Soy humano, es decir algo obsoleto. La IA que se está desarrollando puede crear cerebros cuya inteligencia sea de una naturaleza mejor que la de los cerebros biológicos. Ni Beckett en sus horas más bajas pudo imaginar tal grado de abatimiento del ser humano. Lo humano está en crisis, en una crisis profunda. ¿Qué es la verdad? ¿Qué es la realidad? Venga Matrix. ¡Tírennos a la basura! ¡Larga vida a la IA! ¿Qué diría Nietzsche del Superhombre? Pues no hay tal. Lo que viene es la IA. Uno de los galardonados con el premio Nobel de Física del 2024, Geoffrey Hinton, dejó hace un año su trabajo en Google... para poder advertir con mayor libertad de los peligros que plantean las nuevas tecnologías. Este señor le ha visto las orejas al lobo. Nosotros, inocentes, a verlas venir. Recuerdo la frase final de "Las palabras y las cosas" (1966) de Michel Foucault: "En todo caso, una cosa es cierta: que el hombre no es el problema más antiguo ni el más constante que se haya planteado el saber humano. Al tomar una cronología relativamente breve y un corte geográfico restringido -la cultura europea a partir del siglo XVI- puede estarse seguro de que el hombre es una invención reciente. (...) Si esas disposiciones desaparecieran tal como aparecieron, si, por cualquier acontecimiento cuya posibilidad podemos cuando mucho presentir, pero cuya forma y promesa no conocemos por ahora (la IA digo yo) oscilaran, como lo hizo, a fines del siglo XVIII el suelo del pensamiento clásico, entonces podría apostarse a que el hombre se borraría, como en los límites del mar un rostro de arena." El crepúsculo de los dioses. El crepúsculo de los ídolos. El crepúsculo de los hombres. Dios ha muerto. El hombre ha muerto.
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