Chéjov poco antes de morir le dijo a su mujer que lo acompañaba en los últimos momentos, en un caluroso día de julio de 1904 en un hotel de Badenweiler, en la Selva Negra; le dijo Chéjov: "no se pone hielo sobre un corazón vacío". Es una frase que me sobrecoge por su infinita tristeza.
Franja de Gaza
Una situación humanitariamente insoportable como las de los dos millones trescientos mil palestinos que malviven amontonados en la franja de Gaza, territorio minúsculo, no sólo no se está remediando sino que empeora. Las cifras de todo son aterradoras. Debe de ser el infierno. ¿Tendrá algún día remedio esa ignominia para la humanidad? Acabamos de salir, parece, de una pandemia. Guerra en Ucrania. EEUU al borde de la guerra civil, cayendo en picado. China rampante. El Rayo Vallecano sigue sin ganar la Champions. Es curiosa nuestra especie: lanza al espacio telescopios como el James Webb, desarrolla la IA y permite que exista la franja de Gaza. Qué mala suerte nacer en ese lugar de la Tierra, que ya sabemos que es menos que un punto en este universo inconcebiblemente vasto y hostil. Creo que me iré sin saber si el hombre es un ángel o una bestia. Lo más sensato, me parece, es tomarlo como una mezcla de ambos. Me acuerdo a veces de la frase de Chamfort (que cito en traducción muy libre): "viviendo y viendo a los hombres es necesario que el corazón se rompa o se vuelva de piedra"
Nuevos palabros
Cambia la dirección de una empresa y los empleados deben adaptarse al sistema del fuerte. Pero no sólo cambia la herramienta tecnológica; también cambian las palabras. Ahora los empleados deben utilizar otra jerga; de repente usan palabras como "boleta" "estadillo" y aberraciones pseudoanglosajonas como "click & service" (clicanservis) que harían sangrar los oídos de un borracho de Birmingham. Son realmente notables la ignorancia, la pedantería y el esnobismo de los altos ejecutivos y el mundo de las finanzas. Pero tienen poder, así que hay que bailar al son que tocan. O eso se creen ellos. Se ha hecho de noche otra vez. Un niño que mañana será un ejecutivo defenestrado estaba hoy jugando con un guau guau.
Cartas de Flaubert
Leo una antología (sería mejor decir "selección") de las cartas de Gustave Flaubert. Se conservan cerca de 4.500. La edición de Antonio Álvarez de la Rosa es magnífica. Conduce al lector por el camino de la vida de Flaubert dividiendo en etapas los años. Es el trabajo de una vida, una labor encomiable la de Álvarez de la Rosa (en el prólogo afirma que su trato con Flaubert ya tiene unos cuarenta años). Se publica en Alianza Editorial. Muy recomendable para quien quiera conocer de cerca, casi en la intimidad, a este francés depresivo, melancólico, quejoso y escéptico, que echaba pestes de sus contemporáneos. Una curiosidad: cuando escribía la muerte por envenenamiento de Madame Bovary padeció dos indigestiones con vómitos, tanto se había "metido en el personaje" como se dice ahora.