Algo va mal
Misantropía
Cinco minutos en medio de la rutina para romper su inercia. Detengo mis pasos. Disimulo un poco para que no me tomen por loco. Bueno, dicen que Sócrates estuvo quieto un día entero, concentrado, absorto, ausente y como en trance. Es un fastidio ver por todas partes a humanos, son una pesadilla. Este bullir de masas humanas no creo que sea exclusivo de nuestra época: la antigua Roma llegó a tener un millón de habitantes. Es la idea de encontrarse con un grupo de ruidosos congéneres en el norte de Noruega o en la Antártida lo que me inquieta. Es cuestión de temperamento, no es algo racional: para mí, como para ese personaje de Sartre, el infierno son los otros. No sé si lo entiendo en el mismo sentido de Sartre (ese intelectual ya casi olvidado). Creo que sí, qué otro sentido podría tener esta frase: "el infierno son los otros". Estoy seguro de que este sentimiento de fastidio que me producen los humanos es cada vez más frecuente. No se confiesa. Se mantiene en secreto. Da vergüenza. "¡No me juzguéis!" nos decimos unos a otros. Si estamos solos en realidad que por lo menos no nos estorbemos. Pero nos estorbamos.
Telescopio James Webb
Por el telescopio James Webb mira el ojo de la Humanidad. Creo que hasta miran por él los innumerables muertos, hasta Adán, y los aún no nacidos. Las primeras imágenes captan un área del universo tan grande como un grano de arena sujeto entre los dedos con el brazo extendido. Esa imagen es un caleidoscopio de galaxias remotísimas formadas hace unos 13 mil millones de años. Todo esto es más que colosal y abrumador: no hay palabras para describir semejante barbaridad. Una vez fuimos el centro del universo. Decía Pascal que el silencio eterno de los espacios infinitos le estremecía. Pues bien, si nosotros conocemos el océano Pacífico, Pascal conocía del universo, en comparación con nosotros, la orilla de la playa. ¿Hay que admirarse ante esa inmensidad? ¿Cómo reaccionar? Entusiasmo, asombro, pataleo, aullidos, reverencia, silencio. Por falta de imaginación tal vez no sale uno a la calle desnudo con una foto del James Webb en las manos. ¡Ante eso qué importa cualquier cosa! Quién puede saber de dónde venimos y a dónde vamos. Para darse coraje nada mejor que tener presente esas fotos del universo. Joe Biden presenta las imágenes del telescopio James Webb y habla de la grandeza del pueblo americano. ¿Es idiota o qué? No ha comprendido nada. Habla, claro está, como el presidente de su país. Mira de reojo a sus enemigos rusos y a sus competidores chinos. Lo infinitamente pequeño sale de su boca.