El barrio de Kensington en Philadelphia es el infierno de Dante. No sé hasta qué punto las imágenes grabadas con móvil que pueden verse en distintos medios son fiables. Si la cámara es objetiva lo que se observa es un paisaje humano devastador: decenas de jóvenes tirados en la calle, entre la basura, totalmente ensimismados, inconexos, destrozados por los efectos de las drogas sintéticas que se venden y consumen allí. Las drogas son, sobre todo, el fentanilo, un opiáceo sintético potentísimo (50 veces más que la heroína, 100 veces más que la morfina) que se mezcla con la xilacina, un tranquilizante de uso veterinario. Con ese cóctel ya pueden imaginarse los daños para el organismo. Detrás de este infierno están los demonios que se enriquecen con la destrucción de tantas vidas. Esa no es la América con la que sueñan los "espaldas mojadas" y por la que se juegan la vida.
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