y la vivienda son lujos más que derechos. No me equivoco en que las desigualdades sociales están aumentando. Considero justas a las personas que hoy se mantienen firmes, no levantan la voz, no se unen a la manada, siguen leyendo y no avasallan blandiendo su manojo de derechos en el puño. Si me preguntaran  por un acto cívico hoy respondería: leer a Montaigne o a Tucídides. No arrastrar por el fango la humanidad que hay en nosotros. 

Misantropía

Cinco minutos en medio de la rutina para romper su inercia. Detengo mis pasos. Disimulo un poco para que no me tomen por loco. Bueno, dicen que Sócrates estuvo quieto un día entero, concentrado, absorto, ausente y como en trance. Es un fastidio ver por todas partes a humanos, son una pesadilla. Este bullir de masas humanas no creo que sea exclusivo de nuestra época: la antigua Roma llegó a tener un millón de habitantes. Es la idea de encontrarse con un grupo de ruidosos congéneres en el norte de Noruega o en la Antártida lo que me inquieta. Es cuestión de temperamento, no es algo racional: para mí, como para ese personaje de Sartre, el infierno son los otros. No sé si lo entiendo en el mismo sentido de Sartre (ese intelectual ya casi olvidado). Creo que sí, qué otro sentido podría tener esta frase: "el infierno son los otros". Estoy seguro de que este sentimiento de fastidio que me producen los humanos es cada vez más frecuente. No se confiesa. Se mantiene en secreto. Da vergüenza. "¡No me juzguéis!" nos decimos unos a otros. Si estamos solos en realidad que por lo menos no nos estorbemos. Pero nos estorbamos.